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viernes, 15 de junio de 2012

Un fragmento en recuerdo Lola, enviado por Melu

Dos veces en toda mi vida he llorado por causa de mi tía Lola

La primera vez yo tenía diez años y vivía en Venezuela, adonde había emigrado mi padre. Aquí, en Las Palmas, Lola se había casado y pronto nos llegó la noticia de que "esperaba la cigüeña", como delicadamente se decía entonces. Y lloré de envidia por aquel niño que iba a nacer, que sería nada menos que hijo de un hada. Recuerdo que me escondía ocultando las lágrimas, pues lo del hada era un secreto que no se podía decir.



Y es que mi tía Lola, según mis primeros recuerdos, fue siempre alguien especial, distinta de todo y de todos. En el mundo de hadas y brujas en el que vivía la mayoría de los niños de aquellos años, la solución a lo que no se entendía era muy sencilla: magia. Y como yo no comprendía nada de aquella persona tan diferente, solo cabía admitir que Lola era, indiscutiblemente, un hada (Y todavía hoy no estoy segura de que no lo fuera. ...
El hada tuvo un hijo.
Yo no sé si mueren las hadas.
Dije antes que solo dos veces en mi vida había llorado por causa de mi tía Lola.

Foto: Dolores de la Fe.


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