miércoles, 30 de octubre de 2019

Rosario Valcárcel "Las mujeres hemos estado atadas"

Entrevista de Luis León Barreto

Rosario Valcárcel empezó a publicar sus libros tardíamente, pero desde entonces afronta seriamente la escritura. Poeta y narradora, señala que se siente más cómoda en el terreno de la narrativa, es el género que confiesa hacer con naturalidad ya que en él puede contar, hacer ficción o narrar la realidad sobre la rutina y la cotidianeidad, fabular o explayarse sobre el poder de la fantasía. Piensa que el acto de la creación fluye con libertad y eso le permite adoptar figuras e imágenes diferentes a la vez. Puede escribir con el mismo componente poético novela o relatos, prólogos o comentarios sobre libros o exposiciones de arte. En cambio, escribir poesía, dice que es algo más hondo, profundo, meditado, más potente y silencioso, más nostálgico. Con la poesía siente como la palabra a veces tiembla y sufre, acaricia o goza, y es entonces cuando la poesía la transporta a un universo más humano, lo que le hace sentirse a gusto.


Se considera que su obra es una reflexión sobre el tiempo y la condición humana, y con cierta frecuencia utiliza un tono de denuncia social. Afirma Valcárcel que su literatura ha tenido desde sus comienzos una carga sensual, en la que predomina el amor físico, los afectos, el placer y el sufrimiento, la conciencia de la fugacidad de la vida. Por eso sus trabajos aluden casi siempre a la felicidad que se extingue y tras la que queda el sufrimiento, el vacío y la desolación por la que pasan los humanos. Y cree que los escritores deben aportar pensamiento, reflexión, deleite y sobre todo coherencia y compromiso social. “Por eso mientras las denuncias de víctimas, mujeres u hombres, asciendan, mientras haya una sola mujer sin visibilizar, apuñalada, atropellada, quemada viva, descuartizada, lanzada al vacío, violentada psíquicamente, y mientras siga existiendo la ablación del clítoris, las bodas entre niñas y ancianos y los trabajos infantiles, el acoso escolar, el tráfico de órganos, es necesario el hecho poético y la rebeldía contra las injusticias, como denuncia social. Esto es algo que caracteriza mi obra, así el poema titulado La Purificación, una condena contra la ablación que, a pesar de estar prohibida en muchos países, se sigue practicando con total impunidad sobre todo en África.”


-Otras veces utiliza el erotismo para hablar de la condición humana. ¿Está de acuerdo?

-Estoy de acuerdo. No olvidemos que el erotismo y el sexo han estado asociados a la sociedad, la cultura, la literatura, la condición humana desde el inicio de los tiempos. Desgraciadamente en España las sociedades patriarcales frenaron y negaron el disfrute del sexo de la mujer, que ha estado marcado por la religión, la culpabilidad y los tabúes. El deseo y el sexo eran entendidos como sombras pecaminosas, vivíamos entre el cielo y el infierno impidiendo el influjo de Eros en las artes. Existía una incapacidad para entrar en los dominios de Afrodita, de alguna forma se sublimaba. Y por lo tanto no ha sido un tema que se haya prodigado en tiempos pretéritos. Pero hoy hablar del amor, lujuria, pasión, deseo, infidelidad, insatisfacción o juego placentero y todas las exaltaciones sexuales es algo que está presente en todas las facetas de la vida: en la política, en la moda, en los medios de comunicación. Se ha convertido en un canto al mundo y a la condición humana.

-¿Cómo ve el papel de la mujer en la literatura y en la sociedad?

-A través de la historia, nunca ha sido fácil para ellas. Hemos tenido siglos enteros de civilización, guerras, hambrunas y epidemias, el nacimiento de las ciudades o la vida campesina pero las mujeres han estado atadas como un Prometeo. Su papel ha sido marginal, aparentemente ausentes en muchos ámbitos de la ciencia y de la cultura a lo largo de la historia. No tuvieron otra opción que acatar las “dulzuras” del sometimiento y la resignación, y para poder publicar se refugiaron bajo seudónimos masculinos.

