Se cumplen diez años del asesinato de mi amigo y camarada Facundo Cabral, con quien tuve
el placer de compartir momentos en diálogos casuales e interlineados; en los más diversos
auditorios de universidades, centros de estudios y culturales, del mundo. Siempre a favor de la
paz, la armonía, el humor y el disfrute de saberse parte de esta tierra violentamente afectiva.
Él trató de construir su redención y en esa tarea le fue la vida.
Él era una criatura sobre un balancín a punto de desmoronarse.
Sentía que sin cesar rehacía su equilibrio: todo ello a la mayor velocidad.
Él trató de construir
su redención y en esa tarea le fue la vida.
Él era la nueva visión y la antigua derrota.
Él no propuso nada, él nos invitó a contar la historia.
Él trató de construir
su redención y en esa tarea le fue la vida.
Él derrumbó las últimas fronteras que lo separaban del mundo de sus ficciones.
Hoy cruza de Solum a Buenos Aires, de Soluterionte a Penny Lane, en las
espaldas del sol.
Él es uno más, en su
personaje de mil aristas,
y su personaje es su definitiva realidad.
Él es un visitante, él no se escapará por la memoria…
Facundo, te asesinaron
bestias fluyentes y otra vez la palabra muerte,
sin necesidad de dibujarla en una hora, de un día repugnante,
de un mes cualquiera, lluvia y viento. Y, además, como ya fue escrito,
lloverá siempre, siempre.
(*) Filósofo y poeta
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