sábado, 30 de noviembre de 2013

ALMUDENA GRANDES "LA LITERATURA ERÓTICA SE HA MUERTO DE ÉXITO"

artículo tomado de El Comercio.com

 Corría el año 1989. La escritora española Almudena Grandes publicó la novela Las edades de Lulú. La trama: una quinceañera se inicia sexualmente. Más tarde se introduce en tríos, variantes de sadomasoquismo y homosexualismo. 
Grandes tenía 29 años y un modesto trabajo como redactora en una editorial. Ganaba poco. El repentino éxito en ventas de su libro (sólo en España se vendieron alrededor de un millón de ejemplares) hizo que replanteara su vida, que se hiciera escritora. Pese a la acogida comercial que tuvo su obra, la crítica no le restó valor literario; algo que no suele pasar. Logradas imágenes sexuales que provocaron aplausos tan incandescentes como las escenas de cama de Lulú.

Debut y despedida. En adelante, Grandes no escribió otra obra exclusivamente erótica. Abrió el abanico a otros géneros. Sin embargo, sus posteriores libros no han podido evitar, aunque sea en breves párrafos, insertar extractos sexuales con el mismo rigor veinteañero.

Grandes es una de las invitadas de la Feria del Libro, Arte y Erotismo, que se inauguró el último jueves en Guayaquil y continuará hasta el próximo 15 de octubre.

Las edades de Lulú fue publicada poco después del fin del franquismo. ¿Un libro erótico fue una respuesta política a los rezagos que quedaban de la dictadura?

Sí. Los jóvenes necesitábamos demostrar que vivir el sexo sin culpa era posible. Mi infancia transcurrió en un país donde la iglesia Católica formaba parte del Estado. Durante 37 años, los españoles habían vivido en un país donde el pecado era un delito, donde por besarte en la calle o por llevar minifalda te arrestaban, donde un hombre y una mujer no podían tomar un cuarto en un hotel si no demostraban que eran esposos. La represión sexual era tan fuerte como la política.
Pasaron de la censura sobre lo sexual a una actualidad en la que el erotismo es el género predilecto de las editoriales.

La literatura erótica se ha muerto de éxito. Antes tenía que ver con lo clandestino, con lo oscuro, con lo prohibido. Ahora ha aparecido una nueva modalidad de literatura erótica, que es la de consumo. Está dirigida a una capa muy amplia de la población que son las mujeres heterosexuales de mediana edad.

Si el campo de acción de la literatura erótica es lo clandestino, ¿tiene sentido el género en una actualidad en la que el sexo está socialmente aceptado en las letras? 

Ya no hace falta de la literatura erótica para hablar sobre sexo. El erotismo ya no necesita circular por los márgenes. Puede hacerlo por las avenidas principales. Pese a eso, el apogeo de determinadas formas de literatura eróticas, como (la novela) Cincuenta sombras de Grey, me parece un retroceso.

¿Por qué? ¿De qué valores estéticos carece esa novela?

Maneja la estructura de un cuento de hadas: idilio-conflicto-idilio. Una chica que no es guapa que enamora a un millonario guapísimo, que tiene un yate, un helicóptero. En España hay un chiste que tiene mucho éxito: "¿Por qué las chicas ven películas pornográficas? Para ver si al final de la historia, se casan". Cuando leí el final de Cincuenta sombras de Grey, y vi que se casan y tienen hijos, no lo podía creer. ¡Es el chiste español convertido en libro!

¿Sadomasoquismo rosa?

Es un sadomasoquismo light. El supuesto sádico no da miedo. Es un falso dominante.

¿Qué insumos hacen que un texto sea literatura erótica de calidad? 

Cualquier literatura tiene que cumplir con los requisitos de naturaleza emocional y de profundidad. La literatura tiene que ver con las preguntas, no con las respuestas. El problema de estos libros es que dan respuestas muy facilonas. Eso es nocivo para la literatura.
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martes, 26 de noviembre de 2013

A D I V I N A N Z A, PIETRO ARETINO


Yo tengo, señoras, mías 
cierto objeto que,
aunque es de dos,
el amor lo hace uno;
vosotras lo tenéis también.
Es de color blanco,
Su cabeza es púrpura
Y su pelo es negro cual la tinta.
Se levanta si se le toca,
Siempre tiene leche en la boca;
a menudo crece y disminuye;
no tiene ojos, pero atiende,
no tiene orejas, pero oye,
no tiene nariz, pero olfatea,
gusta, toca y penetra.
Ahora mis señoras, a fe vuestra,
¿podéis decirme lo que es?  (Pietro Aretino)


