martes, 27 de diciembre de 2022

Bienvenido 2023

Eduardo Sanguinetti

Filósofo, poeta, artista, periodista y músico argentino. Pionero en el arte performativo. Se le considera también precursor del minimalismo en América Latina y del land art.

    Nuestra libertad nos obliga a cada instante a comprometerse con ‘valentía’ y dignidad en ser y saber, de la irremediable lucha contra las fuerzas del odio, de la mentira, de la cobardía y de la avidez: de un pasado abolido, que se presenta una y otra vez ante nosotros en juego especular y trágico.

Me ha permitido permanecer en sobrevivencia, conocer a seres que se acuestan sin comer y se levantan sin saber si comerán en el día que deben enfrentar.

No lo ignoro, pues veo, siento y experimento las necesidades de la mayoría de hombres y mujeres que luchan o mueren en el intento de permanecer en esta mundo, donde deberíamos todos y todas tener nuestro espacio para permanecer, nuestro pan para comer y nuestro rol a cumplir, para hacer de esta existencia algo digno de ser experimentado.

Los sensibles humanistas iconoclastas, tenemos la mediana certeza, que esta vida es «algo» inasible, digna de ser experimentada en disfrute y placer, jamás una condena con fecha de vencimiento… Sólo me interesa saber que la vida debe ser ‘vivida’ como un milagro, no como un castigo.

Ante la lógica de los ‘justos’, la ‘benevolencia’ impasible de los generosos y los ‘virtuosos’, junto con la seriedad de los ‘teóricos’, se promueve la indigencia de millones de seres humanos y se perpetra el despojo de derechos, la expoliación de la vida, la degradación de la salud, el hambre como regla y norma, las horas muertas, la vida espantosa, sin visión de modificar el horizonte pintado a mano, paisaje siniestro y verídico, al que asistimos.

El sentido popular, asimilado en sensibilidad y ética, no ignora que la aldea global está envilecida tras el lucro, en cuyas manos se concentra la riqueza y el poder de decidir sobre la vida de comunidades enteras. Lejos de promover la armonía y el bienestar de hombres y mujeres, solo ha provocado ha despertado los bajos instintos en un mundo que expulsa a los valientes poseedores de ideales e ideas y premia a los mercenarios, los cobardes, traidores y simuladores.

El hombre que se interroga sobre su destino está siempre solo, a cada instante él pierde o gana sin que haya ninguna referencia a alguna ley común. Todo destino tiene su ritmo, una ley de compensación equilibra los desastres.

Las cosas se posan dulcemente delante de aquellos que no pueden verlas. El sol es un juguete para ciegos. No es necesario prever, no es necesario ver. Es necesario enterrarse en el corazón de la tierra: el diálogo nunca terminará…poder contentarse con una verdad más humilde, saber que para obtener antes hay que olvidar.

«Es necesario renunciar absolutamente, para ser absolutamente» he escrito en un capítulo de mi libro Alter Ego (Ed. Corregidor 1984). Es necesario también perseverar sin esperanza de victoria. El destino otorga su chance después de un largo periplo cercano a la muerte.

Eso que pedimos con la mayor insistencia al destino, al final nos lo acuerda (el precepto queda verificado) pero nos lo acuerda más que cuando no lo esperamos más. Hay que desconfiar de las ventajas fáciles que nos ofrece un mundo que simuladamente abre sus puertas a todos los que obedecen… Pero alcancemos un estado de extrema felicidad que suprime por un tiempo la memoria de lo que jamás ocurrió.

Nada se compara con el encanto de un hombre que no esconde ninguna de sus ideas y puede expresarlas sin la menor necesidad de ofensa, sino con naturalidad y gracia ‘suma’, este rol intento asimilarlo siempre, con la espontaneidad de la emergencia, en este fin de año, donde mi cumpleaños tiene espacio y lugar.

¡Feliz sobrevida! ¡Feliz vida!… Un 2023 posible… El año 2023 debe ser tratado con las urgencias de un recién nacido… Quizás, sin ser un gran visionario, intentaré hacer un pronóstico de lo que acontecerá en el tiempo por venir.

Lógicamente, tomando como referencia los años transcurridos de este tercer milenio muy definitivo, en los fines impuestos por los poderes imperiales, a una degradada humanidad en su mayoría anestesiada y paralizada ante el potente devenir de una realidad, ya anunciada, desde la literatura, la filosofía, incluso el cine, a modo de una ficción que se ha cristalizado y se ha instalado en este planeta.

Este año 2023, no dudo, será un año de muchas protestas en todo el mundo… Protestas con razón y sentimiento de indignación y hartazgo por la injusticia imperante, instalada por todos los gobiernos, que parecen no mantener los principios de solidaridad, igualdad y fraternidad, en paz para sus comunidades… Hablo en estas líneas de la paz que sobrepasa todo entendimiento. No hay otra. La paz está concebida en principios de cese de hostilidades, de treguas, de pausas… La paz a la que me refiero no exige condiciones, ni mediadores, ni requiere de garantías… Es simplemente… Si es victoriosa, una victoria que descansa en el renunciamiento voluntario.