Rosario Valcárcel desarrolla una labor como presentadora y divulgadora de exposiciones de arte: “Desde hace más de una década el curador de arte Diego Casimiro me invitó a participar con una crítica sobre la obra de la pintora Isabel Echevarría, que exponía en el Casino de Las Palmas un trabajo titulado El Carnaval del mundo. Y, a pesar de que me produjo miedo y respeto, acepté porque ¿acaso no comparte la obra pictórica rasgos comunes con la literatura? Para mí fue un auténtico descubrimiento, un nuevo comienzo que comparto con los trabajos literarios. Ahora bien, desde el primer momento no pretendí hacer una crítica al uso, ni formular juicios atrevidos. Mi desafío fue realizar un comentario poético sobre la belleza y la verdad que habitan en todo arte, a la vez que contribuir a divulgar la obra artística.

Nació en la capital grancanaria, cerca de Las Canteras. Estudió Magisterio y ejerció como profesora de Lengua e Inglés. A pesar de haber comenzado a publicar en 2006, cuenta con poemarios, colecciones de cuentos y una novela, tanto en editoriales canarias como en Alemania, Francia y Rumanía. Considerada pionera del erotismo entre las autoras insulares, mantiene el blog titulado El séptimo cielo, participa en periódicos digitales y programas de radio y televisión. Forma parte del Colectivo Andersen, ha intervenido en centros de enseñanza y participa en antologías. Como autora le preocupa rescatar la infancia, el paso del tiempo y la memoria, la fugacidad de la vida y el anhelo de permanecer. El erotismo y la denuncia social son ejes de su trabajo, así como la situación de la mujer. Hasta ahora tiene ocho libros: La Peña de la Vieja y otros relatos, Anroart Ediciones, Las Palmas, 2006; Del amor y las pasiones, relatos, Anroart, 2007; El séptimo cielo, relatos, Anroart, 2007; Las máscaras de Afrodita, poesía, Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 2009; Sexo, corazón y vida, relatos, Anroart, 2010; Mobby Dick en Las Canteras Beach, novela, Anroart, 2012; Himno a la vida, poesía, Nace, 2015; Cuentos gozosos, Anroart, 2017.

Respecto a sus proyectos dice: “No me gusta afrontar el futuro sino vivir el presente y en él poder seguir trabajando, seguir día a día y hacerlo lo mejor que pueda.” En cuanto a sus traducciones citemos Las máscaras de Afrodita/Die Masken Aprodites, versión bilingüe español-alemán, traductor Karl Müller; Himno a la vida/Imnul vietii, 2015, publicado por Orizon literar contemporan, bilingüe rumano-español, traductores; la novela Moby Dick aux Canaries, L’Harmattan, París, traducida por Marie-Claire Durand y Jean-Marie Florès, 2015, y el poemario Hymne an das leben/Himno a la vida, traducción de Karl Müller, Words for World, 2016.

Foto realizada por Osvaldo Cipriani

jueves, 24 de octubre de 2019

Khajuraho, la cuna del Kamasutra. Taj Mahal y Varanasi (Segunda parte India


Y una mañana en que el sol comenzaba a calentar tímidamente, llegamos al hogar de los dioses, a Khajuraho. En aquel momento mi imaginación no tenía sosiego, estaba deseando conocer aquellos templos tántricos que desde muy joven hechizaron mi curiosidad.

Templos ubicados sobre una plataforma elevada, torres decoradas que se han hecho famosas por tener esculpidas figuras, escenas cotidianas: ceremonias, niños jugando, animales, formas geométricas y ornamentales. Divinidades y esculturas de cuerpos perfectos que nos muestran poses y posiciones del kamasutra. Y aunque hay que señalar que solo un diez por ciento de estos relieves representan escenas sexuales.  El amor, el deseo y el sexo están presentes como los elementos esenciales de la vida.