Pietro Aretino  1492 -1556 fue un escritor italiano, dramaturgo, poeta y escritor satírico, Ejerció una enorme influencia en el arte y la política contemporánea y moderna e inventó la pornografía alfabetizada.  Nacido fuera del matrimonio en Arezzo ( Aretino, "de Arezzo"), y casualmente educado luego desterrado de su ciudad natal, Aretino pasó una década formativa en Perugia, antes de ser enviado, muy recomendable, a Roma. Un rico banquero y mecenas de Raphael lo tomó bajo su ala.

Cuando Hanno el elefante, mascota del Papa Leon X murió en 1516, Aretino escribió un panfleto satírico titulado "La Última Voluntad y Testamento del Elefante Hanno." El panfleto fue un éxito tal que comenzó la carrera de Aretino y lo estableció como un satírico famoso.

Conocido principalmente por sus escritos licenciosos (sobre todo por sus Sonetos lujuriosos), inspirados en los grabados erótico-pornográficos del pintor Marcantonio Raimondi sobre dibujos de d Giulio Romano.
SONETO I  (Un poeta recita a su amada bellos versos, hasta que ésta, furiosa, reclama menos palabras y más hechos)

-Amémonos sin tasa ni medida/ puesto que para amar hemos nacido/ adora mi gorrión cual yo tu nido/ pues sin ellos ¿valdría algo la vida?/ Y si aún luego de ésta extinguida/fuese posible amar, bien querido, / a gritos pediría el bien perdido/ para seguir gozándote todavía./ Gocemos cual lo hizo regiamente/ la primera pareja de mortales/ bien aconsejados por la serpiente

En el mismo periodo escribió la obra teatral La cortigiana (La cortesana), comedia ambientada en las fechas anteriores al Saqueo de Roma (1527) y paródica de Il cortegiano (El cortesano) de Baldassarre  Castglione. 

Desarrolló obras moralizantes que le congraciaron con el ambiente cardenalicio que frecuentó. También es digno destacar los "Raggionamentti" o "Diálogos Amenos" que relata las aventuras de la Enana, una prostituta que se iniciara como tal en un convento, donde descubre la vida oculta de monjas y frailes, y presencia las más descabelladas y aberrantes escenas de sexo, en las que participan desde el obispo y la abadesa, hasta el último de los sirvientes, donde se practican toda clase de perversiones y se inventan algunas hasta entonces impensadas. Y que le dieron a su autor una fama inmortal.

Es uno de los intelectuales más representativos del espíritu renacentista italiano y una de las figuras que mejor muestran la superación de la visión teológica y ética medievales.

 Sus escritos sobre arte y sobre Tiziano especialmente, propiciaron múltiples encargos e incidieron en el prestigio internacional de este pintor.
Aretino es recordado sobre todo por sus letras, llenas de adulación literaria que pudiera recurrir a un chantaje. Estos escritos le valieron el apodo peligroso Ariosto le dio: flagello dei principi ("azote de príncipes"). Las primeras traducciones al inglés de algunos de los materiales más subida de tono de Aretino están empezando a llegar a los mercados.



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sábado, 23 de noviembre de 2013

Poema a mi libro MOBY DICK EN LAS CANTERAS BEACH

ADAGIO DEL AMOR
QUE NO QUIERE MORIR
(Moby Dick)
A mi amiga Rosario Valcárcel

Los recuerdos abrazados
al palimpsesto de la necesidad.

En un primer origen
que da respuesta
al crisol postulante en los estanques.

Y aunque estás lejana
un delirio de pasos quedos
se detiene en las arquerías del Ser.

El mar se ha vuelto
más alto girando como un tío-vivo
en un adagio sin fronteras.

La existencia recuerda tu nombre
posada en la resurrección de otra resurrección.

