sábado, 25 de julio de 2015

Eliseo Diego, el poeta del tiempo.


 Testamento

Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños;
habiendo llegado a este tiempo;
y como las heces del café
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;
habiendo llegado a este tiempo;
y perdida ya toda esperanza de
algún merecido ascenso, de
ver el manar sereno de la sombra;
y no poseyendo más que este tiempo;
no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;
no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;
decido hacer mi testamento.
Es este:
les dejo
el tiempo, todo el tiempo.


En lo alto

Un pájaro en lo alto,
en lo más fino
del árbol alto,
un tomeguín
nervioso, breve, tan liviano
como un soplo de luz,
está cantando
su propia levedad,
la maravilla
de su increíble ser
su pura vida
minúscula, perfecta, iluminada.

Eliseo Diego, nacido en La Habana, en 1920, conversaba con un jadeo muy
suyo, que no era más que la dificultad que tenía para respirar, parece que
provocada por algún enfisema pulmonar. Su palabra lenta y casi saboreada
viajaba en un permanente ciclo, de la conversación al poema y viceversa.

Fundador, con Lezama Lima, Pepe Rodríguez Feo, Virgilio Piñera, Cintio y
Fina, entre otros, del grupo Orígenes, de enorme importancia en la cultura
cubana, Eliseo Diego dio muestras, desde sus inicios, de ser dueño y señor
de una manera muy personal de abordar la palabra.
Con “Inventario de asombros” alcanzó el Premio de la Crítica en 1982.
Cuatro años después fue aclamado como Premio Nacional de

Literatura’1986.

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jueves, 23 de julio de 2015

FELIZ CUMPLEAÑOS, ROSARIO


Las manecillas del reloj

voltean en la cara oculta del tiempo

suponen los minutos como

 lunas pasadas

 por un tamiz

no sorprende la grasa que baja

 del hígado del ganso ni el río

 de un scrable que amotina

 el tinte de la noche

 ni ese tic tac

que no trae al cucú

 para torcerle el cuello

 ©Antonio Arroyo Silva. Donde la niebla teje ventanas.

Foto: El día en que cumplí 8 años con mis padres y amigos.

Gracias a tod@s por las felicitaciones, por el recuerdo, por la vida.

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viernes, 17 de julio de 2015

LA PURIFICACIÓN, POEMA,

                                                                             Grito para que la ablación sea solo un mal sueño

Cómo iba a imaginar que era la fiesta de mi Purificación
si era un ritual de regocijo, de danzas y cantos donde
                                                germinaba el pasado.

Tatuaron mi cuerpecito de amarga henna,    
 invocaron al espíritu, batieron palmas.

                                               El aire me agarraba de la mano.
Celebraban la llegada de una media hechicera.

No podía entender el color de sus ojos centenarios
                                               o si era amiga o enemiga.

Cómo iba a imaginar que era la fiesta de mi Purificación
si inundaron el silencio de risas, tambores y timbales.
El  destino me  trajo chillidos de hiena,
olor a ataúdes.

Me abrió la entrepierna a la sombra de un dátil
y con una vieja hoja de afeitar cortó la raíz de mi deseo.
Águilas y buitres revoloteaban
enloquecidas al olor de la sangre, al  rumor que evoca
                                                la muerte. 

Cerré los ojos e igual que un pájaro en una trampa,
                                               aleteé como una loca, grité, lloré.

-¡Aguanta, aprieta los dientes o nunca encontrarás marido!

Castró mi sexo como a los burros del desierto,              
colocó cerrojos a mis labios vivos.

Convirtió mi sonrisa inocente en una sonrisa macabra.
                                               Desgarró la carne de mi alma.