Un espectáculo artístico que desde 1986 es reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Actualmente quedan solo 22 templos de los 80 que existían en su origen. Creemos que, en su momento, fue diseñado como un manual o tratado amatorio de posiciones para el amor, para enseñar estas artes a los más jóvenes o quizás como homenaje al amor entre Shiva y Parvati, dos de las deidades más veneradas en India. Dioses que desconocen el pecado y exhiben tal belleza, que ejercen sobre los turistas una influencia turbadora y al mismo tiempo un estremecimiento gozoso. 


Y por fin llegamos a una de las siete maravillas del mundo al Taj Mahal, que parece salido de un cuento oriental. Un monumento ubicado en las cercanías de Agra. Representa un canto al amor. Un impresionante conjunto arquitectónico mogol con estilo musulmán, combinado con elementos de India y Persia. El poeta R.Tagore dijo que era “una lágrima en la mejilla del tiempo”.

Desde el pórtico de entrada hasta en el mismo mausoleo observé como unos versos que provienen del Corán nos dan la bienvenida. La mayoría de los textos describen la recompensa de los fieles al llegar al Paraíso. En ese momento dejé que, por unos minutos, mi mirada se perdiese en esa existencia, en aquella religiosidad. Un mausoleo mandado a construir por el emperador mogol Sha Janan para su reina favorita Munmaz Mahal, quien murió al dar a luz su décimo cuarto hijo. Los mejores constructores, los mejores obreros, las mejores joyas, las mejores piedras… todo era poco para el lugar de reposo de su amada; incluso, se desvió el río Yamuna para que el Taj Mahal pudiera reflejarse en sus aguas. Y allí, tras dos décadas de construcción, en el 1648, fue enterrada su amada Mumtaz Mahal, cuyo nombre significa “Perla del Palacio”. Él murió, de pena, unos años después.

Y cuenta la leyenda que el emperador deseaba construirse, en la otra orilla del río, un mausoleo similar al de su esposa pero en mármol negro. Éste sería el Taj Negro. Y dicen que en las noches de luna llena, cuando ésta se posa sobre el Taj se proyecta una sombra en el estanque. Un reflejo perfecto del Taj Mahal pero en color oscuro. Y añaden los lugareños que allí está enterrado el emperador y que cada mes marido y mujer se unen a la luz de la luna. Es una bonita historia pero ni se han encontrado restos de mármol negro en los jardines, ni se ha podido excavar en ellos para ver si es allí donde están los restos de Sha Janan.



En los largos recorridos en el autobús, intentaba comprender la historia de los habitantes de India, trataba de entender. Me recreaba mirando por la ventanilla el paisaje. Grandes extensiones de arrozales o de maíz, mijo y trigo o cebada. También observaba el paisaje humano: peregrinos, sadhus, que es un asceta hindú o un monje que sigue el camino de la penitencia y la austeridad para obtener la iluminación y  felicidad. Familias que circulan en una moto o recorren a pie largas caminos. 

Mercadillos repletos de vendedores y compradores, mendigos.  Hombres afeitando a otros hombres en plena calle o ejerciendo de peluqueros. Saris y turbantes de todas las tonalidades, dioses, lagos, ríos y templos y carteles de estrellas de Bollywood, dibujan un paisaje multicolor. Y entonces, sientes que esa especie de inquietud aventurera por conocer otras culturas, sientes que ese ansia hacía lo lejano se ha cumplido. Curioso ver las vacas sagradas comiendo, junto con perros o cabras incluso algún mono, desperdicios de bolsas de basura: restos de alimentos, trapos, kleenex, botes de zumos, papel.


