Por Eduardo Sanguinetti,
Murió Diego Armando Maradona,
el argentino que fue algo más que el futbolista más grande de la historia del
fútbol. Referente ineludible de esta tierra argentina, que ha sabido como nadie
representar en el mundo, que hoy llora su muerte.
Símbolo de la argentinidad, pese a
cualquier opinión, se puede convenir que como a la mayoría de los símbolos de
la República Argentina, el valor histórico de Diego Armando Maradona es, hasta
hoy, objeto de un riguroso escrutinio público que alcanza meticulosos niveles
de detalle que no admite matices, de histéricos informantes de medios
periodísticos, deportivos, políticos, sociales y porque no culturales.
Diego estuvo siempre junto a los
humildes y oprimidos, jamás ha renegado de su pertenencia, enfrentando cara a
cara a los mafiosos del poder y de la FIFA como lo ha dejado demostrado en cada
acto de injusticia y de traición a los olvidados, cuando los buitres
sobrevolaban sobre su cabeza y el miserable entorno de "chupasangres"
que lo acompañó siempre, intentaron degradar su emblemática figura elevada a
símbolo por millones de hombres y mujeres del planeta.
Ha amado a Cuba, al "Che"
Guevara, al comandante Hugo Chávez y a Fidel
Castro, su amigo y hermano, símbolos de la revolución que no ha terminado
de cristalizarse en nuestro continente. “La Patria Grande” ha perdido a uno de
sus más emblemáticos representantes, a pesar de los cipayos que nunca han
dejado de difamar e insultar sus maneras y modos, tan legítimos a la hora de
expresarse en total libertad de expresión, no dejando nada en el “tintero”, en
sintonía y fidelidad con sus convicciones e ideales, expuestos en cada espacio
donde ha estado, como acto de vida.
El mejor jugador de fútbol de la
historia, inigualable, con garra de campeón, soportando lo insoportable se
levantó una y mil veces. Será eterno a pesar de los buitres que intentan
siempre degradarlo, como a todos los superlativos seres que hacen de la
humanidad una especie que puede ser superada. Generador de arte, y doblemente
amado por su compromiso y conciencia social, el que no entiende esto, creo no
ha conocido a Diego Armando Maradona.
Recordemos que no dio la mano al
dictador Jorge Rafael Videla, cuando tantos conocidos lo han hecho,
tampoco aceptó la invitación de la reina de Inglaterra, estuvo en el ALCA
contra George Bush, junto a los presidentes progresistas de aquel
momento.
Si los jugadores de fútbol tienen
derechos y gremio es por el que luchó a brazo partido para que los partidos se
lleven a cabo en cada país, logrando que se respete a Bolivia. Todo esto hizo
de Maradona mucho más que un jugador de fútbol, el más dotado de la historia.
Su vida y sus triunfos futbolísticos han
tenido un grado de épica que lo convirtieron en héroe para dos pueblos
íntimamente relacionados y tan dados a las pasiones: el argentino y el
napolitano, representando en su figura a los italianos pobres y negros del sur
de Italia, contra los ricos y blancos del norte, elevando al Napoli a estadios
jamás imaginados.
Adorado en esta región de Italia, le dio
a Nápoles la gloria que el sur no había conseguido en lo político, lo militar y
lo económico tras 150 años de confrontaciones.
Diego le mostró al mundo habilidades de
superdotado con la pelota, quizá irrepetible, sumado también a un carisma
arrollador para materializar demandas históricas en poblaciones identificadas
con la derrota y la exclusión, estos actos los han convertido en una figura
extradeportiva, única, mucho más que el futbolista más afamado y los más
relevantes. La alegría que le ha otorgado al pueblo, ¿quién puede negarlo?
Es justo y necesario recordar que
Maradona ganó un mundial de fútbol, dos ligas italianas, una copa de Europa,
dos copas italianas, una supercopa italiana, una copa del Rey de España, una
liga argentina y un mundial juvenil. Fue el máximo anotador de la liga
italiana, tres veces goleador del torneo argentino y enésimas veces premiado
como "el mejor de la historia", "el mejor del siglo",
"el mejor de las copas del Mundo".
Sumemos a Maradona como embajador de la
Unicef y la FIFA, "maestro inspirador de sueños" de la Universidad de
Oxford y entrenador de equipos en México, Bielorrusia y Emiratos Árabes, entre
otros, y de la selección argentina.
El arte y talento de Diego Armando
Maradona le entregó al fútbol una creatividad inimaginable: rapidez física y
mental superlativa, una motricidad con estilo impecable.
Diego ponía la pelota donde las leyes de
la física no parecían aplicar, un “mago” o como dijo el poeta Mario
Benedetti luego de ver el gol que le hizo a Inglaterra en el mundial
de México de 1986: "La única prueba fiable de la existencia de Dios".
(*) Filósofo y poeta