Los gobiernos se han olvidado que han sido elegidos por sus pueblos, al menos es lo que parece y no por los banqueros o las corporaciones élite de los negociados y las estafas. ¿O no es así?… Entonces bienvenidas las protestas y las marchas en contra de la injusticia del consumo impuesto, por el bombardeo mediático permanente, de cualquier cosa que aliente a anestesiar, a lobotomizar, a perder la calidad de «ser»

Año 2023, sumados todos los números el resultado es 7. No está mal… ¿Será un buen año? ¿para quién? ¿importa?… Los budistas tienen una creencia, que comparto: no pensar en el pasado ni tampoco en el futuro.

El pasado no lo podemos cambiar… Sobre el futuro no sabemos. Ergo… Hay que vivir el día a día, como diría Buda desde Sarnath, India, hace 2.500 años… Así que el 2023 vivámoslo día a día, disfrutando de esta existencia, sin molestar a los demás… Tratando en paz y silencio las urgencias más inmediatas de la humanidad.

blog-rosariovalcárcel.blogspot.com

 


miércoles, 14 de diciembre de 2022

RETAZOS DE ASTURIAS

Las manecillas del reloj no sobrepasan las diez de la mañana, unos tímidos rayos de Sol ayudan a diluir la humedad, al fondo de la plaza emerge la catedral del Salvador con una confluencia de estilos destacando el románico. Desde S. XII y aún hoy en la actualidad, hay un dicho popular para designar la llamada ruta francesa hacia Santiago de Compostela que reza así: “Quien va a Santiago sin pasar previamente por El Salvador visita a su lacayo pero no a su Señor”. En la parte opuesta destaca la escultura de una señora que luce tan segura como orgullosa de sí misma, se trata de Ana Ozores, la protagonista de Leopoldo Alas “Clarín” en su novela La Regenta. En Vetusta tal y como la definió el autor, la vida parece haberse detenido, apenas unos escasos viandantes transitan por los alrededores de la Plaza de la Catedral, también llamada de Alfonso II el Casto; nos encontramos en Oviedo, concretamente en su casco antiguo. Proseguimos a través de un entramado de calles y pequeñas placitas testigos de la historia más remota de la ciudad, algunos de cuyos vestigios amurallados desde la época medieval, aún permanecen.




Oviedo es una ciudad pulcra en la que no abundan las papeleras, señalando de esta manera el civismo de sus gentes. La ciudad está vertebrada por la calle Uría, su arteria principal; cuenta la historia que hace varios siglos, en dicha calle había un carballón, nombre con el que se designa en Oviedo al roble y a su vez señala el apelativo con el que son conocidos los naturales ovetenses, también llamados carballones. La calle Uría, mira hacia un lado al Parque de San Francisco, pulmón de la ciudad, y hacia el otro, al Teatro Campoamor, sede de los Premios Príncipe (ahora Princesa) de Asturias. La ciudad se extiende a modo de toboganes según si subes o bajas, representando un museo al aire libre con más de un centenar de esculturas, algunas tan destacadas como “La maternidad” de Botero. Unos cien metros más allá “Culis Monumentalibus”, realizada por escultor vasco Eduardo Úrculo, y también no muy alejada en una calle transversal de la zona comercial, la dedicada a Woody Allen, convertido en uno de los emblemas actuales de la ciudad; es igualmente muy popular la de Mafalda, sentada en un banco en el Parque de San Francisco, émula de la existente en el bonaerense barrio de San Telmo; allí, donde Mafalda divisaba más gente que personas. Asimismo, la ciudad nos muestra una arquitectura señorial, con algunos balcones cerrados muy frecuentes en Castilla León.

La calle Gascona es la más animada de la ciudad; proliferan los restaurantes sidrerías con terrazas para degustar los platos típicos de la tierra, muestra de las raíces culturales de la ciudad y de la región; entre ellos destacan las fabes, el cachopo y el pote. Platos muy calóricos generosamente servidos a precios razonables, a menudo acompañado con la sidrina de garrafón escanciada, bebida gaseosa de manzana pero menos dulce que la comercial embotellada.




El “menú del desarme”, compuesto de garbanzos con bacalao, espinacas, callos y de postre arroz con leche, muy usual en los restaurantes ovetenses, lleva consigo una leyenda sobre la que circulan varias versiones. Tiene como trasfondo la Guerra Civil disputada en Oviedo en el año 1833 entre los partidarios isabelinos o liberales y los carlistas, seguidores de una parte de la hija del fallecido Fernando VII y de la otra, los del hermano del rey. La más nombrada es aquella según la cual, el ejército liberal invitó al carlista a la copiosa comida que más arriba se detalla. Fue tal el marasmo que le entró a la tropa carlista, que quedaron dormidos, hecho aprovechado por los isabelinos (mayoría entre el pueblo ovetense) para desarmarlos. Existe asimismo una representación anual, con soldados vestidos de la época, cañones, munición y pueblo llano, en la que se representa dicha batalla.