El  guía aprovechó las horas de autobús para contarnos cosas sobre la historia de India como la llegada de Alejandro Magno, la ocupación musulmana, la invasión de los mongoles, la colonización británica y la independencia del país con Ghandi a la cabeza y el conflicto de Cachemira. No nos contó que India, después de 70 años de democracia, intenta dejar atrás las castas, ni tampoco una noticia que me sorprendió mucho al leerla en estos días, y es que su economía superará a la de Estados Unidos en el 2030 según, una investigación que acaba de publicar Standard Charteres, un banco multinacional con Sede en Reino Unido.

Al anochecer, bajo un cielo que amenazaba tormenta, llegamos a Benarés, la ciudad que data del siglo XI a. C. La ciudad sagrada a orilla del Ganges y cuyo nombre significa “Dios Creador” Dicen que fue donde el dios Brahma ofreció su primer sacrificio después de la creación del mundo. El punto final de millones de almas, de hindúes que son llevados al río sagrado para ser incinerados en sus orillas. Caminando por Varanasi, me sorprendió encontrarme con una ciudad mercado: cientos de negocios, de puestos en donde te venden de todo. Sedas, mochilas o zapatos, elefantes y  monos de mármol, comidas.


Aquella noche el río estaba desbordado por lo que no pudimos ver las escalinatas que descienden a sus aguas y que reciben el nombre de ghats. Solo pudimos contemplar que entre las corrientes, surgían barcas, templos, torres sagradas, un panorama fantasmagórico.



Esa misma noche descubrimos los rincones de Varanasi, como se llama actualmente a Benarés y lo hicimos en los rickshaw y a pie. Y disfrutamos de una ceremonia llamada “Ganga Aarti”. Un grupo de hombres se sitúa sobre unos altares frente al río y de forma teatral alzan flores, se escuchan campanillas y cantos devocionarios, repetidos y sonoros, dedicados a la Madre Ganga. Representan la tierra, -agua, lámparas y velas – en honor al componente fuego e incienso.

A la mañana siguiente visitamos, entre un temporal de lluvia, entre mujeres y hombres, que caminaban como sombras, una Varanasi que olía a vida y a muerte a sándalo y a cloacas, a humo. Y por mi mente comenzaron a recorrer emociones, encuentros de páginas escritas. Un relato que escribí sobre Las Viudas Blancas en India, Almas errantes, lo titulé. Estaba ambientado en esa misma ciudad en la que puedes contemplar unos 2.000 templos, incluido el "Templo Dorado", dedicado al dios hindú Shiva.


Y Llegamos a los crematorios y vimos como preparan las pilas de madera para el difunto que está a punto de llegar o que está en el suelo envuelto en sabanas, mientras sus familiares esperan el turno para poder incinerarlo. Después sus cenizas son lanzadas al Ganges y el fallecido podrá encontrar la vida eterna. Todos queríamos hacer fotos a pesar de que está prohibido. Y de repente me encontré con la mirada de un señor que estaba sentado junto a una pira. El hombre comenzó a hablar conmigo:

-Por favor no haga fotos, este es un lugar sagrado donde traemos a nuestros muertos

-Lo entiendo, añadí al mismo tiempo que bajé la cabeza avergonzada. Aunque él no esperaba ninguna respuesta. Él posiblemente rezaba mientras los restos del ser querido se incineraban. Esperaba  arrojar las cenizas al río, romper el ciclo de las reencarnaciones y conseguir la liberación para el alma del familiar.

Si volviese a India, Varanasi sería una de las primeras ciudades que volvería a visitar. Un lugar en donde se vive el cotidiano peregrinaje igual que una explosión volcánica. Una ciudad en el que se vive lo perenne, el sosiego infinito y la amorosa eternidad. 

Blog el séptimo cielo 


martes, 8 de octubre de 2019

India, el país de los mil dioses (primera parte)


En 1968 The Beatles fueron al norte de India a meditar y, aunque yo era muy joven entonces, estaba convencida de que algún día la vida me llevaría hasta esos lugares tan lejanos.




