sábado, 24 de agosto de 2019

Un poema en español-alemán de Rosario Valcárcel




LAS ÁNIMAS DANZAN

Quiero olvidar,
arrojar el camisón nupcial
al calendario de los sótanos. Y soñar,
soñar que estoy sujeta a la infancia
                                               de alma inmortal.

Pero me despierta el temblor del silencio,
el crujido de unos pasos en el zaguán,
la canción de cuna de una araña.
Retumban las letanías del mar.

Las alas de una mariposa dormida
tembletean como si soñaran con volar.
Quieta, no toso ni respiro,
un frío helado me invade.
Mi corazón late con desorden.
                               Me santiguo.

A mi alrededor las ánimas danzan,
flotan los ojos de los muertos,
las voces de las campanitas,
el espejismo de un gato negro.
Las cosas malas.

Quiero olvidar,
resurgir de los entierros
que atraviesan la casa.
Olvidar los pájaros mudos
y la convulsión de los tambores.

Quiero emerger del son de la flauta
que corrompe los sueños,
del amasijo de la reconciliación:
                               aborto fugaz.



DIE GEISTER TANZEN
 

Ich möchte vergessen,
das Brauthemd wegschmeißen
in den Kellerkalender. Und träumen,
träumen, dass ich gefesselt bin an die Kindheit
                                               mit unsterblicher Seele.

Aber es weckt mich das Beben der Stille,
das Knarren von Schritten im Hausflur,
das Wiegenlied einer Spinne.
Dumpf donnern die Litaneien des Meers.

Die Flügel eines schlafenden Schmetterlings
zittern, als ob sie vom Fliegen träumten.
Regungslos, weder atme noch huste ich,
dringt eine eisige Kälte in mich ein.
Mein Herz klopft ohne Takt.
Ich bekreuzige mich.

Um mich herum tanzen die Geister,
schweben die Augen der Toten,
die Stimmen der Glöckchen,
die Chimäre einer schwarzen Katze.
Die bösen Dinge.

Ich möchte vergessen,
auferstehen aus den Beerdigungen,
die durch das Haus ziehen.
Die stummen Vögel vergessen
und die Spasmen der Trommeln.
Ich möchte aufsteigen aus dem Ton der Flöte,
der die Träume zersetzt,
aus dem Geklüngel der Versöhnung:
                                                Hastige Abtreibung.

La primera versión del poemario Himno a la Vida tiene una portada e ilustraciones del pintor palmero Arsenio Morales. La versión en alemán fue elaborada desde Colonia por Karl Müller. Editado por Words for World, la edición tiene una portada minimalista de gran belleza, así como un trabajo explicativo de la obra de la escritora, que lleva por título Rosario Valcárcel für ihre deutschen leserinnen und leser

Este poemario recoge los trabajos premiados en el concurso Domingo Acosta Pérez, de Santa Cruz de La Palma, junto con otros poemas más recientes que han sido muy reconocidos en los recitales de la autora, así La purificación, que es un grito contra la práctica de la ablación; Cada vez que te pienso, Salinetas y Luis Natera, El amor en el Caribe, Réquiem por el vuelo 5022, Inch alláh (sobre la muerte de los inmigrantes en pateras)

Y este poema en particular ha sido motivo de inspiración en un trabajo fotográfico realizado por el artista Osvaldo Cipriani y que podemos ver en la parte inferior del texto. 





sábado, 10 de agosto de 2019

IN MEMORIAM | JOSÉ CARLOS CATAÑO OPINIÓN Un poeta viajando hacia los sueños rotos



José Carlos Cataño, en 2001.

artículo de Juan Cruz publicado en el periódico el país


Cataño estuvo marcado, como Casanova, por el impacto que tuvo en su generación el surrealismo que provenía de los grandes poetas o narradores de su tierra




José Carlos Cataño, en 2001.