Ese Tiempo con un clavel en la solapa
que semeja a un nuncio
abriendo ventanas de tres en tres.
Ausente de obeliscos  Saturado de guirnaldas,  Luís Ángel Marín Ibáñez

También define Luis Ángel Marín la escritura de Rosario en Moby Dick en Las Canteras Beach y dice:

 Cuando la palabra va más allá de la palabra y se convierte en Tiempo quedamos atrapados en un umbral desconocido y es aquí cuando la voz de Rosario Valcárcel emerge como un laberinto de colores imaginarios y nos sentimos preludio y final de ese testamento inacabado que es la novela maravillosa-Moby Dick--delatando el susurro invisible y también el aliento mediúmnico de los signos que no han dejado de cantar...te felicito mi querida amiga ante tanta grandeza...me has regalado un pedazo de infinito. Mil y mil veces gracias.

Luis Ángel Marín Ibañez nacido en Zaragoza, licenciado en Filosofía y Letras, poeta de vocación tardía comienza a escribir en el 1998. De su primer poemario Romances del Alma, dijo el cultural ABC:  El poeta se erige como creador por antonomasia, crea y recrea, su universo poético, se fragua como acontecimiento único, detiene el Tiempo en caracolas de agua.

Concierto  de las horas pensativas, se funde en él, la razón el ensueño y el delirio.

Los atabales del Silencio es un doble poemario que estructura en dos partes. La primera Del Silencio a la música mantiene el proceso de integración con el Silencio y la Música, mientras que el segundo “En la frontera de lo no visible”
Otro poemario El imperio del Haiku, está presidido por el simbolismo y el intelecto.

Con tres conceptos de escritura y nos presenta Trivium. Y por último nos entrega Los Altares de Eros.  Un poemario que el prologuista Alejandro Lattapiat lo define como canto y búsqueda que se ha extendido a través de los tiempos y habita a la sombra del poema y es una luz muda que solo el poeta puede dictar en su palabra.

Luis Ángel Marín ha recibido numerosos premios de poesía tanto en España como en Buenos Aires o en Estados Unidos.


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lunes, 18 de noviembre de 2013

UN DÍA DE CIRCO

                                                                                                                   A la isla de La Gomera
El deseo es el motor del universo, el origen del
hombre y su final, y nada podemos contra ello, Marqués de Sade

                Si yo hubiese estado casada, igual no me habría fijado en Roque. 
 
                Yo esperaba un hombre. Acababa de conocerlo y lo observé con curiosidad. Parecía un ser prehistórico, superviviente milagroso de algún movimiento telúrico. Lo miré desde lejos y pensé que no se había adaptado a las nuevas exigencias del mundo. Era faquir en el circo que había llegado a San Sebastián de La Gomera, donde yo vivía. Las instalaciones las ubicaban entre el Cielo y la tierra en una explanada muy cerca del muelle. Me acuerdo que me puse muy contenta. Nunca había visto un faquir de cerca, sólo en la televisión; por eso un deseo irresistible me empujó a acercarme a ese hombre, a hablarle.

                -Hola, me han dicho que usted trabaja en el circo. A mí de pequeña siempre me atraían los circos, especialmente cuando actuaba Pinito del Oro, una trapecista canaria que sabía jugar con una silla encima de la barra del trapecio.

Se sonrió con mi recuerdo y estrechó mis manos entre sus fuertes manos. 

Su pecho lo llevaba descubierto y por pantalón dos pedacitos de seda. Ah, y unas cuantas lentejuelas sabiamente distribuidas sobre su carne desnuda. Entonces me comentó que el circo se construye todas las noches, una lucha por fomentar alegrías y sueños, una batalla donde no cabe el desánimo, la desolación, ni las convalecencias. Yo lo seguí. Me fui con él. Los que estaban en la cola empujaban. Uno de ellos me gritó que me había colado. Los colores de las banderas y de la carpa se desplegaban. Les volví la espalda a todos y cogida de su brazo entré orgullosa en aquella gran arena.

         -Este trabajo es una pequeña comuna.

         Lo observaba, parecía una estrella de cine. Tenía un cuerpo sensual, macizo, robusto, sabía el modo de explotarlo. Lucía una muy bien cuidada barba negra para infundir respeto. No pronunció frases galantes pero los pelos se me pusieron de punta cuando me dijo:
       -¿Te atreves a ir a la cama de clavos conmigo?

       -¿Estás seguro de que estaré cómoda? –le contesté riéndome.

      -Sí, sí, estarás a gusto. Los clavos acariciarán tu piel como si fueran mis dedos.

Me puse colorada igual que un tomate, mis mejillas ardían. Estaba poseída por el furor de vivir la experiencia más delirante de mi vida.

                ¡El espectáculo va a comenzar!

