A Eduardo Sanguinetti, Héctor Celano, Gloria y Vicente Battista
Después de quince horas de vuelo llegamos un domingo muy temprano a Buenos Aires. Y a pesar de que nos habían dicho que era el mes del año más cálido, nos recibió un tiempo incierto con grandes nubes blancas y grises, que afortunadamente muy pronto adquirieron una claridad diferente, nueva, excitante.
Esa sensación de frío nos animó a llegar a la Avenida de Mayo a acercarnos al Café Tortoni, a tomarnos un café calentito. Un lugar bello por sus espejos, lámparas y sus paredes revestidas de madera noble. Hay quienes aseguran que el café es casi tan importante como el petróleo en el mercado internacional y en la vida cotidiana. Lo cierto es que a mí el Tortoni me recordó el Gijón de Madrid porque en ambos se reunían delante de una taza de café Camilo José Cela, Fernando Fernán Gómez, entre otros políticos, poetas, escritores. Y en el Tortoni lo mismo, asistían personalidades como Alfonsina Storni o Jorge Luis Borges…, quizás en ambos lugares con la ilusión de cambiar el mundo.
Seguimos por la Avenida del Libertador y contemplamos el recuerdo de Evita Perón. Visitamos algún Museo, que por cierto, son gratuitos. Pero mi estado de ánimo saltó de alegría cuando conseguimos unas buenas entradas para disfrutar de la ópera maestra de Verdi, Rigoletto en el Teatro Colón. Monumento Histórico Nacional, construido entre los años 1890 -1908. Y pensé que, la amarga venganza de Rigoletto, si fuese creada hoy sería censurada porque nos presenta el mundo de la corrupción, perversión, abuso de poder, violación. Desgraciadamente todo muy actual, como es actual que el aborto sigue siendo delito en Argentina, un país tan avanzado. Estos días precisamente ha vuelto a ser rechazado la ley ILE por el Congreso.
Durante la semana echamos a andar por calles y más calles siempre concurridas como la Diagonal, la calle Corrientes convertida en el paseo de la fama. Homenajean a cien figuras de las estrellas del espectáculo y la cultura. Me llevé una alegría cuando leí la estrella dedicada a Joan Manuel Serrat. Continuamos por la peatonal de Lavalle en donde los antiguos cines han sido sustituidos por templos de diferentes creencias religiosas o por la calle Florida, arteria comercial del centro porteño en donde cada paso hay un hombre o una mujer que grita constantemente entre la multitud:
-¡Cambio, cambio, cambio! Debe ser un buen negocio porque hay decenas y decenas de personas gritando la misma cantinela.
También llegamos al barrio más antiguo de la ciudad, a San Telmo la zona donde nos cuentan que se instalaron los primeros habitantes de B. A. Originalmente, fue habitado por familias aristocráticas hasta que la epidemia de fiebre amarilla de 1871 obligó a moverse hacia el norte. Destaca por sus casas centenarias, iglesias antiguas, galerías de arte, plazas y patios con aljibes que sugieren una estampa detenida en el tiempo. Y calles empedradas por las cuales circulaban los tranvías. Conservan en Buenos Aires 4.000 calles adoquinadas muchos de ellas del siglo XVIII.
Y cómo no, nos acercamos a la leyenda presente de Evita. La pérdida de una mujer a la que siguen queriendo y con la que siguen viviendo. Ella enterrada en la tumba de la familia Duarte en la Recoleta. Un cementerio repleto de impresionantes esculturas, monumentos y mausoleos de mármol o piedra, bronce o granito. ¡Qué pena que Evita no tenga un monumento para ella sola!
Visitamos la Fundación Cultural Kirchner, un espacio para artes plásticas, espectáculos musicales y exposiciones, inaugurado el 21 de mayo de 2015. Solo añadir como nota emotiva que está ubicado en el edificio que fuera anteriormente sede del Correo Central de Correos de B.A. Creo que es el más importante en tamaño de América Latina y el tercero a nivel mundial. Aunque yo me llevé un desencanto tal que, con la cara pegada a los colosales cristales que revisten el salón principal, sentí como si flotara en un cielo vacío, ya que curiosamente aquella mañana estaban todos los espacios cerrados. No había ninguna actividad.
Pero no nos desanimamos y nos encaminamos al histórico estadio la Bombonera y a Caminito, uno de los paseos más emblemáticos de la ciudad, en la que numerosos inmigrantes eligieron este sitio para establecerse, ante las posibilidades laborales que allí existían. Construían sus casas de madera y chapa, sobre pilotes, para hacer frente a las crecidas del Riachuelo y pedían los sobrantes de pinturas en los astilleros para colorear las paredes. Más tarde llegaron bohemios, pintores, escultores, músicos y cantantes.
Un barrio hermoso lleno de vida, de parejas que bailan tango para los turistas, que acentúan el desamor o la nostalgia, de aquel antaño ambiente cargado de tristeza que se respiraba en las salas públicas. Mi estado emocional saltaba de alegría y me esforcé con uno de esos “bailarines” de turno, que acechan a las viajeras despistadas y, juntos, yo di torpemente unos pasitos de tango. Al final me enseñaron una foto en la que refleja, para mi vanidad, que no lo hice tan mal como yo pensaba, jajajaja.
Y tuvimos suerte porque el día que visitamos el Delta del Tigre, soplaba una ligera brisa y el sol brillaba con una luz tan intensa que ayudaron a transportarme a un lugar donde reina una vida absolutamente inusual. Zonas residenciales con chalecitos, ocultos entre la arboleda, bañados por brazos de agua que se unen al enorme río de la Plata. El paseo en lancha terminó en el glamour de los rascacielos de Puerto Madero.
Pero nuestro viaje no hubiese sido completo sin la presencia de tres amigos escritores, de tres seres familiares, entrañables. Eduardo Sanguinetti, con el que compartimos anécdotas atrevidas, familiares, literarias, gastronómicas, amorosas y atrevidas. Él nos llevó a una pizzería, fundada en 1934 llamada el cuatito en la calle Talcauano.- Aclaración que me hizo mi amigo Maximiliano Crespo Naón y que agradezco profundamente- Es entrañable y ruidosa pero los porteños se sienten muy orgullosos. .
Con Héctor Celano, argentino poeta amigo, disfrutamos de su sonrisa que yo definiría: experta y sutil con unas jarras de cerveza, que llaman chopp en Argentina. Intercambiamos bromas e ideas mientras nos contábamos nuestras historias. Nuestro amigo ha visitado la isla recientemente y él junto a las poetas Mariló Álvarez y Rosario Valcárcel participamos en recitales poéticos en Gran Canaria.
Finalmente, y no precisamente en ese orden, compartimos con una pareja amiga, Gloria y Vicente Battista, él autor de novela negra, relatos, escritor de prestigio y premiado con el Planeta de Argentina. Nos invitaron a su casa a una excelente cena con entrantes variados, ensalada, bife de chorizo y ese buen vino del que tanto presumen los argentinos. Y hablamos del recuerdo de Las Malvinas, de Macri y de Cristina K, de que Argentina está muy mal, de lo humano y de lo divino y nos contamos historias comunes y, llegamos a la conclusión de que los afectos nacen en un momento y vuelven en un eterno retorno sobre sí.
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