A tus pies, /sublime fin de tus encantos/me
hinco adorador y apasionado. / Amo la curva de tus plantas, / donde mis labios
acuden presurosos / a beber el néctar de tu piel. (Anónimo)
La historia del zapato comenzó a partir del año 10.000 a C. y ya en el siglo XVIII fue típico el fetichismo del calzado separado del pie. Había organizaciones que estudiaban devotamente los modelos de calzado femenino, y llegaban a verdaderos éxtasis cuando recibían como presente un zapato de la dama de sus sueños. Se decía que el calzado era andrógino, ya que la abertura para meter el pie era una vagina y su tacón un pene.
No deja
de ser un tipo de parafilia que consiste en exteriorizar el deseo no en relación
a una persona, sino a una parte de ella que desmenuza, escinde, deshumaniza.
Toma parte de ella y la convierte en objeto de una especie de culto ideal
erótico, hasta tal punto que esa parte se convierte en el único instrumento
capaz de llevarte al orgasmo.
En el
mundo occidental siempre han sido amantes del calzado, pero fue
en la Inglaterra del siglo XIX donde la palabra fetichismo adquirió la
categoría de nombre propio, cuando la represión victoriana y el puritanismo
dieron origen a nuevas formas de expresión sexual. La campaña para ocultar el
pie femenino bajo faldas ampulosas e interminables y botas ajustadas obtuvo
tanto éxito que el mero acecho del tobillo de una mujer ya era causa de
excitación y, por prolongación, sus zapatos o sus botines se convirtieron en
símbolos de partes del cuerpo más ocultas y misteriosas, y el desear con
vehemencia sus pies o su calzado, se convirtió en algo estrictamente mágico y
prohibido.
El zapato y los pies han representado una sensual historia
llena de fetichismo. No olvidemos la importancia de la talla del zapatito de
cristal en la Cenicienta de Perrault o los coturnos de madera, que hacían
caminar como muñecos a los actores que salían a escena en el siglo V antes de
Cristo, y posteriormente el glam rock americano llevó al extremo con las
plataformas de Kiss o las despampanantes drag queens de New York como RuPol.
Pero fue en el Reino Unido, donde se diseñó para la reina
Victoria en 1840 las primeras botas de señora y, diez años más tarde ya existía
un mercado clandestino de pornografía que mostraba espléndidos-ostentosos
zapatos con 15 cm. de altura. También apareció la costumbre de beber champagne
en los zapatos de las bailarinas. Y Christian Louboutin, francés y diseñador de
zapatos, traslado su genio fetichista al cristal y convirtió su diseño en una
reivindicación del zapato de Cenicienta como objeto de deseo absoluto.
Hoy ha
transcurrido más de un siglo de la existencia de revistas con nombres
significativos como Hihg Heel Honeys y Super Spikes, y esos altos y estrechos
zapatos fetiche ya no pertenecen solo al mundo de los travestidos y a las
prácticas sadomasoquistas. Hoy, existen empresas que trabajan zapatos de
tacones de todas las alturas imaginables, en líneas sexys, atrevidas, eróticas.
Por algo llego a decir, Marilyn Monroe: «dale a una mujer los zapatos adecuados
y podrá conquistar el mundo»
Lo
cierto es que en Occidente la altura del zapato es símbolo de erotismo y de
poder, insinuante y anguloso como una daga.
Sin embargo en Oriente los pies
son objeto del deseo desde el siglo X, pero el calzado recuerda más bien la
lencería, realizado con retales de satén y suelas delicadamente bordadas.
La emperatriz Taki, hija del emperador
chino Song, nació con una malformación, con unos pies muy pequeños y obligó a
sus cortesanas a disminuir sus pies, envolviéndolos con vendas, lacerándoles,
para que no crecieran, (pies de loto),
como signo de respetabilidad. Esta costumbre fue abolida por un decreto
imperial a comienzos del siglo XX.
Recordemos el zapato surrealista de tacón de Salvador Dali
con un vaso de leche, o el zapato que eligió Luis Buñuel, con hebillas
cuadradas de plata para la protagonista, Catherine Deneuve, en Belle de Jour.
Realizó el director un gesto de especialista: Las hebillas son usadas tanto por
los empleados con librea, como por las altas superioridades de la Iglesia. De
este modo quiso simbolizar la doble vida de la protagonista, dama de día y
criada de noche –en los placeres del amor.
Y en la gala de Las Drag Queens, concretamente, en Las Palmas de Gran Canaria, los zapatos
forman parte del espectáculo, de la vestimenta. Porque la finalidad de la Drag Queen es marcar
un halo diferenciador, elegante, lujurioso. Y lo han logrado se ha convertido en una cultura tan atrayente que hasta uno
de los grandes de la moda, el palmero, Manolo Blahnik ha sucumbido a los
encantos, al arte de la exaltación y el deseo.
Admirable homenaje a los zapatos, la antigua costumbre japonesa siempre me ha parecido una de lad cosas mas aberrantes que se hayan inventado. Prefiero disfrutar el erótico balanceo de unas piernas moduladamente hermosas.
ResponderEliminarInteresante, amiga. Gracias por compartírnoslo.
ResponderEliminarAbrazos
Los Dragqueens se han apropiado de manera inteligente con esas plataformas lúdicas, provocadoras. El zapato forma parte del gran atractivo femenino
ResponderEliminarLuis León Barreto
Me ha encantado este viaje en el tiempo, incluyendo el ahora, sobre los zapatos fetiche. Un gran abrazo!!!!!
ResponderEliminarGracias amigos por seguirme en estos rituales y costumbres emparentados con el amor y el sexo. Un beso grande.
ResponderEliminarMuy buen acercamiento a un tema no fácil de escribir ni de acercarse. Enhorabuena por el blog, lo que he visto me ha parecido muy interesante. Un saludo, Rosario.
ResponderEliminarMe parece de cultura social comparar costumbres con modos de vida, y que estas nos acerquen a los inauditos caminos del conocer la historia.
ResponderEliminarGenial articulo. Aqui podeis ver muchos articulos fetichistas https://lovegames.es/42-fetish
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