La primera impresión que me produjo la llegada a Delhi fue de amor a primera vista, porque a pesar de ser una ciudad caótica y ruidosa con atascos interminables, entre un trazado enredado, lleno de callejuelas repletas de tiendas, vacas, rickshaw y tuk, tuks, posee también un buen trazado urbanístico, grandes avenidas y zonas ajardinadas. Y es alegre, colorida y entrañable en sus gestos, en su humildad y en su forma de saludar con la palabra Namasté, mientras bajan la cabeza, sonríen y juntan las palmas de sus manos para que nuestras mentes se encuentren.

La aventura de India, el segundo país más poblado del mundo, con más de 1.300 millones de habitantes, comenzó con el recorrido de la parte antigua de Delhi. Así, un día bastante soleado, visitamos la mezquita Jama Masjid, que dicen que es la más grande del país, construida en mármol blanco y arenisca roja. Fascinante mezquita. Nos tomamos fotos en El Fuerte Rojo. Una construcción declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2007.

Y muy cerca en RAj Ghat encontramos un mausoleo de mármol negro dedicado a Mahatma Gandhi con una llama eterna y una inscripción de sus últimas palabras: “Hey Ram", que significa “Oh, Señor”. En ese lugar el 31 d enero de 1948  tuvo lugar su incineración. A medida que pasa el tiempo, su figura parece distanciarse de las tendencias prevalentes, aunque los políticos siguen explotando con regularidad la nostalgia por él. Allí mismo se encuentran los puntos de cremación de otros líderes indios como J Nehru e Indira Gandhi.





Navegamos por Chandni Chowk y en un riskhaw serpenteamos la ciudad. Yo me sentí como si me hubiese subido a los coches choques de las Ferias. El vehículo se desplazaba entre el caos a derecha e izquierda, avanzábamos en una enorme confusión entre cientos de bocinas de motos y bicicletas, entre risas y desconfianza, por callejas con olor a especias y aguas residuales. Un lugar repleto de puestos de comidas, joyerías, libros amontonados sobre mesas, frutos secos, perros, cabras y alguna vaca. Bazares de cuento donde brillan los colores de los saris y los pequeños santuarios. Y curiosamente nos encontramos con una especie de pequeña procesión. Un grupo de jóvenes paseaban a la diosa Durga y, mientras cantaban, tocaban tambores y esparcían polvos de mil colores, la diosecilla bailaba. Nos dijeron que finalmente realizan un ritual: la inmersión la figura en el río Yamuna. Un país entre la realidad y la superstición.


La religión en India se considera parte de su identidad. Es la tierra santa del hinduismo y el budismo del yainismo y el sijismo, y es el hogar de importantes gurús espirituales. Hoy el hinduismo es la tercera religión más grande del mundo. Sus seguidores, denominados hindús suman 1.500 millones o un 15 % o 16 % de la población mundial. Los católicos suman más de 17 millones y el Islam es la segunda religión más grande de India con unos 150 millones de fieles aproximadamente 13,7 % de la población. El tercer país con mayor cantidad de musulmanes del mundo después de Indonesia y Pakistán.

El hinduismo es una religión de grandes contrastes con dos tendencias, una politeísta en la que los hindúes adoran a varios dioses (tiene más de 300 millones de dioses y también existe una rama monoteísta integrada por los brahmánicos, quienes creen que Brahma, es el dios de la creación, el único dios, que representa las tres tríada: Brahmā, dios creador, Visnú, dios preservador y Shiva, dios destructor. Pero a pesar de los miles de dioses la práctica de las religiones está cambiando entre los jóvenes y la creciente clase media. 
 


Visitamos el templo Sij, Gurdwara Bangla Sahib y sus alrededores. Disfrutamos de la capital del estado del Rajasthan, Jaipur, una ciudad que según el guía está siempre metida en fiestas, una de las más conocidas el Teej, que se celebra en los meses del monzón, entre julio y agosto. Jaipur es conocida por la Ciudad Rosa de India y cuenta una leyenda sobre el color rosa que, una vez un maharajá eligió ese tono para los edificios para impresionar al príncipe Alberto de Sajonia, quien llegó desde el otro lado del mundo... Conocimos la preciosa fachada del Palacio de los Vientos, llena de ventanas con celosías, que servían para que las mujeres de la realeza pudieran contemplar los desfiles y procesiones sin ser vistas. Y en el laboratorio astronómico nos hablaron de la relación de la tierra con la luna y las estrellas.  




