Actuamos como pensamos y con nuestras acciones hemos forjado el mundo que tenemos hoy, un mundo en el que las mujeres ya no estamos atadas como un Prometeo, somos cada vez más visibles, estamos presentes en los ámbitos de la ciencia, la cultura, la política, en la sociedad en general, y todo ello se ha conseguido gracias a la necesidad de establecer relaciones positivas y alianzas para eliminar la discriminación.
Y esa toma de conciencia individual, ha generado en la mujer apoyos mutuos para lograr el empoderamiento, ha transformado nuestra forma de pensar, de sentir, de ver, comprender y actuar. Nos ha llevado a disfrutar la bondad de la vida, a estar y a convertirnos en seres mejor preparadas y con una riqueza interior tal que reflejamos lo que somos en cada idea y en cada acto o trabajo por pequeño o grande que sea. Nos ha llevado a construir un mundo mejor.
Y un mundo de solidaridad es lo que se ha propuesto en su vida María Lulia Fernández, La Mujer destacada este año 2020 por el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane, a través de la concejalía de Igualdad y la concejal del área Elena País tras analizar las propuestas de los ciudadanos del Municipio enviadas a través de la web.
María Lulia Fernández Rodríguez, nació en Fuerteventura, porque a su padre Augusto que era guardia civil lo destinaron allí y a los pocos años a Toledo donde murió. Su madre Lulia ya viuda, abatida por el destino, pensó en su Tierra, en los misterios y la belleza de su origen. Pensó en los pinares que fluyen y vuelan por la arena del volcán, en sus flores arraigadas a la tierra. Decidió volver a isla de La Palma.
Y gracias a la protección y ayuda de familiares logró volver a Los Llanos de Aridane en donde María Lulia concibió sus primeros sueños.
Una niña que, en seguida, aprendió a moverse por el mundo, una adolescente que ya poseía muchas virtudes, llegó a ser la Reina de las Fiestas de nuestra Patrona, la Virgen de Los Remedios. ¡Qué guapa estaba con su vestido largo, entre danzantes, músicos y dioses, en aquel escenario simbólico que recordaba el mundo grecolatino! Escenificó tan bien la situación que aquella noche algunos espectadores comenzaron a descubrir el significado de sus valores.
Muy pronto, María Lulia mostró un gran amor por las cosas del pueblo, por la gente de Los Llanos. Se propuso ayudar a las amigas, a las vecinas, a la gente mayor. Se sentía feliz aquellos días en que buscaba un hueco para acompañar a doña Magdalena Carballo y leerle párrafos de libros, mientras la maestra con los ojos cerrados se llenaba del aroma de las palabras. También escritora y casada con Antonio Gómez Felipe. La Corporación Municipal le otorgó al odontólogo y naturalista por sus méritos el título de Hijo Predilecto y Medalla de Oro y más tarde el nombre de este precioso parque. Un parque tan imaginativo que nos recuerda a Gaudi.
María Lulia, pertenece a esa especie de mujeres que podríamos calificar como románticas y soñadoras, pero en modo alguno fantasiosa sino con el impulso generoso de colaborar con las personas menos afortunadas, quizás, porque sabía que la vida es lo que se ve en los ojos de la gente. Y tomó conciencia y se implicó en el mundo vecinal, organizó tertulias con amas de casa, sobre cómo administrar la economía, consejos de moda y belleza e incluso talleres de cocina. Convenció a un grupo de señoras para que realizaran el curso de Animadora Socio-Cultural y llegó a ser la Presidente de la Asociación de Amas de Casa en los Llanos, quizás intentando convertir a las madres de familia tradicionales en un recuerdo.
-La casa era una constante entrada y salida de mujeres del pueblo para sus reuniones, sus gestiones. Todos éramos hijos de todos. Nos criamos entre todos. -Recuerda su hijo Carlos.
Al llegar la separación matrimonial, la cabeza le dio vueltas y revueltas pero tomó las riendas de su propio destino y siguió el viaje de la vida con sus hijos: Eduardo, Amelia, María José y Carlos.