                El mar estaba muy cerca, se insinuaba con lentitud. Algunos días se aproximaba a la carretera y la bañaba. Quería alcanzar el asfalto, recuperar el terreno que poco a poco le habían ido arrancando. Los saltimbanquis, payasos, domadores, trapecistas, acróbatas y muchos más hacían el desfile con atuendos sugerentes. Bordeaban la pasarela del escenario, bañados de escotes sensuales con inscrustaciones de plumas y grandes capas en lamé doradas. El corazón me dio un vuelco. La arena del redondel se volvió pegajosa, olía a lujuria, a apareamiento, a supervivencia.

No entendía como aquel cuerpo, con el torso en cueros, ungido con una crema protectora, podía soportar el dolor. Me conquistó su cercanía, su cintura, los hombros cuadrados, sus enérgicas piernas, su vanidad, su perturbación. Estaba segura de que tendría los riñones destrozados. Se le saltaron unas lágrimas, a mí también. Nos miramos y comprendí que le excitaba, se deleitaba. Le gustaba descender a los infiernos, jugar con el sufrimiento, rozar la muerte. Mi corazón se aceleró y, sin darme cuenta, estaba temblando. 

Si yo hubiese estado casada, igual no me habría fijado en Roque.

Tenía treinta y cinco años. Todas mis amigas me hablaban de sus maridos, de lo galantes, locos, amenazadores o tiernos que eran. De sus noches de amor, de sus excitaciones y hasta de sus jadeos. Le rezaba a San Antonio de Padua, le encendía unos cirios, le rogaba que me enviara un novio. Deseaba tener un hombre en mi cama. Me negaba a vivir dormida como mi isla.

Por eso aquella tarde lo miré con peligrosa intimidad, me prometí no dejarlo.

Cerré las páginas de mi existencia. Siempre creí que los hombres estaban hechos de otra materia y en este caso no estaba equivocada. Antes de comenzar su actuación Roque encendió unas velas a su alrededor formando un círculo. Se tragaba una docena de clavos igual que si fuese una hamburguesa, se convertía en domador o en la trapecista más famosa del mundo. Las ceras ardieron hasta consumirse. Fue un signo propicio.

Un coro de voces angelicales anunció de una forma más divina que humana la llegada de una jaula de leones. La comitiva parecía sacada de un cuento de hadas. Al pasar por mi sitio, me besó la mano. El gentío bullanguero aplaudía él -igual que un pavo real- saludaba con mucho ringorrango al público. Entró en la celda de los animales vestido como un antiguo luchador romano, manejaba con violencia el látigo mientras articulaba gritos para provocar a sus fieras. Las sensaciones eran intensas, sus movimientos eran rítmicos, afanosos. Me acosó con su erotismo, me soliviantó. El corazón me latía muy deprisa. En la distancia me invitaba con sus grandes ojos. Parecía en trance.

Si hubiese estado casada, igual no me habría fijado en Roque.

Yo esperaba un hombre y él me cautivó, me cautivaron su coraje, sus gestos, su humor, su expresión. Me produjo una emoción de regocijo. Había tenido algunos novios, experiencias sexuales y amores pero el deseo no me dejaba llegar a la felicidad, por eso cuando lo vi no le di más vueltas, me olvidé del frenesí, de la salvación de mi alma, de los principios morales y hasta de los religiosos. No me importaba si era bueno o malo. Ese hombre me había impresionado más de lo normal y quería llevármelo a mi casa. Intentaba concentrarme pero un único pensamiento me distanciaba: lo veía salir de su gran jaula con el látigo en la mano, saltar sobre mí y azotarme con tal pasión que la piel se me caía a tiras.

En la arena Roque luchaba. Yo estaba frente a frente, en las primeras filas. Cerré los ojos para no distraerme, me sumergí en la caricia de sus manos a través de la fusta, recorrí la silueta de su cuerpo, noté sus piernas desnudas junto a las mías, palpé todos los rincones. Me salpicó hasta su sudor, escuché los chasquidos de la vara y los aullidos de las fieras. El poseía esa energía efervescente, ese fuego, ese arte delicado que sirve para mantener a una mujer en continua exaltación. Lo más terrible de todas esas sensaciones era que yo me había sumergido en su quimera. En su strip-tease mental. Sabía que la muerte podía merodear dentro de aquella gran celda, pero inconscientemente lo buscaba. Al igual que a los leones el olor a carne fresca me volvía hambrienta, quería cebarse.

