Corren tiempos agitados, desordenados, violentos. Y en nuestro día a día nos encontramos constantemente inmersos en una maraña de experiencias, desafíos y responsabilidades. Vamos a remolque, a la búsqueda de la lluvia, de las mareas, del viento, de la felicidad. Pero como afirmó el psiquiatra Viktor Frankl, por allá por los años 30, -corremos el riesgo de perder de vista nuestra verdadera razón de ser: La búsqueda del sentido de la propia vida en la gran aventura de la existencia-.
Y esa aventura de la existencia es la que hoy nos ha convocado para celebrar el papel de la mujer actual. Mujeres que trabajan en Organizaciones, Asociaciones, Centros Públicos y privados. Mujeres que hoy han sido distinguidas. Mujeres que han sabido compatibilizar las tareas relacionadas con la reproducción, la crianza, el ámbito doméstico, el equilibrio entre las responsabilidades profesionales y las familiares. Mujeres que aportan perspectivas únicas, talento y habilidades en todos los campos de la Sociedad.
Rosa María nació en el barrio del Cardón, junto al mar de
Tazacorte, desde donde Alonso Fernández de Lugo inició la conquista de La
Palma. Vivió en la casa familiar que construyó su abuelo, el que vino de La
Breña, en un paisaje alfombrado por piedras, repletas de casetas y casas
construidas con hojas de badanas, estacones y sogas de pita.
Y hablando con
la galardonada, me relata, con timidez y una sonrisa en los labios, los acontecimientos
de su vida y los de otras vidas. Me relata hechos dolorosos de su infancia,
como la tristeza de perder a su hermana cuando solo tenía 15 años. Y me revela:
- Murió
de algo malo, como se decía antes. La palabra cáncer no se pronunciaba.
Muchos años después, exactamente en el 2003, su marido, Nereo que
la trataba como a una reina, -recuerda ella con melancolía-, muere también de
cáncer. Y entonces comprendió que, a pesar de sentirse arropada y querida por
sus dos hijos, aquel largo periodo de convivencia feliz había terminado.
Tenía Rosa María
14 ó15 años cuando se marchó estudiar, a La Laguna, Tenerife, Secretariado y
Educación Física, llegando a ser la entrenadora provincial de Gimnasia Rítmica.
Especialidad que ejerció a lo largo de su vida profesional. Labor que aún
recuerdan sus alumnas con inmenso cariño.
Y en el año 69
del pasado siglo, la nombraron reina de las Fiestas de Tazacorte. Y me
confiesa:
-Nereo estaba en el balcón del Miami cuando me vio
pasar en una carroza y, en ese momento, se quedó prendado de mí. Y añadió- aunque la primera
vez que yo lo vi estaba en la terraza de su casa, en el entierro de su madre.
¡Qué recuerdos! evoca Rosa María el mar por la mañana y el caminar por el Paseo por la parte vieja del Puerto, el Túnel. Y recuerda algunas amigas que aún se saludan con cariño. Y el recuerdo se le mete más adentro, y repasa escenas y acontecimientos, como el cura de Tazacorte, Don Pedro Capote, las películas que proyectaban en invierno en el Hotel Hacienda de Abajo. Y, como nunca ha dejado de soñar sus sueños, emocionada, me comenta feliz que ahora está aprendiendo a tocar el piano.
En el 2004, su
amiga María Lulia, la invita un día a tomar un café para hablar un ratito. Se
reúnen y, enseguida, le expresa que le gustaría contar con su colaboración en la Asociación Española Contra
el Cáncer, le habla del Proyecto y, mientras hablaba sus
palabras ganaban fuerza, es una mujer con un gran sentido de persuasión. Finalmente, Rosa María aceptó a compartir una reunión en
la entidad. Y cuál fue su sorpresa cuando María Lulia la presenta como la Nueva
Vicepresidenta de la Sociedad. Juntas fueron fieles al compromiso con AECC
hasta que ella se retira y Rosa María accede a la Presidencia en el 2017.
Así comienza la labor solidaria de nuestra Mujer Destacada 2024, comienza la historia del desafío con valentía e imaginación para organizar las fiestas benéficas, la entrega y el coraje para buscar soluciones, el deber y la serenidad para acercarse a una realidad, que silenciosa, vive entre nosotros, se presenta en toda su imponente desnudez y determina incontables muertes cotidianas.
Para terminar, escuchemos la voz emocionada de
Rosa María Rodríguez:
-Pronto me acostumbré a la
cultura sanitaria, a los nombres y a las conversaciones de mis compañeras,
médicos, psicólogos, pedagogos, enfermeros, trabajadores sociales e incluso con
los familiares. Me acostumbré a acompañar a las personas que resisten con las
que creo que nunca dejaré de emocionarme y de ahondar en cada una de las
historias personales y humanas.
Gracias Rosa María.
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