Dos veces en toda mi vida he llorado por
causa de mi tía Lola
La primera vez yo
tenía diez años y vivía en Venezuela, adonde había emigrado mi padre. Aquí, en
Las Palmas, Lola se había casado y pronto nos llegó la noticia de que
"esperaba la cigüeña", como delicadamente se decía entonces. Y lloré
de envidia por aquel niño que iba a nacer, que sería nada menos que hijo de un
hada. Recuerdo que me escondía ocultando las lágrimas, pues lo del hada era un
secreto que no se podía decir.
Y es que mi tía Lola, según mis primeros
recuerdos, fue siempre alguien especial, distinta de todo y de todos. En el
mundo de hadas y brujas en el que vivía la mayoría de los niños de aquellos
años, la solución a lo que no se entendía era muy sencilla: magia. Y como yo no
comprendía nada de aquella persona tan diferente, solo cabía admitir que Lola
era, indiscutiblemente, un hada (Y todavía hoy no estoy segura de que no lo
fuera. ...
El hada tuvo un
hijo.
Yo no sé si
mueren las hadas.
Dije antes que
solo dos veces en mi vida había llorado por causa de mi tía Lola.
Foto: Dolores de
la Fe.
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