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sábado, 10 de enero de 2015

El poeta y la fugacidad de la vida: Juan Mollá

El sentimiento de la fugacidad de la vida es fundamental en mi poesía, como en toda la poesía universal. La vida del hombre es radicalmente fugaz; pero incluso la vida de la roca es fugaz, un instante en el reloj del Universo. Un viento de milenios abatirá la memoria de la roca y a del hombre…, nos dice Juan Mollá

El bosque

El bosque crece lento. Pero crece
tan rumorosamente que se escucha
su bramido tan hondo como el mar, como el viento.
Se oye crecer, abrirse, parir, cantar, mecerse.

El bosque canta, sueña. En sus frondas nacimos.
En sus ramas saltamos. Trepamos por su tronco.
Bosque lleno de nidos, que mece con bravura.
Bosque materno, padre bosque, patria.

Mirad, mirad la fronda transparente
cómo filtra el azul del cielo altísimo.
Mirad a vuestras plantas las raíces,
el agua verde de los manantiales,
las hileras de hormigas negrirrojas,
los reptiles de plata, las mariposas de oro.

Tan sólo apenas extender las alas,
y volar y volar; subir cantando,
subir volando en largas curvas. Luego,
descender… Y ascender, cruzar el cielo
sobre el bosque dormido. Torcer el ala apenas
y girar y doblar y zambullirse
en el mar vegetal cantando, amando.

Es el tiempo sin fin. Es la mañana eterna.
Es el bosque sin límites. El vuelo
sin cansancio. La luz, la luz. El bosque
todo clama radiante de alegría.

Noche

La noche suena ti. La noche suena
a tus cabellos donde el viento canta,
al profundo clamor de tus torrentes,
al mar que sueña el mar en tus oídos.

La noche suena a ti. Suena a tus selvas,
a tus inquietos pájaros sin nombre,
al pisar de tus fieras enceladas,
al grillo de silencio que te pulsa.

Oigo esta noche palpitar tus sienes
en la mágica red de las estrellas.
Oigo correr tu sangre noche abajo,
mientras la luna brama por tu pecho.

Siento temblar de amor la noche entera,
mujer lejana, tierna amada ausente.
Solo, sin ti y en medio del silencio,
te oigo temblar y tiemblo, noche mía.


Historia de la piedra

Borrada por la luz brutal del día,
cada tarde, al crepúsculo, despierta.
Es una roca enhiesta entre otras rocas,
en la ladera descarnada y vieja.

Su silueta recobra entre las sombras
un perfil casi airado, casi aullante,
un puño en pie, surgiendo de las ruinas
desmoronadas por la gran catástrofe.

Nudillos destrozados, ya sin forma,
conservan aún su furia. Los tendones
de sus aristas tensan aún su fuerza.
Masa de piedra hundiéndose en la noche.

La piedra no recuerda, pero guarda
claras señales en su piel. Indicios
y mensajes grabados que algún día
alguien descifrará: Letras y signos

que relatan su historia, peripecia
minuciosa y muy lenta de otra historia
escrita en cordilleras y desiertos,
con palabras de abismos y de olas.

Inútilmente la contemplas. Nada
te revela su bronca geografía.
Y su historia, lo sabes, es tu historia.
Su vida es tan fugaz como tu vida.
Además de escritor y poeta, es presidente de la Asociación Colegial de Escritores de España. También fue presidente del Centro Español de Derechos Reprográficos durante ocho años y en la actualidad es vicepresidente. Ha sido traducido al francés, italiano, portugués, catalán y valón. Ha obtenido diversos premios literarios, entre ellos el Premio de la Crítica del País Valenciano y el Premio de Novela Plaza & Janés.+

Foto: Juan Mollá.


Facebook/rosariovalcarcel/escritora 

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