A veces
a veces él y ella jugaban al escondite en torno
los parvos de heno y los setos de ciruela podados
porque él entendía mucho de caballos y simientes
y olía a fruta desde el belfo a los cascos,
cuando sentado frente a ella con su abundante pelo amarillo
que estaba siempre tan revuelto como la melaza
y el agua de canela del tronco de aquel árbol de sus ojos
-de la supervivencia- eran los ojos que invadía la muerte
la sazón de la muerte con su espuma rojiza
(no hay palabra alguna para sacrificar la muerte
la muerte nunca está del lado de quien muere,
no señala su secreto en el acto de matar).
Y ella entonces aportaba sus ojos que invadían la muerte
por encima de la sombra que entraba en el cieno.
yo tenía dieciséis años y lo veía venir
-lo abracé, como pude.
(debes olvidar toda argumentación, toda filosofía del desamparo)
me doblaba y mordía la punta de los dedos
tiznada de sagradas cenizas
bajo el calor de un sol meridiano
mi letra, su sílaba, simboliza el silencio después de la obsesión
-ella piensa en la divinidad.
No hacemos trampas.
el tiempo asesino le arrebata mi cuerpo y también
la abundancia del campo de la imaginación
donde todo fue amenazado
mientras la cosecha terminó de grabarse sobre el fango.
los parvos de heno y los setos de ciruela podados
porque él entendía mucho de caballos y simientes
y olía a fruta desde el belfo a los cascos,
cuando sentado frente a ella con su abundante pelo amarillo
que estaba siempre tan revuelto como la melaza
y el agua de canela del tronco de aquel árbol de sus ojos
-de la supervivencia- eran los ojos que invadía la muerte
la sazón de la muerte con su espuma rojiza
(no hay palabra alguna para sacrificar la muerte
la muerte nunca está del lado de quien muere,
no señala su secreto en el acto de matar).
Y ella entonces aportaba sus ojos que invadían la muerte
por encima de la sombra que entraba en el cieno.
yo tenía dieciséis años y lo veía venir
-lo abracé, como pude.
(debes olvidar toda argumentación, toda filosofía del desamparo)
me doblaba y mordía la punta de los dedos
tiznada de sagradas cenizas
bajo el calor de un sol meridiano
mi letra, su sílaba, simboliza el silencio después de la obsesión
-ella piensa en la divinidad.
No hacemos trampas.
el tiempo asesino le arrebata mi cuerpo y también
la abundancia del campo de la imaginación
donde todo fue amenazado
mientras la cosecha terminó de grabarse sobre el fango.
Anochece
anochece sobre las tejas de Madrid
pero en las manos traigo la humedad
de las aguas del Báltico.
todavía húmedas,
frías,
me han quemado con esos verdes que no maduran.
es la travesía desde los ojos de los cisnes
tras una fruta opaca. anochece
y estoy tan cerca de tu cuerpo en una casa extraña
contra los pies que en la madera quieren frotar
una textura adormecida sobre un paisaje irreal
(me han devuelto a la conciencia las palabras
que no están donde sueño o donde miro
busco un sueño donde están las sensaciones
porque ya no hay nada que mirar)
y busco algo que querer antes que la noche
irrite mis párpados que sobre las aguas del Báltico
han bebido toda su humedad porque también anochece
sin prisa sobre las tejas de Madrid y yo miro
por la abertura oblicua de mi piel
la tuya.
anochece sobre las tejas de Madrid
pero en las manos traigo la humedad
de las aguas del Báltico.
todavía húmedas,
frías,
me han quemado con esos verdes que no maduran.
es la travesía desde los ojos de los cisnes
tras una fruta opaca. anochece
y estoy tan cerca de tu cuerpo en una casa extraña
contra los pies que en la madera quieren frotar
una textura adormecida sobre un paisaje irreal
(me han devuelto a la conciencia las palabras
que no están donde sueño o donde miro
busco un sueño donde están las sensaciones
porque ya no hay nada que mirar)
y busco algo que querer antes que la noche
irrite mis párpados que sobre las aguas del Báltico
han bebido toda su humedad porque también anochece
sin prisa sobre las tejas de Madrid y yo miro
por la abertura oblicua de mi piel
la tuya.
Reina María Rodríguez (La Habana, 4 de julio de 1952) es una poeta cubana, ganadora de
los premios Nacional de Literaturaen 2013
y del Iberoamericano de Poesía
Pablo Neruda en 2014, entre otros.
Considerada una de las voces más importantes de la poesía
cubana contemporánea, la obra de Reina María se caracteriza por ser de una
asombrosa profundidad, es arriesgada, intensa, dinámica y sobre todo
confesional, es un reflejo de su vida, de las dificultades y de la memoria. Sus
obras se han traducido a idiomas como el ruso,
el árabe, el vietnamita y
el alemán. Leonardo
Padura, presidente del jurado del Premio Nacional de Literatura de 2013,
señaló que la obra de Reina María "ha llenado un espacio imprescindible en
el panorama de la poesía cubana contemporánea, con alta calidad estética, ética
y conceptual".
Reina María es autora de títulos como: Para un
cordero blanco, poemario que le valió el Premio Casa de las Américas en
1984, En la arena de Padua (Premio de la revista Plural,
México, 1991 y Premio Nacional de la Critica, 1992), La foto del
invernadero(Premio Casa de las Américas, 1998).
Ocupando su obra narrativa, podemos destacar: Te
daré de comer como a los pájaros (Premio de la crítica, 2001), Tres
maneras de tocar un elefante (Premio Italo Calvino, 2004) y Variedades
de Galeano (Letras Cubanas, 2008). La autora fue merecedora de
la Orden de las Artes y las Letras de
Francia con grado de Caballero en 1999 y de la Medalla Alejo Carpentier en
2002.
Información entresacada de las redes sociales.
Información entresacada de Internet.