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domingo, 17 de abril de 2022

2 Poeme/ Poemas de Rosario Valcárcel español-rumano

 Am stins luminile

Dragostea dispăruse de mult

îngerul păzitor era un căpcăun

cu colți uriași. El îmi sfâșia măruntaiele,

își înfigea dinții-n sfiiciunea mea.

Scormonea în mormintele putrede,

căuta mai adânc în inima mea.

Asculta prevestirile cerului,

superstiția eclipsei.

Vorbea cu morții.

Capul meu dănțuia, îi imita pe derviși,

înnodându-se şi deznodându-se,

ca într-o simfonie,

în lumina tulbure, în frivolele

nopţi în erupţie,

Supusă metamorfozei despărțirilor,

ochilor de rocă,

florilor mucegăite, furiilor rebele,

am stins luminile.

Și m-am îndepărtat de lavele aprinse,

de oameni care adie a spaimă.

 

(Apagué las luces

Hacía tiempo que el amor se había ido,

que el ángel de la guarda era un ogro

de grandes colmillos. Arañaba mis entrañas,

mordía mi ternura

Escarbaba en las tumbas podridas,

buscaba más adentro de mi corazón.

Escuchaba los augurios del cielo,

la superstición del eclipse.

Hablaba con los muertos.

Mi cabeza danzaba, imitaba los derviches

en una sinfonía anudándose y desanudándose

en la luz turbia en las frívolas

noches en erupción

Sometida a la metamorfosis de los adioses,

los ojos de las rocas,

las flores enmohecidas, las cóleras insumisas.

Apagué las luces

Y me alejé de las lavas ardiendo,

de las personas que huelen a miedo).

În tranșeea învinsului

Tu, păstor în stâncării, ce tranzitai

cărări de-argilă, cu bălegar de capră:

lasă păsările moarte să reverse

asupra patului meu darul cântecului tău de leagăn.

Tu – țăran ce sărbătoreai zvâcnetul

ugerelor, zeitățile plopilor,

anotimpurile, cadavrele ce încetează să respire

– nu-mi lăsa viața să se hrănească din plânsul

pe care nimeni nu-l poate auzi.

Tu, bărbat al meu, în tranșeea învinsului,

mi-ai spus: mi-e frică de confidenți:

ei tiranizează lăuntrul,

amuţesc cuvântul, smulg viaţa.

Pluton de execuție sunt ei, călăii.

Nu te teme, suflet pereche, suflet pereche.

Te voi despărți de soare și de grâu,

de ceapa amară care-a hrănit

vise de dreptate și zori de libertate.

În penumbră, eu, Josefina, îți voi îngădui

să-mi atingi veșmântul, să încerci desfătarea frisoanelor,

a temerile acelei prime iubiri,

în care tu scăldai focul steril al vieții.

Suflet pereche, suflet pereche...

 

En la trinchera del perdedor

                              A Miguel Hernández

Tú, pastor en peñascales, que transitabas

senderos de arcilla con boñiga de cabras:

deja que los pájaros muertos derramen

sobre mi lecho el regalo de tu arrullo.

Tú –campesino que festejabas el manar

de las ubres, las deidades de los álamos,

las estaciones, los cadáveres que se detienen a respirar

– no dejes que mi vida se nutra del llanto

que nadie pueda oír.

Marido en la trinchera del perdedor,

me dijiste: tengo miedo de confidentes

que tiranizan las entrañas,

enmudecen la palabra, arrebatan la vida.

Pelotón de fusilamiento, ellos, los verdugos.

No temas, compañero del alma, compañero,

te despediré del sol y los trigos,

de la amarga cebolla que alimentó

sueños de justicia y amanecer de libertad.

Y en la penumbra, yo, Josefina te dejaré

rozar mi vestido, disfrutar los escalofríos,

los miedos de aquel primer amor,

en que chapoteabas el fuego estéril de la vida,

compañero del alma, compañero.

Traducción al rumano: Mirela-Ioana Dorcescu

Mirela-Ioana Dorcescu, es profesora en la Facultad de Letras de la Universidad de Timişoara, prosista, ensayista, traductora del inglés y del español, miembro de la Unión de los Escritores de Rumania. Su traducción del volumen de Andrés Sánchez Robayna, POR EL GRAN MAR/ MAREA CEA MARE, ha obtenido el Premio especial de la Unión de los Escritores de Rumania, Filial Timişoara. 

Foto Mirela-Iona Dorcescu.

Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com

domingo, 3 de abril de 2022

2 poemas de José Hierro. 100 años de su nacimiento

 

 

 La mano es la que recuerda

La mano es la que recuerda
Viaja a través de los años,
desemboca en el presente
siempre recordando.

Apunta, nerviosamente,
lo que vivía olvidado.
la mano de la memoria,
siempre rescatándolo.

Las fantasmales imágenes
se irán solidificando,
irán diciendo quién eran,
por qué regresaron.

Por qué eran carne de sueño,
puro material nostálgico.
La mano va rescatándolas
de su limbo mágico.



Desaliento

«No quiero que pienses», dices
Tú sabes que sólo en ello
puedo pensar. Pasarán
los días, las noches. Tiempos
vendrán sin nosotros. soles
brillarán en cielos nuevos.
Ecos de campana harán
más misterioso el silencio.
(«No quiero que pienses».)
Yo seguiré pensando en ello.

Quisiera hablarte de hermosas
fábulas, de pensamientos
luminosos, de jornadas
soñadas, de flores, vientos,
caricias, ternuras, gracias,
secretos;
pero en la boca me nacen
palabras de fuego.
Como llamas silenciosas
me abrasan por dentro.

Debiera decirte «amor»,
«fantasía», «sueño».

Yo sólo pregunto cómo
fue posible aquello.
Seguiría, paso a paso,
la huella de tu andar. Dentro
de tu vida escondería
la vida que muero.

«No quiero que pienses». Yo
digo que no pienso en ello.
(Cómo podría olvidarlo
sin haberme muerto.)

 

 

Jose Hierro está considerado como uno de los grandes poetas contemporáneos en nuestra lengua. Su carrera literaria estuvo repleta de premios y reconocimientos

Web Zenda, territorio de libros.


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