Ocupaba el corazón de todos los espectadores. Me dejé llevar por el espejismo, escuché los aplausos, el palpitar de su piel en cada movimiento, el tintineo de los dientes, su agitación envolvente. Me sonreía, me mordisqueaba con fuerza pero sus besos no eran de vida sino de muerte. Me sacudía aquella perturbación. Tenía una habilidad especial. Gustaba a los hombres y enloquecía a las mujeres. Tuve miedo de no volver a verle nunca más.

Los sonidos se arremolinaban. Su lengua áspera recorría todas las guaridas de mi cuerpo. Me recreaba viendo el látigo en sus manos, me torturaba. Confieso que descubrí bienestar. Me entregué. Fue una borrachera de placer doloroso.

Dicen que durante el reinado de los emperadores se ideó una nueva especie de cacería en la cual los “bestiarios” no daban muerte a los animales feroces. Los abandonaban al pueblo, que se precipitaba en la arena donde se habían plantado árboles que le conferían la apariencia de una selva. Masacraban a todos los que podían. El despojo pertenece siempre al victorioso. Me dominaba la pasión y el presentimiento de la muerte.

De repente, Roque perdió su don de agilidad. Un león con las pupilas encendidas de cólera, los hombros hacia arriba y las orejas hacia atrás, le dio un zarpazo y ¡bum! Cayó en el aserrín, en la hierba seca, como si hubiese sido de plomo. El rey de los animales bramaba después de dar algunas vueltas por la arena. Rugió con satisfacción y orgullo, desafiando al universo.

-¡No te muevas! –le gritaban-. ¡No te muevas!

Salí corriendo de la carpa. No quise saber cuál fue su destino. En los alrededores se había instalado un mercadillo circense. Vendían toda clase de artilugios. Yo seguía corriendo y me encontré con el mar, su costa acantilada, su arena azabache y sus aguas adormiladas. A mucha distancia las terrazas y los bancales, las brumas deshaciéndose. Los palmerales y el paisaje encantado con sus roques gigantescos. Pensé en zambullirme, pero seguí corriendo. El viento de la muerte sacudía mis sentidos. Parecía que me llegaba el olor de la arena y de las piedras. No podía detenerme. Sabía que el circo se marcharía y no lo volvería a ver. Estaba triste, el esplendor de lo desconocido había nublado mis ojos. El azar quiso que el deseo por Roque se apoderase de mí. 


Seguía corriendo, cuando a lo lejos escuché:

-Compren y no se arrepentirán.

 En la tómbola la gente jugaba a descubrir su futuro.

-Ganarán el reloj que marca la hora exacta de la muerte.


Relato entresacado de mi libro DEL AMOR Y LAS PASIONES.

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jueves, 14 de noviembre de 2013

REPRESIÓN Y MUERTE

 ARTÍCULO DE EDUARDO  SANGUINETTI, FILÓSOFO RIOPLATENSE

Mientras desde el gobierno se propone un modelo de sociedad suave, dulce y austera, tan sutil y complejo como una caricia, la realidad dispone y se entrevé rotunda, agria y dura como una trompada.

Hay demasiados muertos sin vigencia en una comunidad como la uruguaya, sentenciada por un sistema judicial y policial represivo, necrótico y disfuncional, que promueve sus héroes desde las pantallas y redes de la web, al servicio del simulacro.

Lo que llamamos vida guiña su ojo económico y las renuncias necesarias de funcionarios incapaces nunca llegan.

Me refiero de manera puntual a los violentos acontecimientos que vienen sucediendo hace un tiempo en mi querida tierra uruguaya, donde la justicia está de la mano de la desmesura y el anacronismo en acto.

Así pasan los días y las horas se convierten en asuntos negociables, todo tiene valor en moneda. El mercantilismo impuso su substancia, ante el amparo de la ley, cual contragolpe constitutivo de discontinuidad al denominado orden vigente.


Desde hace un tiempo, se convirtió en rutina ver cómo se ejecuta a jóvenes y se mercadea, prostituyendo a niñas menores de edad en Uruguay y se judicializan marchas de reclamos a los poderes. La incertidumbre crece, la impostura se enriquece.