Cómo iba a imaginar que era la fiesta de mi ablación,
que a mis ocho años una de las peores cosas de mi vida
                                               había sucedido, 
                                                                          de mi poemario  “Himno a la vida”

LA ABLACIÓN O MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA
Las escalofriantes cifras dicen que dos millones de niñas son sometidas a esta brutal operación de la circuncisión, ablación, infibulación, mutilación genital femenina, clitoridectomía…, cada  año, lo cual se traduce en 6.000 nuevos casos por día, cinco niñas por minuto menores de 15 años son sometidas a una ablación o amputación del clítoris (suele practicarse a niñas entre 4 y 10 años y entre sus consecuencias físicas inmediatas son las psicológicas que suelen ser: angustia y nerviosismo, sentimientos de degradación, inferioridad y vergüenza, frigidez, miedo a las relaciones sexuales-, se dan hemorragias, que a veces llevan a la muerte, e infecciones diversas.

Y a largo plazo suelen aparecer dolores menstruales, quistes, tumores, esterilidad, aflicciones al orinar y un aumento del riesgo de enfermedades de transmisión sexual, entre las que se engloba el SIDA, sin olvidar que el 90 por ciento de los niños que nacen muertos son hijos de mujeres mutiladas genitalmente y que cada uno de cada cuatro hijos de estas mujeres nace con anomalías.

Alrededor de 137 millones de mujeres en todo el mundo han sido mutiladas genitalmente de esta manera en los últimos 50 años y que  jamás disfrutarán de un derecho placentero concedido al hombre: el sexo.

África no es el único territorio donde se realizan mutilaciones genitales femeninas; también es una práctica común en algunos países de Oriente Medio. Las cifras son escalofriantes. Según Unicef, la ablación es una práctica frecuente en 25 países africanos, algunos de Oriente Medio y Asia: Somalia el 98 por ciento de mujeres sexualmente mutiladas. Egipto con un 97 por ciento (actualmente prohíben la ablación de clítoris e imponen tres años de cárcel para quienes lo practican) o Eritrea, Guinea (60 por ciento) y Etiopía con un 90 por ciento. En Eritrea, Sudán o Sierra Leona la sufren entre el 80 y el 95 por ciento. En Mali el 94 por ciento o en Burkina Faso un 70 por ciento.

Oriente Medio no se queda atrás: Yemén, Omán Bahrein, Pakistan e India se suman a esta larga lista. La ablación femenina se practica entre las comunidades de emigrantes también…
La mutilación genital corre a cargo de la buankisa, fanateca o comadrona, una matrona experimentada a la que su “trabajo” le confiere un alto status social. La “operación” suele llevarse a cabo en pésimas condiciones higiénicas y sin ningún tipo de anestesia, y basta cualquier objeto punzante, un cuchillo, una hoja de afeitar o incluso un cristal.

Por eso, hoy quiero gritar de nuevo por la defensa de los derechos humanos de las mujeres. Derechos que son vulnerados por razones culturales, políticas, religiosas… Y que atentan contra la dignidad y la salud de las mujeres.

facebook/rosariovalcarcel/escritora 

                                                                                                                                                                                                                                                                                          

lunes, 6 de julio de 2015

LA DANZA DE LOS ENANOS

... de las Fiestas Lustrales de La Palma
Del Mester de Juglaría
guardamos la tradición
verso de la devoción,
trova de la cortesía
que tiene su inspiración,
su razón y su alegría
en la hermosa advocación 
de las Nieves de María.
                        Luis Ortega Abraham.

