Siempre
soñé con ir a Cuba. Y después de varias tentativas frustradas, por fin llegó la
oportunidad: mezclar literatura y ocio. Y tuve suerte porque nos invitaron al “Sexto
Encuentro de la Isla en Verso” en la isla caribeña. Un Congreso de escritores
en los que participaron españoles y una decena de países latinoamericanos. El
objetivo era interrelacionar la
poesía, la cultura, brindar una oportunidad de encuentro y
reafirmación de la diversidad.
Kiuder Yero Torres junto con su esposa Yuricel y un grupo de
universitarios voluntarios organizaron
desde la Habana a Holguín, pasando por Cien fuegos, Las Tunas, Santa Clara,
Sierra del Rosario, Pinar del Río y otros lugares... conferencias,
presentaciones de libros, recitales poéticos, artistas escénicos, trovadores… la
celebración para la música y las artes plásticas con la exposición de
fotografías del poeta mexicano Francisco Navarro Ruiz.
Días pletóricos e intercambio de escritores de una orilla a
otra, en las que podría destacar a algunos de ellos, pero ya se sabe que en
estos casos siempre se olvida a alguien, así que nombraré solo a un poeta
cubano excelente, Roberto Manzano.
Nosotros llegamos unos días antes a Cuba. Yo quería sentir
el júbilo, el tintineo, las bandas de música, envolverme en el latido del:
-Vacilón que rico vacilón Cha cha cha que rico
cha cha cha… de la Habana Vieja, declarada Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco. Así que visitamos las calles y las plazas
del casco histórico: El Floridita, la Catedral, la Plaza, el convento de San
Francisco de Asís. Contemplamos El Coliseo, la iglesia ortodoxa Nuestra Señora
de Kaza con sus cúpulas de oro y cobre, el Gran Teatro de La Habana…
Y recordé aquella época de los sesenta que Manuel Vázquez Montalbán llamó “edad de la inocencia” en la que, según los historiadores, un pequeño grupo de guerrilleros había conseguido lo imposible: acabar con un gobierno totalitario y plantar cara a Estados Unidos. Fue el momento en que escritores, artistas e intelectuales pasaron por La Habana para conocer a Fidel Castro y a Ernesto Guevara y a su revolución.
Y recordé aquella época de los sesenta que Manuel Vázquez Montalbán llamó “edad de la inocencia” en la que, según los historiadores, un pequeño grupo de guerrilleros había conseguido lo imposible: acabar con un gobierno totalitario y plantar cara a Estados Unidos. Fue el momento en que escritores, artistas e intelectuales pasaron por La Habana para conocer a Fidel Castro y a Ernesto Guevara y a su revolución.
Muchos conflictos surgieron con los escritores pero mantuvo
relaciones con algunos como Hemingway, ya que la imagen de Fidel y la de Cuba
saldrían beneficiadas de cara al mundo y al incremento del turismo. Lo cierto, fue que polémicas aparte, lo
que nadie puede poner en duda es que, Fidel marcó la historia de la
literatura de la segunda mitad del siglo XX.
Vivimos el flujo y el reflujo de los transeúntes, de
vendedores y artistas callejeros, de las tienditas de artesanos, con aspecto
soñoliento, que me recordaron a aquellas otras de mi niñez en las que yo solía
visitar en busca de un polo de hielo o de un trozo de chocolate.
Descubrimos en la Plaza de la Catedral a unas señoras que vestidas a la moda cubana, eran el centro de todas las miradas mientras leían la suerte en la baraja a clientas maduras que quizás al escucharlas pensaban: - ¡Si pudiéramos empezar de nuevo a vivir!
Descubrimos en la Plaza de la Catedral a unas señoras que vestidas a la moda cubana, eran el centro de todas las miradas mientras leían la suerte en la baraja a clientas maduras que quizás al escucharlas pensaban: - ¡Si pudiéramos empezar de nuevo a vivir!
Observamos edificios coloniales derruidos, antiguas casas
solariegas, elegantes, con aspecto de haber sufrido un terremoto, habitadas por
familias numerosas en las que ondean desde las ventanas ropas y más ropas
recién lavadas. Y nos sorprendió ver inmuebles, mansiones y palacetes en vías
de reconstrucción, tejiendo un tiempo nuevo, tanto que pensé que en un futuro
no tan lejano, la maravillosa Habana no tendrá nada que envidiar a las grandes
ciudades europeas.
Y entre mojito y mojito disfruté del placer de la
conversación en La Bodeguita del Medio, por donde han pasado visitantes
célebres como Ernest Hemingway, Pablo Neruda… Y entendí el sueño de los cubanos
de una situación estable con una organización próspera. Nadie parece tener
dinero. ¡Qué difícil es ganarse la vida allí, sobrevivir! Sin embargo, se las
arreglan, no sé cómo.
Porque a pesar de que la educación y los servicios de
salud son gratuitos, el internet es muy lento, leer prensa libre no está
siempre al alcance, los anaqueles de algunos supermercados están vacíos y el
único partido político legal en Cuba es el Partido Comunista (PCC). Entonces
comprendí el alivio, que podría ejercer en el futuro, para la economía y la
apertura de la mente, el incremento anual de visitantes al país.