Y como era una Madraza se convirtió en un ejemplo de esas madres palmeras, de esas madres poderosas, entregadas que multiplican su amor, su fe, su existencia por su familia, con un gran espíritu de lucha, incluso en los tiempos complicados y difíciles de postguerra, donde la pobreza y la alegría no parecían incompatibles pero había tan pocos medios que era preciso echar mucho, mucho empuje a los proyectos.
Un día mamá y la abuela -me añade Carlos. -Me prepararon la maleta y me llevaron al muelle para que me subiera al barco. Mamá, casi sujetándome de la mano, me obligó a tomar esa determinación, me obligo a ir a la Universidad de La Laguna, a pesar de que yo quería quedarme en La Palma para echar una mano en la Administración de Lotería que había heredado de la abuela.
Y en sus momentos de soledad, María Lulia reivindica el derecho de soñar, y sueña con la creación del Colegio Taburiente. Un colegio para niños con habilidades diferentes. Imaginó cómo podía cambiar sus vidas, imaginó otro mundo posible, e incansable imaginó una hermandad humana como cantaba John Lennon. Y tocó y abrió puertas y el sueño se cumplió. Pero le esperaban más sueños, más proyectos, como ser Miembro de la Asociación de vecinos Francisca de Gazmira en la que se realizaron junto con el apoyo del Casino y del Ayuntamiento de Los LLanos y del Cabildo de la isla, numerosos actos culturales. María Lulia llegó a ser también la Vicepresidenta de dicha Asociación.
De pronto, se supone aún adolescente y sin poderse resistir, hace suyo el deporte por allá por los años 90. Colabora con la escuela de Fútbol Base en el baloncesto femenino y practica tenis con tal entusiasmo que participa en campeonatos en Valencia y Barcelona. Y en esa misma década ingresa en la Asociación de los Amigos de la Música del Valle de Aridane hasta nuestros días. Hoy sigue siendo la Secretaria.
Y como los azares de la vida son muchos, a comienzos del siglo veintiuno tuvo que hacer un viaje a Tenerife y conoció a la Presidenta Provincial de la Asociación Española Contra el Cáncer, Esther Tellado, y después de una larga conversación comprendió aquella frase de Camus en “El revés y el derecho”
- No hay amor por la vida sin desesperación por la vida.
Entonces, se juró para sus adentros que desde ese día trabajaría y trabajaría hasta fundar la Junta insular de la isla de La Palma. Dos años más tarde se hizo realidad. Una asociación que es todo un desafío, un amor que es más que humanitario, un trabajo en el que todas/ os deben hacer sacrificios para cumplir el sueño.
Eficaz, hogareña, conciliadora, amiga de sus amigas y creativa a la hora de plantear la búsqueda de recursos para las actividades, como las cenas benéficas que en equipo con sus compañeras/ os, organizó en el Hotel Sol La Palma de Puerto Naos, en el que causalmente tuve el privilegio de ser invitada para conducir la gala en su novena edición.
Derrochaba su talento abrumador a diestro y siniestro, tanto que cada mañana al llegar a la oficina hablaba y hablaba de posibles fuentes de financiación, de los futuros proyectos que imaginaba y lo hacía con tal entusiasmo y desasosiego que parecía empujada por una gran marea que avanzaba y avanzaba hacia nosotros, atrayéndonos y cautivándonos sin remedio.
-¿Pero tú, anoche, no dormiste, Mary Lulia? –Le preguntaban las compañeras.
Ella las miraba durante un momento, suspiraba y contestaba:
-Es que vengo con unas ideas, con unas ideas maravillosas, maravillosas.
Ella sabía a dónde iba. Poseía la cualidad de proclamarse líder, imaginaba situaciones imprevisibles, evaluaba rápidamente una situación, encontraba las palabras, daba las indicaciones precisas y conseguía que la obedecieran, quizás porque poseía un don innato para hechizar a los demás y lograr que le hicieran caso o porque su corazón estaba preparado para la difícil aventura de la generosidad.
Fue la Presidenta de la Junta Insular de La Palma desde el 2002 hasta el 2017 que se jubiló.
Gracias María Lulia.