Explica por qué el laurel es uno de los símbolos del dios
Apolo. Desde la antigüedad el laurel se ha utilizado para coronar a los
vencedores de los concursos poéticos. Hoy en día se corona con él, por ejemplo,
a los ganadores de la Fórmula I. Asimismo, la corona de laurel es el emblema
del premio Nóbel. De él derivan “laurear, “laureado” y aunque no lo parezca,
“bachillerato” (baccae lauriatus)
Este mito inspiró a muchos poetas. Un ejemplo de ello es el famoso soneto XIII de Garcilaso de
la Vega.
A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!
....Estaba Dafne cazando en el bosque cuando Apolo la vio por primera vez. Al punto, quedó prendado de ella. Nunca se había enamorado. La joven le parecía muy hermosa y la quería para él. No sabía el dios que Dafne no quería casarse ni tener relaciones con los hombres, pues era émula de la virgen Minerva y, como ella, odiaba el matrimonio.
Apolo se había enamorado de ella. Sus ojos, sus dedos, sus brazos, su boca... todo le resultaba hermoso. Cuando la veía correr por el bosque con el pelo desordenado, deseaba peinarla. Si estaba junto a la fuente, quería ofrecerle agua...
Un día se acercó a ella, pero Dafne nada más verlo, huyó. "Por favor, detente,- le decía el dios corriendo tras ella. Ten cuidado, no te vayas a caer. No vayas por ahí que hay zarzas. No sabes quien soy
Así le decía Apolo mientras la seguía. Soy el hijo de Jupiter.... Detente y escúchame
Dafne no se detenía. Como una cierva herida y perseguida por los perros del cazador corría por los bosques...
Pero cuando se vio cerca del río notó como sus fuerzas se iban menguando y no dudó en pedir ayuda a su padre: Padre mío ayúdame, socorre a tu hija. Cambia mi figura y haz que el que me persiga desista del empeño.
De pronto notó que sus piernas se endurecían. Todo su cuerpo iba cubriéndose de una fina corteza y sus cabellos se transformaban en hojas, sus brazos en ramas y sus dedos en ramitas diminutas. Sus pies aún calientes por la carrera, eran ya raíces inamovibles. Su cabeza era una hermosa copa de árbol. el dios que estaba a punto de alcanzarla, se detuvo y contemplo estupefacto la transformación.
Aunque ya no era una ninfa, sino un árbol, aún seguía queriéndola pues notaba dentro de su pecho la llama del amor... Así con mucha delicadeza cogió una rama y le dio forma de corona y se la puso encima diciendo: Puesto que ya no puedes ser mi esposa, al menos serás mi árbol y te llevaré siempre conmigo.
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!
....Estaba Dafne cazando en el bosque cuando Apolo la vio por primera vez. Al punto, quedó prendado de ella. Nunca se había enamorado. La joven le parecía muy hermosa y la quería para él. No sabía el dios que Dafne no quería casarse ni tener relaciones con los hombres, pues era émula de la virgen Minerva y, como ella, odiaba el matrimonio.
Apolo se había enamorado de ella. Sus ojos, sus dedos, sus brazos, su boca... todo le resultaba hermoso. Cuando la veía correr por el bosque con el pelo desordenado, deseaba peinarla. Si estaba junto a la fuente, quería ofrecerle agua...
Un día se acercó a ella, pero Dafne nada más verlo, huyó. "Por favor, detente,- le decía el dios corriendo tras ella. Ten cuidado, no te vayas a caer. No vayas por ahí que hay zarzas. No sabes quien soy
Así le decía Apolo mientras la seguía. Soy el hijo de Jupiter.... Detente y escúchame
Dafne no se detenía. Como una cierva herida y perseguida por los perros del cazador corría por los bosques...
Pero cuando se vio cerca del río notó como sus fuerzas se iban menguando y no dudó en pedir ayuda a su padre: Padre mío ayúdame, socorre a tu hija. Cambia mi figura y haz que el que me persiga desista del empeño.
De pronto notó que sus piernas se endurecían. Todo su cuerpo iba cubriéndose de una fina corteza y sus cabellos se transformaban en hojas, sus brazos en ramas y sus dedos en ramitas diminutas. Sus pies aún calientes por la carrera, eran ya raíces inamovibles. Su cabeza era una hermosa copa de árbol. el dios que estaba a punto de alcanzarla, se detuvo y contemplo estupefacto la transformación.
Aunque ya no era una ninfa, sino un árbol, aún seguía queriéndola pues notaba dentro de su pecho la llama del amor... Así con mucha delicadeza cogió una rama y le dio forma de corona y se la puso encima diciendo: Puesto que ya no puedes ser mi esposa, al menos serás mi árbol y te llevaré siempre conmigo.
La obra poética de Garcilaso de la Vega, compuesta por cuarenta sonetos, cinco canciones, una oda en, liras, dos elegias, una epístola tres églogas y siete coplas castellanas y tres odas latinas, se publicó por vez primera en 1543 a modo de apéndice de las Obras de Juan Boscán La producción lírica de Garcilaso de la Vega, máxima expresión del Renacimiento castellano, se convirtió, desde muy pronto, en una referencia inexcusable para los poetas españoles, que desde entonces no pudieron ignorar la revolución métrica y estética operada por él en la lírica española.
Foto de Apolo y Dafne de John William, Waterhouse
texto entresacado de Metamorfosis, Ovidio. Antología
Facebook.rosariovalcarcel/escritora;
blog-rosariovalcarcel.com
Este soneto de Garcilaso es de los más bellos y perfectos que se han escrito. Me encanta la interpretación que hace del mito, esa síntesis que resume sus sentimientos, ya no como Apolo, sino como ínclito enamorado ante su amor imposible con Isabel Freyre. Es un tópico de la poesía renacentista: el amor que no se alcanza y esto produce un sentimiento de melancolía en el poeta. Y esto entronca con la poesía provenzal y, por supuesto, con la de Petrarca.
ResponderEliminarAsí Garcilaso se aleja del "sentido" del mito clásico, que a fin de cuenta viene a simbolizar el dominio del patriarcado sobre el matriarcado, es decir, del hombre sobre la naturaleza y por ende de la mujer.
Gracias por traerme en tu entrada este bello soneto y esa nota sobre el mito de Dafne y Apolo.
Un abrazo grande.
Antonio.
Precioso soneto y relato mitológico debidamente explicado por Rosario, con esa maestría que nos tiene acostumbrados.
ResponderEliminarHace bien la autora en irnos desvelando parte del rico patrimonio de los clásicos de la lengua; un soneto perfecto, como dice Antonio Arroyo. Pensé que doña Rosario iba a darnos un toquecito erótico, otra vez será.
ResponderEliminarGracias Antonio a mi este poema me encanta. Fue de los primeros poemas de amor que me enseñaron en la Uni.
ResponderEliminarAy, ay, ay los amores platónicos, los amores imposibles...
D. Luis, d. Luis: El comentario erótico para la próxima semana.
ResponderEliminarDisfrutemos ahora de este bello poema de Garcilaso, del mito de Dafne. Lindo de verdad.
Precioso, Rosario. Muchísimas gracias por traérnoslo hasta aquí.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias HArendt. Un saludo cariñoso.
ResponderEliminarSiempre una mirada a los clásicos, en estos tiempos donde por las nuevas tecnologías, cualquiera se proclama poeta vencedor de batallas.
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