La primera vez que hablé con Ana María Montesinos,
dialogamos sobre lo cotidiano, el presente y el pasado, las hazañas de su
profesión, sobre su vida. Y me sorprendió su voz dulce y serena, la ternura con la que me relataba
hechos alegres y dolorosos.
Y me enteré, que por esas cosas del destino, del destino
caprichoso, que Ana María nació en la calle de Herradores en San Cristóbal de
La Laguna, Tenerife. Sus padres se habían traslado allí porque aquel verano él
cumplía con La Milicia Universitaria en dicha isla.
Eran los tiempos en que The Beatles alcanzaban, por
primera vez, el puesto número uno en las listas discográficas de Estados
Unidos, los tiempos de la terrible guerra del Vietnam, del giro de la
revolución sexual, de las protestas de los hippies, la lucha contra la
discriminación racial y las manifestaciones literarias escritas por mujeres. La
década en que la sexualidad se separa de la mera reproducción y se ensalza el
placer y el erotismo. La liberación femenina y la desaparición de las prácticas
conyugales con la luz apagada y la actitud pasiva de la esposa. La década en
que podemos, ir a la universidad y comenzar a decidir nuestro destino.
Nació por tanto, en un tiempo de muchos cambios
universales. Y Ana María, tenía una importante labor que desarrollar, eso que
algunos dicen que tenía un destino reservado. Él de ella, era la defensa de los
derechos y la igualdad de las mujeres. De hecho, trabaja como jurista adscrita
a la asistencia gratuita en área de penal, vinculada a la asistencia a mujeres
víctimas de violencia de género del Colegio de Abogados de Santa Cruz de La
Palma, desde su constitución.
Es la mayor de cuatro hermanos la bautizaron con el
nombre de su madre, Ana María, una mujer nacida en Gran Canaria, cariñosa
discreta, con una consideración extraordinaria hacia los sentimientos de todo
el mundo.
Bordaba, pintaba con pulcritud el paisaje de la isla de
La Palma y fue secretaria del Ayuntamiento de Los LLanos durante más de 25 años.
¿Y quién no recuerda a don Antonio Montesinos, su padre? Aquel profesor
entrañable del Colegio Nazaret o de la Academia de Pepe Lavers, que había
nacido en Barcelona y pasó su infancia y adolescencia en Tenerife, aquel
docente que le enseñó a la mitad de la isla de La Palma Física y Química, que
contaba anécdotas y sueños prometedores y animaba las excursiones de sus
alumnos tocando la guitarra. Un padre con la habilidad de lograr que su hija,
desde muy joven, se sintiera importante en su trabajo.
Ana, pasó una infancia feliz jugando en la acera ancha de
entonces, enfrente del Pay Pay, y me contó: -Un día vi que unos chicos se
burlaron de una niña, entonces, sin pensar nada, corrí hacia ellos, le agarré a
uno de un brazo y al otro lo empujé, mientras agitaba las manos frenéticamente.
En aquel momento yo tendría unos seis años, no lo recuerdo bien, -pero sí sé
qué no soportaba las injusticias y añadió -ese fue mi primer día de gloria.
Realizó sus estudios básicos y de bachiller en Los Llanos
antes de regresar a su municipio natal para licenciarse en Derecho por la
Universidad de La Laguna. Y hoy, por sus méritos, Ana María se ha convertido en
aridanense de adopción.
Se casó con Pedro Miguel, en San Antonio del Monte
Garafía y recuerda la boda junto con el nacimiento de su hijo como los
acontecimientos más felices de su vida. Después me confesó sonriéndome:
-¡Era más joven que yo! Un hombre entusiasta con cuanto
le rodeaba: seres y cosas. Me enseñó a amar el paisaje de La Palma. Juntos y
cogidos de la mano transitamos el cuerpo de la tierra. Y éramos tan felices
que, encontrábamos tréboles de cuatro hojas, el lugar donde el mar y el cielo
se unen, los refugios en los que la naturaleza de nuestra isla palmera, parece
rivalizar con el hombre en quimeras y sutilezas nunca visto.