Una situación de bajas defensas, perfecta para el advenimiento de todo tipo de nostalgias de disciplina o de obsesión de diferencia: la puerta abierta a fundamentalismos, racismos, academicismos, castrismos y mesianismos, camuflados de progreso, cual rutina de existencia degradada de un ejército de sonámbulos.
Creo que vivimos en un estadio donde la democracia ha tomado perfiles muy difusos. Si por democracia entendemos el ejercicio efectivo del poder por parte de un pueblo, que no está dividido ni ordenado jerárquicamente en clases, es claro que estamos lejos de una democracia.

Me parece muy evidente que estamos viviendo bajo un régimen de dictadura de clase, de un poder de clase que se impone desde la violencia, incluso cuando los instrumentos de esta violencia son institucionales y constitucionales.

Entonces, hablar de democracia en esta situación carece de sentido.

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domingo, 10 de noviembre de 2013

LA VIDA DE ADÈLE, película..

Hace unos días fuimos a ver una película de amor, una película francesa, una historia de una quinceañera. Una película titulada “La vida de Adéle” que nos mostró sin tapujos y sin medias tintas el inicio de un amor entre dos chicas. Los celos, la infidelidad. El reflejo de una opción estética y filosófica.

Todo un poema de amor o sobre el desamor o sobre el fracaso amoroso cuando entra en juego los celos, los temores, la transformación de amor en odio. El dolor de la ruptura, y el sufrimiento que provoca en el alma el alejamiento del ser que amas.



El director Abdel Kechiche que además firma el guión junto a Ghalya Lacroix, consigue crear el lenguaje  inquietante de una adolescente, los temblores de la iniciación al gozo de Adele, una joven de mirada inocente que se siente confundida en cuanto a su sexualidad pero que desde que conoce a Emma, protagonizada por Léa Seydoux quien luce un pelo de color del firmamento, del mar, un color que está considerado en muchas culturas como un símbolo de espiritualidad o nobleza, de sinceridad o fidelidad, su vida se transforma y descubre que es lo que quiere y necesita..

Y se siente tan atraída por ella que sueña y sueña a través de la exploración física de su cuerpo, tanto que la lleva a estremecerse furiosamente en espasmos de gozo. 

Con un deseo que es como un latigazo de pasión que sacude su cuerpo, que rompe con la monotonía de su existencia, consiguiendo despertar en ella un torbellino de sensaciones incontrolables. Un amor, que igual que una droga, desea convertir en la razón de su vida.

La película basada en la novela gráfica de Julie Maroh, le han concedido el premio La Palma de Oro en Cannes dentro de la temática en torno al amor y la pasión. A Spielberg, presidente del jurado le encantó y señaló que con este premio se reconocía el trabajo de tres artistas, de Kechiche y de las dos actrices protagonistas, las francesas Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux.
A su vez  señaló Kechiche al recibir el premio "Me gustaría dedicar a la hermosa juventud que me encontré, gente que me enseñó mucho sobre el espíritu de libertad y también a otra juventud, por algo que pasó no hace mucho tiempo, a la revolución tunecina, por su aspiración de vivir con libertad, expresarse libremente y amar con plena libertad”

La vida de Adèle se ha estrenado en Francia en muy buen momento, en plena aprobación del matrimonio gay. Tampoco ha faltado la polémica que se ha entablado entre el director y las protagonistas sobre el rodaje de las tomas de sexo. Le acusaron de rodar infinidad de tomas con carga erótica.

Pero Kechiche afirma que lo que quería era que las actrices fuesen evolucionando al mismo tiempo dentro y fuera de la pantalla. ¿Lo más difícil de esas escenas eróticas? “Construir al personaje delante de la cámara. Transmitir espontaneidad y naturalidad”

Y lo consiguió porque nos muestra con gran maestría y espléndidas imágenes, la ceremonia del amor, los encantos íntimos del cuerpo de la mujer, el enorme placer del sexo, el aleteo y los susurros, la entrega total. Nos muestra en definitiva el corazón de las protagonistas. Un corazón que contiene desde la época del poeta Catulo: la libertad de los amantes, el amor como infracción, y los celos.

Porque es una película que va más allá del amor lésbico, de un amor que es sometido a pruebas, a dudas, celos, fiestas. Una película romántica que muestra el alma de dos mujeres, la belleza y la perfección física de Adèle y Emma que despojándose de toda gazmoñería, practican con exquisito refinamiento la plenitud del amor, la embriaguez delirante del sexo,  la magia de sus emociones y sentimientos.  El amor y la pasión.


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