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miércoles, 9 de mayo de 2012

Simbolismo y expresionismo de M. Sánchez Gironés en el Club La Provincia hasta el día 18 de mayo.
     
 Manuel Sánchez Gironés  Nos muestra en esta exposición dos estilos artísticos.

Un estilo expresionista y otro simbolista.

En el simbolista realiza una pintura esquemática y colorista, un retorno al símbolo, a la emoción, al misticismo de las letras. Lo cual equivale a hablar de un propósito minimalista en una época en la que varían rápidamente las tendencias y los propósitos artísticos.  

Desde la antigüedad la escritura posee un valor simbólico e iconográfico innegables, así los aztecas tenían verdaderos jeroglíficos para indicar el agua, la tierra, el aire, el viento… Y el símbolo se convirtió en su instrumento de comunicación decantándose por figuras que transcienden lo material y son signos que cumplen un cometido, mundos ideales y raros. 

Así las letras del alfabeto hebreo han sido fundamento para expresar muchas cosas, y por ello han supuesto el punto de partida del ejercicio cabalístico. La mayoría de las iglesias y las catedrales medievales llevan pintadas o esculpidos símbolos que vienen de esta tradición hebrea.

La àlef es la primera de las letras del alfabeto hebreo, y tiene como valor numérico el 1. Esta letra representa a Dios.

Esta tradición hebrea la sustituyeron los cristianos por el Alfa y Omega griegas. Para los cristianos estas dos letras representan la eternidad de Dios, pues son la primera y la última del alfabeto griego. Dios es plenitud y perfección, Dios es eterno, el principio y el fin de todo lo creado.

Lo que nos propone Manuel Sánchez es la recuperación del símbolo. El símbolo que está presente en la fascinante escritura jeroglífica de los egipcios, que posiblemente se leería como se leen los libros chinos. Nuestro pintor nos dibuja letras como la R símbolo de la pirámide, de Ra, dios del Sol en todo su esplendor. Una letra que para el cabalista es de un color dorado, de un color que brille.  También nos muestra la letra U azul con un fondo amarillo, color que en ningún momento indica espacio vacío.

O la letra B que en la mitología egipcia, el Ba egipcio era uno de los elementos poderosos e inmateriales que componían al hombre una vez que había acaecido la muerte y por  medio del Ba, el difunto podía desplazarse y reunirse con su Kaactuando como intermediario entre el cielo y la tierra. El mundo de los dioses y la tierra.

Por lo tanto lo que propone nuestro pintor es evitar el racionalismo, porque -dicho con sus propias palabras- la lógica de su pintura no es la lógica de lo racional.

La utilización de los símbolos requiere la renuncia a la lógica y a lo racional, el pensamiento simbólico está mucho más allá del pensamiento histórico puesto que el símbolo acude a las raíces de la humanidad, al inconsciente. Igual que el rito es tan antiguo como el hombre. Se apoya en las tradiciones, en las religiones, en las ceremonias para propiciar la caza, la lluvia, la fecundidad de los campos, etcétera.

Manuel Sánchez Gironés pinta números y letras un procedimiento de raigambre cubista y utiliza principalmente el color verde, el color  ácido, el color de lo inestable, de lo efímero. Un color que podemos pensar que quizás maneja para resaltar el sentido onírico de lo sobrenatural.

Números y letras que son la base del entendimiento humano. A cada letra le corresponde un número, así la A es el 1, la B es el 2, etcétera. Y de este modo cada palabra puede ser abordada desde la perspectiva de la numerología con la intención de encontrar significados profundos que no son evidentes a simple vista.

Las letras en sí mismas, sus nombres, su forma gráfica, su valor numérico y hasta su posición en el alfabeto tienen algo de misterioso y sagrado. Cada alfabeto posee sus secretos, su historia, su simbología.

Nuestro pintor, que desde 1985 obtuvo la licenciatura de Bellas Artes en la Universidad de Barcelona, nos propone el regreso al símbolo, al mundo esotérico y místico de las letras.

En el estilo expresionista plasma con trazos casi líricos a un equilibrista y al fondo un público inaudible. En otros lienzos aparecen las tres Gracias,  tres mujeres a las que casi no les vemos el rostro. Tres mujeres sencillas con trazos uniformes, pintadas a contraluz con colores negros, oscuros como sombras. Una pintura que nos crea una sensación de silencios y de desasosiego.

Tres mujeres que nos hablan de la soledad e indefensión del ser humano, del precario equilibrio de la existencia en un mundo hostil.

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