En la segunda planta del Centro Comercial "El Muelle" hasta el día 5 de julio.
…El vino, diabólica tentación de los dioses
nos rodea con
brazos apasionados,
nos
transporta a regiones soberanas, al fluir
de las
épocas, a emociones irracionales,
a la
embriaguez de Lot…. Del libro de poemas “Himno a la vida”
Nos dice Mauricio Wiesenthal,
escritor y enólogo, que la historia del Vino es la historia del Arte, del campo y de nuestras raíces, de los
olores, de la lluvia y el fuego.
El vino forma parte no sólo de la cultura de España sino de la universal. Está unido a las sensaciones descorchadas en torno a la alquimia, al color manoseado por el agua, el aire y la tierra. Al hombre prehistórico que ya elaboraba vinos, a la religión, motivo literario en la Biblia, a los cantos mitológicos. A la historia de la pintura, de la poesía y la danza.
Desde la Edad Media en la literatura española la mujer recolectora
es protagonista de coplas en las que el novio o el pretendiente la distrae de su trabajo para
rondarla: "Mocica vendimiadora/ sal de la viña al camino/ porque te viene
a rondar/ el que ha de ser tu marido". La cultura del vino ha sabido
expresar el candor sensual, la decoración, los accesorios, el diseño en forma
de carmesís, púrpuras y escarlatas como regalo de los dioses.
Los creadores plásticos siempre se han dejado llevar por la
iconografía vinatera, por sus armonías brillantes y vibrantes, por ese lenguaje
de la Tierra donde a través de metáforas podemos percibir como tiembla el arte
del paisaje, sus sonidos y sus composiciones, los desfiles dinámicos que hierven
cuajados de viñedos, la algarabía de un ciclo vegetativo que germina bajo
la surcos y que el hombre desentraña con ese carácter artesanal del oficio.
Temas pictóricos como pedazos de la Creación, o las hojas
verdes escalando el viento o los tallos
tratando de encontrar la luz. El racimo de la uva o el tintineo de una copa, o
las burbujas y la fragancia de una botella de vino. Sensaciones placenteras. Las
nubes y el cielo que describen en el aire gestos, hojas luminosas como signos de vida, sugerencias
de una Naturaleza generosa, Pueden ver el racimo de la uva o el tintineo
de una copa, o las burbujas y la fragancia de una botella de vino. Sensaciones
placenteras. Las nubes y el cielo que describen en el aire gestos, hojas
luminosas como signos de vida, sugerencias de una Naturaleza generosa. Pinturas
que también han sido plasmadas por infinidad de artistas desde el español
Francisco de Zurbarán hasta el americano Andy Warhol.
Y hoy Diego Casimiro junto a
Beata Pawlowska han creado un espacio de fusión artística, uniendo tres artes:
vino, pintura y música en un solo acto de maridaje. Han
llegado a un acuerdo con diferentes bodegas de Canarias para acercarnos a sus
variadas marcas, al proceso de elaboración de estos deliciosos caldos, a la
cata típica, al sabor y al aroma, al sentimiento que fructifica en ese mundo
misterioso que nace en el corazón de la Tierra. A la esencia entre la pintura y
la enología. Nos ha acercado al inspirador de la locura y el éxtasis, a
Dioniso, a aquel dios de la vendimia que animaba a pecar en las bacanales.
Han convertido el arte del vino en arte plástico, en un
pretexto del acto musical-lírico con la actuación del Ballet de Las Palmas de
Gran Canaria Gelu Barbu representando una coreografía de sus Directores Miguel
Montañez y Wendy Artiles sobre la
conocida opereta "La viuda alegre" con música de Franz Lehár.
Han creado un espacio artístico con todas esas emociones que
sugiere el alcohol, y en donde una treintena de pintores nos introducen a
través de sus lienzos en la esencia de los viñedos: Las formas de cultivo, la
cosecha, el fruto, la recolección y los lagares.
En definitiva el paso a paso para reflejar a
través de una paleta de color la modulación de la luz centelleante, los valores
de antaño, las emociones. Plasman los artistas una mirada panorámica y extensa de
lo que representa la Naturaleza a pesar del deterioro y la destrucción
del planeta. Una mirada poética del color a través de la perspectiva insular
que equivale la mayoría de las veces a soledad pero también a belleza, a la
fuerza telúrica del paisaje. A la vid: la carnosidad de los racimos de uvas,
las hojas de las viñas, algunos conseguidos con gran detallismo y otros a
través de planos generales. Imágenes que representan más imágenes.
Un espacio artístico repleto de símbolos y elementos, de
viñedos como fuga de colores, de litros envasados en seductoras botellas. Una
exposición en la que hay
que estar dispuesto a brindar con una copa llena, porque su razón de ser es la celebración del placer,
de la vida.