Mis primeros recuerdos de la infancia están llenos de dioses y de héroes, de gigantes y de enanos.
De fantasías, de palabras y de sueños, del eco de las risas de cuando éramos niños. De aquellos cuentos de Charles Perrault y de Grimm, donde siempre había encantamientos y aparecían unos enanos con barbas largas de color blanco que vivían en los bosques y corrían a toda velocidad con un gorro en la cabeza.
Pero sobre todo lo que más grabado tengo de mi niñez es el misterio, la euforia, el sonsonete de la polca que envuelve la danza de los enanos de mi isla adoptiva, la Palma. Una fiesta que cada cinco años reaparece.
Así que Luis y yo, como mucha gente venida de los rincones más remotos, acudimos a la cita, al Recinto principal que el Ayuntamiento habilita en Santa Cruz de La Palma en los días de grandes fiestas. Nos tuvimos que abrir paso, casi a codazos, entre la avalancha de visitantes y algún vendedor ambulante que ofrecía bocadillos, almendrados, rapaduras... Queríamos reencontrarnos con los colores y la alegría, participar en los Festejos de la Bajada de la Virgen, revivir la emoción del baile de los enanos.
Parecía que todo el mundo estaba allí, y a pesar de que los viejos dicen que las fiestas de hoy ya no son tan bonitas como los de antes, yo capté las mismas vibraciones, las voces chillonas e ingenuas de los niños que despuntaban al anochecer, el mismo nerviosismo en el ambiente, el júbilo. Ese olor de nuestra tierra y ese mar de nubes que a lo lejos surgía avanzando lentamente por el cielo, ellas tampoco quisieron perderse el espectáculo. Era como si la tarde estuviese encantada, tanto que el mar, a nuestros pies, había enmudecido, quizás por respeto a tan bello acontecimiento.
Creo que todos estábamos algo excitados, ansiosos porque aparecieran aquellos seres diminutos. Entonces, de pronto, me asaltó el recuerdo de mi niñez: Se hizo un silencio y una oleada de deseo me atravesó el pecho, Palpitaba. La función estaba a punto de empezar. Sonaron unos acordes y entre destellos deslumbrantes entraron en escena dos hileras de juglares con ropajes azules y carmesíes. ¡Qué emoción, por fin desfilaban ante nosotros! Marchaban con gestos de galantería, regalaban flores al público y durante unos minutos glosaron unos versos al son de las notas de nuestro siempre recordado Luis Cobiella, interpretadas por la Banda de Música San Miguel.
Pero todos esperábamos la transformación, el espejismo, que entraran de nuevo en el castillo, en el mundo de la ensoñación, allí donde el tiempo no llega y se produce el misterio, la sorpresa. El juego, esa proeza magistral que cada lustro se repite. El momento en que se abre de nuevo la puerta de la fortaleza y aparecen los veinticuatro juglares, pero esta vez transformados en enanos de carne y hueso. En unos enanos tan traviesos que agitaron el aire, nos conquistaron. En unos enanos con caras pícaras y bañados por una luz romántica.
En unos enanos que con vestidos de época, peluca blanca y gran sombrero francés, al estilo bicornio, bailaban, alegres con pasos cortos, una polca pegadiza. Brincaban como niños y con un movimiento casi teatral se acercaban a la chiquillería que aplaudía al ritmo de la musiquilla. Unos enanos que con una correspondencia inusitada intercambiaban miraditas y con coquetería hacían guiños, se encogían cada vez más. Conseguían arrancar carcajadas a grandes y a chicos. Danzaban, mientras todos nos preguntamos cómo esa representación se puede hacer tan perfecta.
Poco a poco la música se va acelerando, el ritmo se hace más enérgico, y yo me uní al insólito orfeón. Tatareábamos, aplaudíamos. Aquellos "pequeños" nos abrieron por unos instantes caminos impensados. Nos olvidamos de los desasosiegos y del desánimo, de las preocupaciones del alma humana. Pero con gran pena para los que estábamos allí compartiendo la vitalidad que estallaba casi de una forma desmedida, comprobamos con decepción que la luz nocturna nos empezaba a cubrir y que los "saltarines" iban desapareciendo, volviendo a su castillo secreto para regresar dentro de otros cinco años. Entonces me pareció que el mundo se quedaba vacío.
Y que todo había acabado, cuando de pronto estalló una llama y se oyeron repiques de campanas y más campanas, y del castillo en medio de una neblina surgió nuestra Patrona y el espectáculo, como muy bien dijo María Victoria Hernández, se convirtió en una danza ritual. Algunos lloraron emocionados y otros como yo, añusgada, gritábamos:
-¡Viva la Virgen de Las Nieves! ¡Viva! ¡Viva!
Son unas fiestas en las que podría escribir páginas enteras, unas fiestas en que los enanos lo dominan todo, pero es difícil explicarlo a quienes nunca lo han visto personalmente. Lo que sí puedo decirles es que una celebración como esta, sólo es posible en nuestro paraíso perdido, en nuestra isla bonita, La Palma.
¡Viva la Virgen de Las Nieves! ¡Viva! ¡Viva!
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sábado, 4 de julio de 2015

BOCAZAS

José M. Balbuena Castellano

Bocazas siempre ha habido a lo largo de la historia.  Personajes famosos, políticos, monarcas, intelectuales, periodistas, religiosos y religiosas, etc. han dicho y redicho frases, sentencias, chascarrillos y demás, de los que luego se han tenido que arrepentir o les han pasado factura, especialmente cuando se trata de dirigentes políticos que viven en democracia y esperan el voto de sus seguidores, o del pueblo llano.

