"¡Feliz vida!... y no olviden nunca, que el mundo es el mejor lugar para esconderse.
Se puede controlar el tiempo, instalarse en él... y no hacer nada, no precisas dioses, ni gurúes... No esperar nada, excepto uno mismo...
Y el dinero es la clave de una ¿tranquila existencia?, dando la espalda a los que se arrastran tras un pedazo de pan duro, a los que duermen en cajones de cartón en las calles de ciudades espantosas...
Examinemos este teatro antiguo e insano, obsceno como altar de iglesia...
Dinero, billete, la belleza porno, el olor y color del papel moneda: grasoso, de suave textura: piel o cuero...
Estando en mi persona y a mi manera, no agregaría nada más... Sólo decir: que los hombres del presente, gradualmente más condicionados e imbéciles, han gestado un futuro calculado atroz, sólo para impotentes y esclavos... Me piden que no diga lo que pienso, por miedo de su miedo... Lo que queda, es lo que ves... Es duro ¿no? It`s hard!" (fragmento de mi libro Big relato, 2007).
No creo que el pueblo se haga alguna ilusión respecto de la sustancia política de las elecciones... De una u otra manera, según transcurrieron los años del milenio, los denominados políticos, de nuevo cuño, ignorantes en su mayoría, cobardes, delictivos y temerosos, son el enemigo fundamental de la denominada democracia, que ya no predica valores e igualdad de derechos para la ciudadanía. Así pues, puedo hablar de un éxtasis del Estado, desapasionado, desentendido, pero omnipotente en su visibilidad en el espacio de lo transpolítico.
Tampoco creo que este acting-out electoral suponga para la mayoría de la gente una determinada proyección de sus esperanzas, ni mucho menos, un juramento de fidelidad a tal o cual tendencia ideológica especulativa y pornográfica, como voluntad de representación. La obscenidad lo ha tomado todo en la política, en lo social, proyectado en acciones construidas para ser publicitadas, deviniendo este tiempo del 'look' en promiscuo. Y a no engañarse, pues los conceptos teóricos jamás ofrecen alternativa real: es imprescindible que no nos engañemos respecto a este punto. La metáfora debe seguir siendo metáfora, el concepto debe seguir siendo concepto, una situación un tanto dramática para los intelectuales.
En esto se ha convertido la cultura del tercer milenio, salvar la sociedad por medio de la información y comunicación, deviene en ser una cultura pornográfica, es decir una cultura sin secreto. Se ha perdido la ilusión y el ideal.
No existe ninguna recriminación de índole moral, pues la obscenidad es irreversible, incluso en tonalidades ligeras, revistiendo cualidades estéticas, que ningún espíritu público puede resistir a la comunicación pura y simple al chantaje de la información, a la extroversión publicitaria de las identidades y de las diferencias.
O tenemos que acostumbrarnos a seguir siendo engañados, en una irreversible degradación de nuestras tradiciones, rutinas y costumbres. Una Argentina indiferenciada, que ha llegado a serlo a través de la disolución de la representación, pues sólo existen, tanto en política como en cultura, unos efectos especiales, semejantes a los efectos de la moda, unos entusiasmos representados que sólo expresa el imaginario de una masa desocupada y abandonada.
¿Qué razón existe para que el gobierno se resista a instalar un aparato comunicacional idóneo de emergencia, que sepa donde golpear en los flancos abiertos de una oposición criminal e ignorante, que, apuntalada por la trama mediática mafiosa, no cesa de bombardear con violencia, lanzando sin cesar difamaciones, insultos e infamias?, por lo tanto me pregunto de inmediato: ¿Por qué no se firma el DNU para qué entre vigencia la tan ansiada Ley de Medios?, acorde a las prisas del instante y una logística que apuntale lo que se ha logrado en materia sanitaria y dejar fuera a los funcionarios “lastres”, que deben ser expulsados de inmediato.
¿O existen pactos con vaya a saber quién? o la necedad y soberbia de persistir en actos domésticos, instalando discursos hartantes, de tiempos que han quedado en el olvido. No olvide este gobierno, que la esfera de lo político es inestable.
Georges Bataille nos dice que no hay sociedades sin una parte maldita. Aquella de la que hay que desembarazarse, si no deseas ella se desembarace de ti.
Nuestra propia parte maldita tal vez sea la indiferencia, el rechazo de la política, el pacto sellado en el silencio de las mayorías, en una resistencia sorda e irracional en las que se anudan otras complicidades y con las que no puede terminar ningún contrato social, ninguna solicitación política.
El rechazo de lo político seguía siendo hasta hace un tiempo, un efecto político, pero de súbditos de la política, hemos pasado insensiblemente a ser súbditos de la indiferencia a la política.
La clase política ya no es creíble ni ante sus propios ojos, tampoco está convencida de su propia grandeza (lo que le otorgaba cierto encanto)... Quieren ser justos y sin querer no son más que arbitrarios, con sus magros discursos de sentido ausente.
Una tragedia sobrevuela Argentina, nada debajo del éxtasis y el delirio, donde en elecciones, candidatos ignorantes y balbuceantes, difamando, mintiendo, blasfemando, lograron ser elegidos por un pueblo sin representación aparente.
Insisto, los medios mafiosos, ganarán las elecciones 2023, instalando sus candidatos/as promiscuos: las chicas "todo terreno", brutos, delincuentes y a elegidas bagatelas sediciosas de la dictadura genocida en liquidación, ofrecidas a un electorado ingenuo y sin ánimos de inventarse victorias legítimas.
El silencio opera de manera sistemática, en quienes los publicitan, dando lugar a un continuo atropello a los derechos humanos, en nombre de intereses políticos de dominación que dificultan la relación de las comunidades empobrecidas y cada día más cerca del automatismo como modo de vida. Ya no tenemos enemigos, debido a que los peores están en el poder real, siendo este el que esclaviza, explota y elimina la historia en estado de éxtasis inocultable.