El pasado sábado día
23 El Área de Igualdad de Los Llanos de Aridane en el ciclo denominado Pioneras
ha reconocido la labor profesional de María de las Casas
Mis padres me
llevaban en verano a la isla de La Palma, a Los Llanos de Aridane.
Una ciudad a la que
llegas después de atravesar un paisaje poderoso engendrado por los fuegos y
moldeado por el mar y por la naturaleza de su tierra y volcanes. Una ciudad en donde
yo, de niña, disfruté con amigas yendo a varear almendras o deslizándome por
los arrulladeros de la Plaza.
Luego la vida, el
trabajo, los hijos me alejaron durante años. Pero la emoción de aquellos
veranos nunca se ha disipado. Como tampoco se me han olvidado las dos noches de
navegación que teníamos que hacer para llegar a la isla de La Palma.
¡Qué alegría sentía
al llegar a Los Llanos, ver a la familia! Yo no podía quitar mis ojos de la
abuela. También estaban los tíos, algunos de mis primos, Petra. ¡Cuánto cariño
había en sus miradas! Mamá besaba y abrazaba a toda la familia. Papá en seguida
se acercaba a su madre, a la tía Juanita y a Petra, las besaba en la frente.
¡Qué revuelo se armaba! De pronto mamá
me daba un codazo, que era la señal para que no me despistara con los saludos.
¡Aquellas pequeñas
cosas!
María de las Casas
nació el último día del año 1891 en una ciudad pequeña e íntima, en Santa Cruz
de La Palma y heredó la afición literaria de su padre. Con solo nueve años, comenzó a participar
en funciones teatrales en Santa Cruz de La Palma a beneficio de los fondos de la Cruz Roja. Y declamó con tono solemne y
voz clara y alta, un trabajo de su padre Pedro J de Las Casas Pestana.
Un año más tarde, la Asamblea Suprema de la Asociación de
La Cruz Roja, le concede a Marieta, la Medalla de plata de la Institución.
Tenía tanta seguridad en sus relaciones sociales que no había fiesta benéfica
en la que no participará con aplomo y sonrisa intelectual.
Muy pronto logró el título de Bachiller en el Colegio de
Segunda Enseñanza Santa Catalina y fue la primera mujer nacida en La Palma que
obtuvo esa titulación. Más tarde se creó un gran prestigio dentro de su
promoción cuando se diplomó como Maestra superior de Primera Enseñanza.
Desde muy pequeña, escuché a papá, hablar y hablar de las
virtudes de la vieja, como él llamaba a su madre:
-Conoce el arte de escribir, de la enseñanza y las
escenas teatrales. Domina cualquier tertulia y sus opiniones siempre las
suaviza con ironía y buen humor.
Con dieciocho años participó en una velada literaria
musical a beneficio de los más desfavorecidos de Fuerteventura. Aquella noche
intervino también su amiga Juana Tabares y nos sorprendió con un poema de la
poeta Leocricia Pestana. Marieta hablaba de ella con gran respeto.
Por cierto, que en 1927 doña Juana Tabares (1888-1956),
se convirtió en la primera mujer concejal de Los Llanos de Aridane. Y en su
Homenaje el 23 de junio de 1953. María de las Casas, tomó la palabra y después
de extenderse en emotivos recuerdos de sus largos años de ausencia…añadió:
Felicito al pueblo y al Municipio por los honores que los
altos poderes han concedido a nuestra dilecta paisana Juana Tabares.
María de las
Casas, ingresó al Cuerpo de Telégrafos en 1909. En un primer momento la
destinaron a Fregenal de la Sierra, provincia de Badajoz. No estoy segura de si
realmente se desplazó a la península. Lo que sí sé es que estuvo en Gran
Canaria, en la ciudad de Telde, durante un tiempo, en el Paso de La Palma, y
que dos meses antes de acabar 1911, la Junta Provincial de Instrucción
pública la nombró auxiliar de la Escuela de Niñas del Distrito Norte de Santa
Cruz de la Palma.
El 31 de julio de 1914 José Julio Valcárcel Ramírez y
María de las Casas se convierten en marido y mujer. Marieta tenía veintidós
años y estoy segura que disfrutó de la boda. ¡Era tan religiosa! Y que al pie del altar un cura de santidad
experimentada, pronunció esas palabras de felicidad que dan sentido al ritual.
Muy pronto, creo que fue al morir sus dos niñas, se traslada
a Granadilla de Abona, Tenerife. Allí nacieron sus tres varones, José Julio,
Pedro J. y Antonio Valcárcel. Ejerció de jefa de Telégrafos, fundó y dirigió la
academia de Segunda Enseñanza Nuestra Señora de las Mercedes. Colaboró en
iniciativas sociales y culturales que redundaron en el bien de la Villa Y fue
tan querida que actualmente el lugar en donde está ubicado el actual Centro
Cívico y la calle lleva el nombre de María de las Casas.
