miércoles, 7 de febrero de 2018

GOZOSOS Y TRAVIESOS



 Como en un cuento de hadas, este libro de relatos nació en un ascensor hace muchos años.

La pareja palmero-canariona (y viceversa) más popular en la vida cultural de las islas canarias, ahora materializan por primera  vez este matrimonio literario en un solo tomo, pero como pareja de traviesos y gozosos al fin, no van de la mano alternándose entre sus páginas, se viran de cabeza para los pies, para no compartir el mismo aliento, el mismo sabor literario y separados por una mampara negra, se presentan con dos cubiertas diseñadas por dos artistas de la pintura, una por la palmera Luz Sosa y la otra por Katerina Espevakova.

 Más bien, son dos libros por un mismo precio. De hecho, para escribir estas 203 páginas de Luis León Barreto, contra las 197 de Rosario, me cuentan que a pesar de tener cada ordenador uno al lado del otro en la misma habitación atiborrada de anotaciones en papeles de disímiles tamaños y texturas, pegados por el marco de las pantallas de los ordenadores, en la pared, sobre las mesas…, se prometieron no consultarse nada hasta el momento de la edición. Así es esta pareja en el trabajo, no en el amor donde son todos uno. Y nos hacen un guiño dedicándose su mitad de libro entre sí.  

 En este volumen de cuentos predomina el gran dominio sobre el lenguaje de ambos autores, o sea, el decisivo componente  sobre las diferentes historias que nos cuentan. Eso es literatura, el edificio que construimos mediante el lenguaje, el instrumento más noble de la expresión humana. Como dijera Caballero Bonald, la palabra no debe describir las cosas, sino el efecto que esas cosas producen.


Tomando las palabras de Bolaños: Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. Si te ves con energía suficiente, escríbelos de nueve en nueve o de quince en quince. Luis León Barreto nos regala de un solo golpe sesenta y ocho cuentos, mientras que Rosario Valcárcel, treinta y cinco, pero más largos con casi exacta la cantidad de páginas.

Ellos manejan minuciosamente con apetito las fuerzas que lo arrebatan, recreando con toda preciosidad las diferentes atmósferas que han bebido.  Sus cuentos son para leerlos con una sonrisa en la boca, nada de la siniestra seriedad de cuentos muy serios que pocos conocen el final. Abordan temas tan disímiles, desde el recurrido uso del guasap, los drag de Santa Catalina, sus viajes por el mundo, incluso, la mayoría se sitúan en La Palma, o surgidos por pura imaginación. Entre las dedicatorias, a Antonio Abdo y Pilar Rey, la eterna pareja de enamorados de la cultura palmera o al pueblo de Garafía.

Para leerme este libro utilicé tácitamente las tres lecturas que me ofrece: comenzando por la cara de los cuentos de Rosario, o los de Luis o ir alternando para hacerlo más delicioso aún.

Obvio regirme por las estrictas reglas establecidas que todo análisis sobre un libro debe seguir, o sea, hablar del autor, del continente y del contenido. Sobre los autores de este libro, me basta decir que son mis amigos; para lo segundo he ido desgranando algunas ideas en esta reseña y sobre el contenido, es una deliciosa lectura.

No seré yo quien diga la última palabra sobre este bien encuadernado libro de la Editorial Mercurio, el mejor criterio de su lectura lo hace el propio lector. El lector de ficciones participa de ellas hasta el punto de convertirlas en una prolongación de sus propias experiencias, sintiendo con los personajes y acompañándoles en sus aventuras y desventuras, sumergiéndose en los innumerables laberintos de la imaginación.

El mantel y las copas están servidos, por favor, ahora juegan los lectores.

Imagen de las dos portadas del libro. 


(Juan Calero, Lapalma ahora.com, 6 febrero, 2018) 

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