Entendí el por qué se aferran a la belleza del baile, a la
melodía que se mueve como una ola al ritmo alegre de: Guantanamera, guajira
guantanamera / Guantanamera, guajira guantanamera, o la candencia triste que glorifica la figura de Che Guevara: Aprendimos a quererte / Desde la histórica
altura / Donde el sol de tu bravura / Le puso un cerco a la muerte…
Disfruté de una Habana culta que exporta ingenieros,
médicos, maestros, y de la que se comenta que hace bien poco existía cartilla
de racionamiento. Una Habana con bicicletas- taxis y coches-taxis pintados de
color fucsia, turquesa, blanco, esmeralda… La mayoría modelos americanos de los
años cincuenta a los que se les escucha repiquetear los motores con un ritmo
frenético. Gozamos también del largo de la costa de la capital, de los ocho
kilómetros del Malecón, de ese Malecón que Lezama decía:
Al pie de las murallas / el aire tartamudo / desliza sus sirenas, /
plata mansa sin hoy/ mana sus lunares/ entre lunas cansadas… que se a cercan por allí:
-Qué tal amiga, me dijo uno de ellos casi con un ronroneo
acariciante, mientras me guiñaba un ojo.
Y observamos unos pocos pescadores que por la mañana tienden a media altura el sedal y esperan y esperan, como si ese fuera su destino, mientras recorren con los ojos a las turistas.
Pero lo mejor en el Malecón es la noche, cuando la luz es
opaca y la vida fermenta en gestos y costumbres, y las jóvenes engalanadas con
pedrerías y unos tacones de 8 centímetros sacuden el cuerpo al ritmo de
guitarras, y se acercan al mar, a ese invento que toma cuerpo y se agita
libremente y rompe su oleaje cuando escucha las alegrías y los problemas de las
familias, de la gente de la cultura, cuando escucha las cotidianidades.
Pero nosotros habíamos llegado a Cuba con una pequeña ayuda del programa de Canarias Crea, para
participar en el “Sexto
Encuentro de la Isla en Verso” y en las actividades que con motivo de las Romerías
de Mayo se organizan en Holguín. Encuentros entre generaciones de
artistas, intelectuales y promotores culturales de decenas de países. Y que
este año recordaban la figura de Fidel y El Ché. Con el lema “De no hay hoy sin
ayer.
Y participamos
en un cruce de lenguajes entre argentinos, mejicanos, noruegos, alemanes,
costarricenses y otros más. De una noche especial en la Casa de
Canarias en Holguín en donde se hizo referencia al emigrante isleño como
ellos llaman a los canarios y, recordaron a los palmeros, hombres y algunas
mujeres que llegaron a Cuba para probar suerte con el deseo de mejorar sus
condiciones socio-económicas. Recordamos que la madre de José Martí era
tinerfeña…
Y por la noche hubo encuentros y sonrisas, grupos de bailes
folclóricos, cantos canarios, el abrazo y la ternura de la poesía y un recital
poético en donde intervinieron Benita López Peñate, Luis León Barreto, Rosario
Valcárcel y dos grandes del teatro: Pilar Rey y Antonio Abdo con un poema de
Arturo Maccanti: titulado El tiempo y una ciudad
Tantos días pasando
por aquí/ triste o alegre con la vida/ pasando por aquí o con la costumbre / de
la vida –es igual- pero pasando/ siempre
por esta calle, y esta plaza/ con árboles; y el oro viejo/ del otoño, dorándome
la pena…
Y el humor de Don Fito que protagonizó un espectáculo
divertido ironizando las carencias y los trajines de su país. Y también por qué
no decirlo hubo imposiciones y órdenes en espacios acompañados de
presentaciones de libros y de encuentros.
Y dos invitados de excepción el curador de arte Diego
Casimiro, un profesional en los saberes de la exposición y manejo en las obras
de arte que asistió al encuentro con un programa especial. Visitó Galerías,
Salas Exposiciones y Centros Culturales todas ellas acompañado de las guías
culturales de la Organización.
Realizó entrevistas con técnicos, entablaron opiniones y posibilidades de futuras colaboraciones con exposiciones entre Canarias y Cuba.
Y la soprano Alma Anduix, que interpretó en el Conservatorio de música de Holguín: Del Barroco al bel canto, con piezas de Vivaldi Haendel, Rossini y Verdi acompañada por dos pianistas del Conservatorio y la participación del joven barítono Nelson Martínez, que con solo 23 años ha sido concursante en el famoso certamen Operalia organizado por Plácido Domingo. Nos obsequió con la interpretación del aria Eri Tu de la ópera italiana “Un ballo in Maschera”.
Realizó entrevistas con técnicos, entablaron opiniones y posibilidades de futuras colaboraciones con exposiciones entre Canarias y Cuba.
Y la soprano Alma Anduix, que interpretó en el Conservatorio de música de Holguín: Del Barroco al bel canto, con piezas de Vivaldi Haendel, Rossini y Verdi acompañada por dos pianistas del Conservatorio y la participación del joven barítono Nelson Martínez, que con solo 23 años ha sido concursante en el famoso certamen Operalia organizado por Plácido Domingo. Nos obsequió con la interpretación del aria Eri Tu de la ópera italiana “Un ballo in Maschera”.
Y antes de dejar la isla volvimos a las calles, a las
cuestas zigzagueantes, y a las grandes y anchas avenidas, a las placitas adoquinadas
y a la Plaza de la Revolución en la Habana y nos hicimos fotos en el monumento
a José Martí y con Camilo Cienfuegos y el Che Guevara y de nuevo visitamos la
Habana Vieja, la Fundación de Alejo Carpentier, los puestos de libros y los
museos. Entonces bañados en el aire tibio de la isla tomamos más mojitos y de
nuevo tatareamos:
Guantanamera, guajira guantanamera / Guantanamera, guajira
guantanamera y la candencia triste que glorifica la figura de Che Guevara: Aprendimos a quererte / Desde la histórica
altura / Donde el sol de tu bravura / Le puso un cerco a la muerte…
Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com
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