Pero mucho antes, ya podemos encontrar, publicaciones de
artículos suyos en periódicos o entrevistas como:
Desde muy niña —contaría poco más que mi
hijo Julito, o sea unos siete u ocho años—me dio por los cuentos. Mi padre me
los pagaba a cinco céntimos... ¡Oh, aquellos tiempos!... Entonces cinco
céntimos… Era toda una personilla. Yo, que me diferenciaba de mis compañeras
por mi amor a las Letras, los trocaba en sendos cuentos de Calleja, que leía
con avidez. Más tarde, próxima a terminar mi carrera de maestra, comencé a
colaborar en los diarios que dirigía mi padre...
— ¿Y se llamaban?—la interrumpimos.
— No recuerdo bien... Creo que La Solución,
Hija de la Palma, etc., etc.
— ¿Fue larga su colaboración? —Colaboraba sin
colaborar.
— ¿Y eso?
—Verá: Entonces en
Canarias no existía el elemento femenino en las redacciones. Mi padre no quiso
que firmase y... no firmé. Sin embargo, mi colaboración fue larga.
No olvidemos que, por aquellos tiempos, la mayoría de las
mujeres literarias tuvieron que refugiarse en seudónimos masculinos, en la
oralidad, por eso gran parte de la obra
se ha perdido o es de difícil rescate.
Por lo que vemos esa inquietud periodística de María de
las Casas la tenía desde su infancia. Colaboró con crónicas sociales y
culturales, relatos, poemas, en periódicos como el Diario de Avisos, en la
Gaceta de Tenerife, La Provincia, Falange y en revistas de ámbito nacional,
como Crónica y Mundo gráfico. Y tanto desde su isla como fuera de ella
reflejando muchas veces el amor que sentía por La Palma. Y leo:
Lector palmero
Valor, fe, fraternidad, esa es la clave
del triunfo. No desmayéis defendiendo vuestros fueros, Así haciendo ahora lo
que siempre habéis hecho en pro de vuestra grúa ¡la nuestra! podéis muy pronto
saludar la luz de la victoria, podéis estar seguros del porvenir de la raza, de
la grandeza de la bien amada Benahoare.
Isla bella, madre
mía Cuánto más viajo y más lejos, más
dentro de ti estoy y a medida que las
primeras enjoyan mi gozo, más leve se me muestra la sombra de los inviernos.” …
María de las Casas. Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, junio1927.
Como escritora ganó diversos premios literarios.
Publicó también cartas a los niños, a la
mujer, a las madres a las que ensalza en muchos de sus artículos.
De regreso a Los Llanos de Aridane, continúa ejerciendo
de telegrafista, de maestra de la vida en periódicos, crónicas, en las Fiestas
de Arte. En algunas de ellas participó con otros escritores como refleja el
Diario de Avisos el 11 de agosto 1960 en Fiesta de Los Llanos.
Las estampas tenían mágicos efectos de luz y
colorido. Los trabajos literarios que ilustraron la fiesta eran de los
escritores doña María de las Casas y don Pedro Hernández…
Perteneció la señora
de las Casas a una generación de hombres y mujeres en la que no se valoraba el
talento de las mujeres. Estaban condenadas a ser lo que en la jerga del siglo
se llamó “niñas de su casa” Para desempeñar cualquier actividad necesitaban de
una extrema disciplina y mucha suerte. Marieta tuvo esa suerte porque la
disciplina fue, por fortuna, una parte de su herencia.
Su compleja
personalidad es seguramente uno de los principales atractivos de María de las
Casas. Fue leal a sí misma, con el convencimiento de que el periodismo y la
literatura eran esenciales, ya que a través de ella arrancaba los secretos a la vida, a la isla
en donde podemos pasar de la realidad al ensueño con facilidad, del cielo
enrojecido de los atardeceres al silencio inmóvil de millones de estrellas
desconocidas. Una “ciudad de ensueño”
como se le llamaba en tiempos del cronista don Pedro Hernández, Antonio Gómez
Felipe y la propia Marieta:
No sabe esta
humilde cronista qué atractivo tiene Los Llanos de Aridane. Ciudad del sueño,
se la llamó hasta hace poco. Ciudad de ensueño, le dicen hoy. Y con el prefijo,
su símbolo es exacto. En sus fiestas hay una embriaguez de vida, de animación, de alegría; se encuentra y se siente
tal afán, que nos arrastra hacia la multitud y nos hace ir a ella.