El último aspirante a dirigente político que ha resbalado estrepitosamente  a causa de algo que vertió en twitter hace algún tiempo ha sido Guillermo Zapata, concejal de Cultura y Deporte del ayuntamiento de Madrid que lidera  Manuela Carmena. Ambos son de Ahora Madrid y consiguieron la alcaldía con la ayuda de Antonio M. Carmona, del PSOE, que pidió inmediatamente la dimisión de Zapata. Carmen, que me parece una persona seria y consecuente, evitó que Zapata continuara en el puesto para el que había sido elegido. Por bocazas

Carmena tiene tras de si un curriculum excelente: Premio Nacional de Derechos Humanos, Vocal del Consejo General del Poder Judicial, una de las findadores de Jueces para la Democracia, miembro de la Fundación Alternativas, etc. y pretende desarrollar su gestión de forma correcta.

A Zapata que no se le ocurrió otra cosa que hacer chistecitos sobre el holocausto de los judíos, o de Irene Villa, víctima del terrorismo etarra. “Han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcásser para que Irene Villa no vaya a por repuestos”, decía. No constitye ningún eximente el que haya realizado tales comentarios, a través de twitter, en  2011, cuando no era aún edil. Pero ha reconocido que siempre la ha gustado el humor negro y cruel. No es una inclinación y disposición mental adecuada para llevar nada menos que dos áreas de sumo interés en una ciudad tan importante como Madrid. Imagínesense que al contemplar alguna actividad realizadas por disminuidos físicos o síquicos se vea tentado de expresar lo que piensa en las redes sociales, tan de moda. O que haga chascarrillos sobre la cultura, ya de por si bastante desprestigiada en este país, donde todavía existen brotes de analfabetismo, al menos relativo, bastante indiferencia o propensión a los continuos cambios en materia educativa y falta de apoyo a lo que constituyen “las bases del progreso”. Y eso no es para tomárselo a broma.

Lo peor de todo  es que todavía se utilizan algunos medios informativos  (que para mí son “deformativos”) para prodigar el insulto, el desprestigio, las insidias  y opiniones carentes de solidez y de trascendencia social o ética.  Es lo que se denomina la tele basura, que también podría aplicarse a radio basura o prensa basura,que tampoco falta. Está muy bien la libertad de expresión para denunciar injusticias o defender la democracia, o cualquier otro valor que merezca la pena, pero hay que poner un límite personal a lo que se puede, o se debe decir, a través de los medios informativos o las llamadas redes sociales. De no ser así, podría convertirse en libertinaje y ser nocivo para colectivos, instituciones o para alguna persona determinada o inductores de acciones llevadas a cabo por fanáticos  e irresponsables. Además, se  emplea con mucha frecuencia toda esa red de comunicación personal  para fines no humanitarios e irrespetuosos. Con el agravante de que muchos menores pueden acceder a contenidos peligrosos, sin que a veces los padres se percaten ni se ocupen de prevenirlos.


Con el móvil, los WhatsApps, Twitters, Facebooks y todas esas aplicaciones de mensajería instantánea, cualquier cosa que se escriba, se diga o se grabe llega inmediatamente al más alejado rincón del mundo. Todo queda luego grabado y es difícil desdecir lo que ya se ha dicho o enviado.De ahí la importancia de calibrar muy bien lo que se pretende emitir para que nadie se sienta aludido u ofendido Un uso responsable de estos medios en siempre aconsejable, y no ser, a través de ellos, un auténtico bocazas.

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