Para ella nadie la podía amar como Pedro Miguel. Pero,
hace unos cuatro años, la muerte siempre está al acecho irrumpe en el sueño de
Ana y el rostro de su marido se eleva hacia los cielos, fundiéndose en el gozo
de la lluvia y el mar de nubes.
Y Ana, que ya había perdido también a su madre, vuelve a
pasar por el pesar la angustia y la pérdida. Pero es una mujer fuerte que,
aunque no espera sueños desmesurados, disfruta de las sensaciones placenteras y
de las alegrías mínimas y, sobre todo no permite que el mundo se caiga en
pedazos.
En sus ratos libres, le gusta leer sobre feminismo,
igualdad, gestión de emociones, crecimiento personal. Pero cuando llegan las
vacaciones sueña con otros mundos, y se
deja subyugar por la novela histórica. Quizás se permite el placer de
imaginarse en la Antigua Grecia, tributando a dioses paganos o quizás quiere
vivir esas emociones de rabia, guerra, fe, muerte. Curiosear las intrigas
políticas y filosóficas de la Edad Media.
Por los años 90 fundó junto a otras mujeres la
Asocaciación Viola Palmensis, con el firme objetivo de luchar contra la
violencia de género que va más allá del terrorismo machista. Una violencia que
existe desde hace más de tres mil años, desde aquella época en que la mujer
amaba de una forma servil, como objeto de placer, sometida, explotada, hacinada
en la sombra y jurídicamente atada a su marido, considerada como patrimonio del
varón o animal de carga.
Una violencia que aún hoy se sigue manifestando en la
literatura, el cine, la letra de las canciones, los dibujos animados, los chistes.
Incluso desde la Biblia porque creo que sería más equilibrado que la narración
bíblica dijera: Al sexto día, Dios creó a Eva y desde su vientre surgió Adán.
Una violencia que se manifiesta silenciando la esfera creativa femenina con el
discurso del “ciberodio”: ataques homofóbicos hacia personas o grupos LGBTI, la
discriminación laboral, la prostitución forzada…
Y aunque sabemos que España ha avanzado mucho en cuanto a
la toma de conciencia de la sociedad sobre esta lacerante cuestión y que las
estadísticas dicen que es el país de menor violencia de género en Europa, muy
por detrás de Finlandia, Dinamarca, Francia o Suecia, incluso afirman que es el
tercero con menos asesinatos por 100.000 habitantes.
A nosotros no nos consuelan estos datos, mientras, las
denuncias de víctimas ascienden, mientras haya una sola mujer sin visibilizar,
apuñalada, atropellada, quemada vida, descuartizada, lanzada al vacío,
violentada psíquicamente. Mientras siga existiendo la ablación del clítoris,
las bodas y los trabajos infantiles, el acoso escolar, el tráfico de órganos.
Pero hoy celebramos el empoderamiento de las mujeres y el
fomento de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Porque merecemos
ser amadas y amados. Celebramos que no debemos permitir que nos minen nuestra
autoestima, celebramos que somos capaces de proteger nuestros sentimientos y
necesidades, que debemos poner límites a los demás.
Celebramos como decía el poeta egipcio Constantino
Cavafis: que si hombres y mujeres logramos aceptarnos y querernos como somos,
además de ser libres, podremos ser nosotros mismos.
Celebramos que sobre el escenario lucían placas, flores y
una preciosa escultura creada por Pedro Ferreiro, el galardón que reconoce la
trayectoria de la Mujer Destacada, 2019, del Municipio de los Llanos de
Aridane. Una alegoría del feminismo. Una Venus que representa la unión de todas
las mujeres que luchan por la participación igualitaria en una sociedad de
hombres y mujeres.
Gracias Ana por tu extraordinario talento, por tu labor
en la defensa de las mujeres, la mejora de las condiciones sociales, por tu
constante reivindicación pública sobre nuestros derechos, al margen de las
aguas turbias y las luces sobre fondos negros.
12 de abril en Los LLanos de Aridane, La Palma
12 de abril en Los LLanos de Aridane, La Palma
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