Simbolismo y
expresionismo de M. Sánchez Gironés en el Club La Provincia hasta el día 18 de
mayo.
Manuel Sánchez Gironés Nos muestra en esta exposición dos
estilos artísticos.
Un estilo expresionista y otro simbolista.
En el simbolista realiza una pintura esquemática y
colorista, un retorno al símbolo, a la emoción, al misticismo de las letras. Lo
cual equivale a hablar de un propósito minimalista en una época en la que
varían rápidamente las tendencias y los propósitos artísticos.
Desde la antigüedad la escritura posee un
valor simbólico e iconográfico innegables, así los aztecas tenían verdaderos
jeroglíficos para indicar el agua, la tierra, el aire, el viento… Y el símbolo
se convirtió en su instrumento de comunicación decantándose por figuras que
transcienden lo material y son signos que cumplen un cometido, mundos ideales y
raros.
Así las letras del alfabeto hebreo han
sido fundamento para expresar muchas cosas, y por ello han supuesto el punto de
partida del ejercicio cabalístico. La mayoría de las iglesias y las catedrales
medievales llevan pintadas o esculpidos símbolos que vienen de esta tradición
hebrea.
La àlef es la primera de las letras del
alfabeto hebreo, y tiene como valor numérico el 1. Esta letra representa a Dios.
Esta tradición hebrea la sustituyeron los
cristianos por el Alfa y Omega griegas. Para los cristianos estas dos letras
representan la eternidad de Dios, pues son la primera y la última del alfabeto
griego. Dios es plenitud y perfección, Dios es eterno, el principio y el fin de
todo lo creado.
Lo que nos propone Manuel Sánchez es la
recuperación del símbolo. El símbolo que está presente en la fascinante
escritura jeroglífica de los egipcios, que posiblemente se leería como se leen
los libros chinos. Nuestro pintor nos dibuja letras como la R símbolo de la
pirámide, de Ra, dios del Sol en todo su esplendor. Una letra que para el
cabalista es de un color dorado, de un color que brille. También nos
muestra la letra U azul con un fondo amarillo, color que en ningún momento
indica espacio vacío.
O la letra B que en la mitología egipcia,
el Ba egipcio era uno de los elementos poderosos e inmateriales que componían
al hombre una vez que había acaecido la muerte y por medio del Ba, el
difunto podía desplazarse y reunirse con su Ka, actuando como
intermediario entre el cielo y la tierra. El mundo de los dioses y la tierra.
Por lo tanto lo que propone nuestro
pintor es evitar el racionalismo, porque -dicho con sus propias palabras- la
lógica de su pintura no es la lógica de lo racional.
La utilización de los símbolos requiere
la renuncia a la lógica y a lo racional, el pensamiento simbólico está mucho
más allá del pensamiento histórico puesto que el símbolo acude a las raíces de
la humanidad, al inconsciente. Igual que el rito es tan antiguo como el hombre.
Se apoya en las tradiciones, en las religiones, en las ceremonias para
propiciar la caza, la lluvia, la fecundidad de los campos, etcétera.
Manuel Sánchez Gironés pinta números y
letras un procedimiento de raigambre cubista y utiliza principalmente el color
verde, el color ácido, el color de lo inestable, de lo efímero. Un color
que podemos pensar que quizás maneja para resaltar el sentido onírico de lo
sobrenatural.
Números y letras que son la base del
entendimiento humano. A cada letra le corresponde un número, así la A es el 1,
la B es el 2, etcétera. Y de este modo cada palabra puede ser abordada desde la
perspectiva de la numerología con la intención de encontrar significados
profundos que no son evidentes a simple vista.
Las letras en sí mismas, sus nombres, su
forma gráfica, su valor numérico y hasta su posición en el alfabeto tienen algo
de misterioso y sagrado. Cada alfabeto posee sus secretos, su historia, su
simbología.
Nuestro pintor, que desde 1985 obtuvo la
licenciatura de Bellas Artes en la Universidad de Barcelona, nos propone el
regreso al símbolo, al mundo esotérico y místico de las letras.
En el estilo expresionista plasma con trazos casi líricos a un
equilibrista y al fondo un público inaudible. En otros lienzos aparecen las
tres Gracias, tres mujeres a las que casi no les vemos el rostro. Tres
mujeres sencillas con trazos uniformes, pintadas a contraluz con colores
negros, oscuros como sombras. Una pintura que nos crea una sensación de
silencios y de desasosiego.
Tres mujeres que nos hablan de la soledad
e indefensión del ser humano, del precario equilibrio de la existencia en un
mundo hostil.
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