Artículo titulado:
Por nuestras fiestas. En la ciudad de ensueño. María de las Casas. (Diario de
Avisos, 16.08 1957)
¡Qué importante son
los retratos de nuestras mujeres, de sus mentes, de su indumentaria! María de
las Casas vestía sencilla, muy
sencilla. Sin embargo tenía una presencia poderosa, tanto que yo algunas veces
me quedaba como hipnotizada. Con su melenita lisa, muy blanca, según papá, era canosa
desde que tenía 35 años. Su piel empolvada y su mejillas sonrosadas, su boca
fina, sus manos… pero lo que más llamaba la atención era que a través de sus
gafas de cristales muy gruesos, a través de sus ojos brillaba la inteligencia.
Y pensé que, igual que ocurre con personajes de talento, era sólo el arte lo
que había retocado su fisonomía.
Por los años sesenta, su aspecto no parecía saludable,
aparentaba muchos años, muchos pero no descuidaba sus facultades. Seguía soñando
en ejecutar grandes planes tanto para ella como para sus nietos a quienes
enseñaba literatura, matemáticas, francés… Soñaba para ellos con posiciones
privilegiadas, inteligentes casadas/os
con carreras universitarias: abogados,
médicos.
¡Aquellas pequeñas cosas!
Eso fue hace mucho tiempo, claro, pero recuerdo bien como
de su cuello colgaba una cruz oscilando en una cadena, una cruz que simbolizaba
su creencia tan presente en su vida, en la educación y en la moral, no solo de
ella sino de la mayoría de las familias de aquella época. Pero lo que más me
llamaba la atención era que, junto al crucifijo también prendía una pequeña
llave. Una llave que abría la caja donde se guardaba los dineros de los
giros, telegramas, notas, los servicios telegráficos. Una vez al mes debía
hacer el arqueo con esa llavecita que ella guardaba celosamente.
En la casa de
Telegrafos vivían tres grandes mujeres: María de Las Casas, Juana Carmona y
Petra. Formaban parte de lo que yo llamo las heroínas de la época.
Tanto mi tía Juana
como Petra, parecían bastante mayores de lo que en realidad eran, quizás por su
forma de vestir o simplemente porque cuando somos pequeñas creemos que los
ascendientes son muy mayores. Mi tía iba y venía por toda la casa, haciendo
esto y lo otro, moviendo sus dulces ojos castaños. Organizaba la casa, ayudaba
con la correspondencia de la abuela, en la oficina de Telégrafos…
¡Aquellas pequeñas
cosas!
Papá transformó a su madre en un ser perfecto. Admiraba
su capacidad de trabajo a jornada completa, la singularidad de su talento; que
por cierto, alguien decía que es la verdadera patria universal y, hablaba de
ella con gran pasión, por eso al morir la abuela, sintió un vacío tan grande
que, me atrevo a decir que ella vivía en él después de muerta.
Escribía mi abuela de las antiguas verdades: amor y
honor, religión y piedad, sacrificio y sueños. Y desde el tiempo que todo lo
magnifica la veo sentada junto a mí, en una de las mesitas en la pérgola del
Casino de la Plaza de España de Aridane cobijada bajo las dulces buganvillas.
En los artículos de María de las Casas se vislumbran la
mujer que fue, su personalidad, los tiempos frágiles que vivió, y sobre todo el
testimonio de aquella realidad social. Le preocupaban las víctimas de la
opresión, de las injusticias de este mundo. De esa realidad que ella vivió
repleta de creación y del infortunio, de la moral rígida y la religión. Según su biógrafo se la consideró una
excelente conferenciante, poseedora de una oratoria brillante a la que unía una
vasta cultura.
El 27 de marzo de
1967, muere Marieta. Esa pérdida fue un golpe inesperado para mí, tanto que
pensé que nunca estamos preparados para las despedidas. Pero ¿Cómo se prepara
una para la muerte de una abuela? ¿Cómo prepararse para ese combate contra el
destino?
Hoy hago recuento de
mis vivencias, del Valle de Aridane, siempre igual o siempre diferente. Hago
recuento de mi memoria sentimental, de mis pequeñas alegrías y doy las gracias por todo a esta ciudad.
Pero también doy las gracias a una gran mujer, que fue mi abuela: Marieta de
las Casas.
Gracias al Área de
Igualdad del Ayuntamiento de Los LLanos de Aridane, especialmente a Elena Pais
y a Susana Díaz por esta iniciativa de mujeres PIONERAS de los LLanos de
Aridane.
Gracias al Presidente
del Cabildo Mariano Hernández Zapata por su, siempre cariñosa, presencia al
homenaje de mi abuela. Gracias a Carmencita Hernández y a Miguel Pérez por sus
emotivas palabras, así como el dúo músical compuesto por Cristina Doménech
(clarinete) y Jorge Latorre (tuba). Gracias al numeroso grupo que se acercó a
arroparnos en un precioso día soleado y con tantas actividades en la isla de La
Palma.