Leda y el cisne
Un golpe inesperado: las grandes alas baten
en la aturdida joven, las oscuras membranas
le acarician los muslos, siente el pico en su nuca
y la opresión del pecho en su pecho indefenso.
¿Cómo pueden los blandos, sobrecogidos dedos
apartar de sus muslos la emplumada grandeza?
¿Y cómo puede el cuerpo, envuelto en blancas ráfagas,
no sentir el extraño corazón palpitante?
Un espasmo en las ingles engendra con el tiempo
la muralla caída, la torre, el techo en llamas
y la muerte de Agamenón.
Tan sometida,
tan domeñada por la sangre bestial del aire,
¿tomó con su energía cierto conocimiento
antes que el pico indiferente la soltara?
en la aturdida joven, las oscuras membranas
le acarician los muslos, siente el pico en su nuca
y la opresión del pecho en su pecho indefenso.
¿Cómo pueden los blandos, sobrecogidos dedos
apartar de sus muslos la emplumada grandeza?
¿Y cómo puede el cuerpo, envuelto en blancas ráfagas,
no sentir el extraño corazón palpitante?
Un espasmo en las ingles engendra con el tiempo
la muralla caída, la torre, el techo en llamas
y la muerte de Agamenón.
Tan sometida,
tan domeñada por la sangre bestial del aire,
¿tomó con su energía cierto conocimiento
antes que el pico indiferente la soltara?
William Butler Yeats – 1924,
Traducción de Antonio Rivero Taravillo
Los humanos somos capaces de humanizar todo lo que tenemos a
nuestro alrededor, de sentir una llamada dulce, un cariño protector, compasión,
piedad y deseo sexual, hacia objetos o animales.
Casi todos los estudiosos de la conducta sexual humana
parecen estar de acuerdo en que la soledad, o la falta de un compañer@, o la
torpeza en las relaciones sociales o el aislamiento, suelen ser las causas de
que se produzcan relaciones sexuales entre personas y animales, hasta tal punto
que muchos manifiestan que sus animales pueden llegar a ser más cariñosos, e
interesantes que las personas que han conocido, y que los quieren más que a
ninguna otra persona en el mundo.
Este tipo de prácticas también se encuentra en muchos de los
mitos griegos, en los que se describen usos con animales domésticos como vacas
o burras, ovejas, carneros o caballos y yeguas o gallinas, terneras… Y también relaciones sagradas con animales
totémicos como águilas, ocas, cisnes o serpientes.
Los fenicios sentían un gran respeto por los dioses, sabían
que tenían que agradarlos, porque podían ser crueles y vengativos. Por eso el
culto religioso estuvo presente en todas las actividades de la vida cotidiana.
Y se preocuparon de extender a los pueblos mediterráneos sus costumbres, sus ritos religiosos y las
relaciones sexuales con animales, tanto masculinas como femeninas, posiblemente para favorecer la
fertilidad de los animales y para que la cosecha fuera abundante.
El sacrificio como acto ritual, ha acompañado estrechamente
al propio concepto religioso. El tipo de ofrenda consistía en piezas de
ganado, aves, o productos de tipo agropecuario, no obstante estos
ofrendas podían llegar a su extremo más cruel con el ofrecimiento al dios,
de víctimas humanas.
El
pueblo romano presenciaba espectáculos en los que hombres y mujeres capturados
eran expuestos a animales adiestrados para mantener relaciones sexuales
coitales o anales con humanos, y ocasionalmente muertos, para regocijo y
diversión de los espectadores.
En la época prehispánica, los indios del área andina, hombres y mujeres, eran dados a este vicio,
con los animales que criaban. También se habló de la convivencia de india con
perro y de indio con perro y de indio con mona. Los nicaragüenses eran
propensos a la cópula con los chumpipes o pavos. Los andoas del Amazonas
ecuatoriano fueron acusados por los jesuitas, de dedicarse a la bestialidad con
“todo género de animales y pájaros “.
Entre los yuroba de Nigeria era costumbre que el varón
copulase con el primer antílope que cazase. En la sociedad ponapé, de los
estados Federados de Micronesia, se admite el uso de hormigas que, colocadas
sobre el clítoris sirven como medio de satisfacción femenina, los hombres de
esta cultura suelen lamer un pececillo vivo introducido a medias en la vagina
de su pareja.
En los famosos estudios de Kinsey (1948 y 1953) realizados
con 8.000 hombres y 12.000 mujeres, un 3,6% de mujeres y un 8% de hombres
reconocían haber tenido contactos sexuales con animales, de estos el 17%
pertenecía al ámbito rural.
Las mujeres limitaban generalmente sus contactos a permitir
que su gato o su perro les realizaran un cunnilingus, es decir, solían untarse
la zona vaginal con miel o azúcar y permitían que el animal, con el que les
gusta dormir, les lamiera hasta conseguir su orgasmo, pocas reconocieron
realizar coitos con sus perros. Los hombres de vida rural, reconocían coitos
con animales de granja como vacas, terneras, ovejas o cerdas; estas prácticas
habían comenzado durante la niñez o la adolescencia, y solían ser la
consecuencia de haberse sentido excitados a ver copular a estos animales.
Suecia no considera la zoofilia como delito siempre que el
animal con el que mantienen relaciones sexuales no resulte dañado físicamente.
A los libaneses les está permitido tener relaciones sexuales con animales
hembras pero no con animales machos. Desde enero de 2012, hay 34 Estados
en Estados Unidos que condenan explícitamente las relaciones sexuales
con animales como crimen contra la naturaleza.
El mito de Europa se sitúa en la antigua Fenicia y relata
cómo Europa, hija de Teiefasa y de Agenor o Fénix, (Mosch. II 30-99; Ovid. Met.
II 875), que estando un día recogiendo flores junto a sus compañeras en las
playas de Tyro o de Sidón, reparó en un toro de color blanco que pastaba entre
los rebaños de su padre. La joven princesa, entre asustada y maravillada, se
siente atraída por un animal tan bello y apacible y, no sospechando que se
trata del propio Zeus/ Júpiter, que se ha metamorfoseado en toro para
seducirla, le acaricia, le ofrece flores como pasto, le adorna con guirnaldas y
termina por subir a su grupa. Y como colofón de toda una secuencia de seducción
amorosa, que tiene su cénit durante la travesía marina, se consuma la unión
junto a una fuente y bajo un plátano que, en recuerdo de estos amores, obtuvo
el privilegio de no perder nunca las hojas.
Leda y el Cisne ha estado presente en los mitos clásicos, en
los relieves etruscos del Museo Británico, en Leonardo da Vinci en 1505, en la pintura moderna y contemporánea como
Picasso René Magritte, De Chirico, Klee y en otros muchos. El pintor canario
Néstor Martín-Fernández de la Torre realizó en sus años de juventud una
representación del mito.
Pintura de KATERINA SPEVÁKOVÁ
facebook/rosariovalcarcel/escritora
Muy buena entrada, amiga. El hombre, a pesar de tener conciencia, no deja de tener instintos. Algunos hasta regresivos.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias por la información,Rosario. Bien d secretos y sorpresas nos da el ser humano.
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