Subimos a la Ciudad Fantasma, construida en el siglo XVI por el emperador Akbar. Bien conservados sus amplios espacios, tanto civiles como religiosos. Al llegar sientes que  reina ese estado de metamorfosis inanimado, triste, como embrujado. Durante casi 16 años fue una brillante capital administrativa, pero después fue abandonada por que la falta de agua no solo era un problema grave sino que generaba otras situaciones. Curioso vimos un gran parchís en el suelo de un gran patio y nos dijo el guía que con él jugaban las concubinas para escoger quien pasaba la noche con el rey.




Descubrimos la tierra de Maharajás, almorzamos en sus palacios. Nos encontramos con niños que no asisten a la escuela para dedicarse a la venta de souvenirs. No hay que olvidar que la pobreza extrema afecta al 30% de la infancia en India. O adultos que te venden lo que sea: un viaje, alfombras o saris, todos tienen un primo que vende calidad. Te sonríen, te hablan y en forma casi confidencial te preguntan mientras andan al lado tuyo:

 “Where are you from, my friend? My friend your name, my friend, My friend!…”


Viajamos en tuk, tuks, en rickshaw, autobús, en metro, en jeep, en guagua, en tren, y a lomos de elefantes subimos al palacio fortificado de Amber, desde donde vimos el lago Maotha y las montañas y murallas que lo rodean. Una experiencia que encierra la suficiente emoción para no ser tomado como un simple paseo. Deseo no haberle causado sufrimiento a esos bellos animales. No faltaron las fotos y, después los fotógrafos nos persiguieron para vendernos varios álbumes. Los compramos.

En la próxima entrega continuaremos el viaje por el Taj Mahal y los templos eróticos de Khajuraho, juntos visitaremos Varanasi y el Ganges. Nada de lo que he visitado se ha desplazado de su sitio, pero en el caos diario apenas son visibles, están como disfrazados con la piel, con los problemas y el guirigay diurno. Por eso en el siguiente capítulo nos acercaremos a estos espacios sagrados con una nueva preparación espiritual. Nos acercaremos al anochecer, que creo que es el mejor momento para las confidencias.  

Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com




miércoles, 2 de octubre de 2019

Himno a la vida, libro de poemas, Rosario Valcárcel


Artículo de Dunia Sánchez Padrón




“…Escarbaba en las tumbas podridas,
Buscaba más adentro de mi corazón.
Escuchaba los augurios del cielo,
La superstición del eclipse…”

Himno a la vida, la despedida de todo aquel ayer reflejo en la memoria como sombra para pastar en el canto, en la alegría, es como un exorcismo por el mañana, por el presente donde todo se mueve al compás de la poeta con lo que desea, con lo que ama. Rosario Valcárcel se adentra en un adiós de ella del pasado para dar la bienvenida a un hoy robusto en vida, en una existencia que se mueve bajo la mirada de cada amanecer, de cada impulso medido de acuerdo con sus pasos. 
Sus poemas reflejan conocimiento, un conocimiento aventurero donde la lucha por lo verdadero y lo deseable nos envuelve en una atmósfera sosegada. Como no, himno a la vida tiene un retoque erótico

 Déjame con los ojos cerrados/tantear la raíz de tu lengua,/ besar tu carne que asciende…” como la autora  se despliega de prejuicios que hoy en día continua. 
 Para terminar solo decir, himno a la vida representa la madurez , el despliegue libre y pacífico de unas alas que se
alzan en verticalidad, en la verticalidad de la vida.
Foto: portadas de las dos ediciones.