José Carlos Cataño nació en La Laguna, Tenerife, en 1954, y viajó a Barcelona cuando tenía 23 años y los sueños intactos. Luego supo, como el personaje célebre de Ernest Hemingway, que la vida es una sucesión de sueños rotos, entre los cuales está lo que él más quiso, la poesía. Murió de un infarto este 9 de agosto, en Barcelona, el destino geográfico que eligió.
Se quería ir de la isla, donde estudió, donde publicó sus primeras narraciones y poemas, y donde ganó, con su amigo Carlos Pinto, el segundo premio de un concurso de novela (el Benito Pérez Armas) cuyo primer clasificado fue el ahora legendario joven poeta Félix Francisco Casanova. Casanova, la más encendida promesa literaria de las islas, falleció a principios de 1976, a los 19 años.
Esta otra aparición fulgurante de aquella generación, Cataño, estuvo marcado, como Casanova, por el impacto que tuvo en su generación el surrealismo que provenía de los grandes poetas o narradores de su tierra, como Agustín Espinosao Pedro García Cabrera. A Casanova y a Cataño los condujo a escribir la música, el jazz, esa poesía de la imaginación y del dolor, y también la ansiedad, a veces ingobernable, de dejar la isla a toda costa, de romper su presencia y de abrazarla a la vez. La isla, en el caso de Cataño, que se fue muy pronto de Canarias, siguió con él, como escribió Samuel Beckett para hablar de las ansiedades insulares, hasta el último instante de sus suspiros de transterrado.

Esa mezcla de repudio fiero y de imposibilidad de marcar para siempre la distancia se refleja en un libro que le publicó Pre-Textos en 2004, Los que cruzan el mar. Ahí esta, como se dice que le pasó a Pérez Galdós, descalzándose de las suelas isleñas, pero irremediablemente marcado por lo insular hasta lo más óseo del alma. Ese libro es una purga de su corazón isleño, pero es también un rebusque sentimental entre las razones que hicieran posible el regreso. Y el regreso se produjo, como si recuperara la respiración lagunera, isleña, y la devolviera en su poesía y en su narraciones. Su autobiografía, que está en toda su escritura, no se entiende sin esa dualidad de sus afanes: irse y volver, volver e irse, el eterno retorno que es la condición humana de los insulares.
Fue un poeta, y como tal siempre quiso ser reconocido y recordado. Pre-Textos acababa de publicar su colección completa de poemas (Obra poética 1975-2007), y ya estaba en su telar cibernético una entrega nueva, tanto de su narrativa como de su poesía. Era un escritor a tiempo completo, hasta cuando pasaba horas rebuscando inspiración o palabras en Els encants barceloneses de los que tanto habla en sus diarios.
Escribía para contar, para contar vivía. Su literatura es la de un paseante preocupado por la sombre difícil de sus pasos por la tierra. Era elegante y singular, un solitario que en sus diarios hace de la soledad un argumento, y de la defensa de la individualidad un alimento de su salto hacia el alma.
Cuando dejó Tenerife, en 1977, comenzó a escribir sus exilios, que publicó en 1994 con el título Escritos. Su poesía luego reafirmó su conexión indestructible con la tierra. A las islas vacías (1997) es un libro heredero de esa pasión contradictoria y generosa. Sus diarios (Los que cruzan el mar, ya citados) lo reflejan de cuerpo entero, con su paciencia de escribir, con su valor para sentir que los sueños intactos y los sueños rotos son partes semejantes del poema mayor que es la vida. Con respecto a su poesía, su editor, Manuel Borrás, nos habló desde Buenos Aires de “la coherencia singular” de la obra de Cataño. Fue, además, “un estupendo diarista”, con una personalidad “fuera de discusión”. Presa de la emoción por la despedida de su autor y amigo, Borrás remarcó su figura como “una personalidad fuera de discusión, un outsider siempre muy consecuente”.

viernes, 2 de agosto de 2019

«Utopía ecológica» Eduardo Sanguinetti