El trayecto desde Oviedo hasta la costa occidental agrada a la vista. El recorrido transcurre entre prados donde pastan apaciblemente las vacas -allí es muy común la modalidad “carreña”- con la sempiterna Cordillera Cantábrica al fondo en medio de hórreos y paneras, lugar donde los campesinos guardaban desde antaño los víveres, especialmente en los meses más crudos del invierno, construidos a su vez salvaguardando una cierta elevación sobre el terreno para evitar el agua y la humedad, siendo a su vez una constante del paisaje asturiano.



Todo el litoral de la costa cantábrica suele ser alto y abrupto con amplia tradición marinera, salpicado a su vez de no pocas desgracias y sucesivos naufragios consecuencia de la debilidad de las embarcaciones, del mar bravío como de los vientos que la azotan. Así lo señalan algunos grabados que podemos encontrar en Luarca, la llamada Villa Blanca de la Costa Verde. Al asomarnos desde lo alto, se dibujan una considerable cantidad de casas blancas colgadas del risco frente al puerto pesquero, barruntando una vida dedicada en exclusividad al mar. Al otro lado del risco en la parte superior, está enclavado el cementerio donde descansa Severo Ochoa, Nobel de Medicina. Poco más arriba, accedimos a una pequeña capilla en la que los luarquenses veneran a su patrona, La Virgen del Rosario frente al Cabo de Bustos.


Cudillero presenta las mismas características, con la particularidad del colorido de sus casas que penden del risco. En su parte inferior colindando con el mar, restaurantes para bolsillos saludables ofrecen pescado y marisco fresco.

Cadavedo o Cadaveu, cercano a Luarca es un caserío hermoso. Situado a una cierta altitud sobre el nivel del mar, apetece el paseo entre hórreos, casas, huertas y una pequeña capilla protegida con celo por los lugareños, en la que nos encontraremos a su Virgen de Riégala decorada con un abundante apoyo floral. Mas abajo la playa, completa el entorno en contraste con el enorme prado en las alturas dando como resultado un enclave de enorme belleza natural.

De Avilés, tercera ciudad en importancia en Asturias tras Oviedo y Gijón, merece especial atención su centro histórico con su Plaza de España y la no menos hermosa iglesia románica de San Antonio de Padua.

Gijón, lugar de nacimiento de Jovellanos, ciudad volcada al mar, ostenta el mayor núcleo poblacional de Asturias; ofrece especial interés su playa de San Lorenzo, la estatua que distingue a Pelayo, considerado el primer rey de Asturias, disfrutar del paseo por su avenida, llamada por los gijoneses, El Muro, el enorme parque de Isabel La Católica y el casco pesquero antiguo que se yergue hacia arriba con sabor marinero, son algunos de sus principales atractivos.

La gente norteña, en la que destaca su nobleza y su laboriosidad así como su corrección, suele ser breve, no abunda en el discurso. En Asturias existe además la peculiaridad de la no existencia de un término medio, todo es o grande o pequeño, y con el recurso probablemente originario del bable y ese tono cantarín que se torna cariñoso al oído, acompañado por sufijos como “ico” “uca”, “iño” “uña”…, con el que suelen adornar muchas de sus palabras, elaboran su discurso y a su vez, les hace más cercanos. Tierra hermosa y diferente que merece visitarla. Y vivenciarla.

                                                                            Pedro J. Valcárcel.


miércoles, 7 de diciembre de 2022

Por la isla que dibujé, la ópera prima de Olga J. Cabrera Negrín


Olga J Cabrera Negrín, es una poeta de vocación tardía. Una mujer que al jubilarse sintió la necesidad de darle un nuevo sentido a su vida. Se inscribe en un curso en la Universidad y experimenta con la fotografía, con la guitarra, con la lectura, hasta que un día el poeta, narrador y psicoanalista Juan Francisco González Díaz le invita a un evento poético y descubre el poema como comunicación estética, se refugia en él  y se incorpora al taller literario Espejo de Paciencia que dirige dicho poeta y psicoanalista. Comienza a escribir, a indagar en el misterio de la memoria y de los sueños para acceder a su pasado, desvelar los recuerdos como si fueran paisajes, fuentes de sentimientos, reflejo de emociones. Y nos presenta su ópera prima: Por la isla que dibujé



Un poemario dividido en dos partes: El camino y Párpados de mi voz. 

En  El Camino, la poeta se hace niña y dibuja con gran capacidad de captación los sueños, el paisaje insular, un paisaje de meditación y calma. Toda una invocación al origen, a los recuerdos, al pasado, que vuelca en la naturaleza y se manifiesta en forma de: pájaros, luna, lluvia, mariposas. Celebra el entorno idílico del mar con sabores salados y cálidos. Escuchamos los charcos, el respirar de los peces, los árboles y las estrellas. Nos enseña a entender su infancia con una poesía emotiva y símbolos infantiles como el verso el Caballo de madera en el poema Brindis:

Entre cayados de riachuelos / mis pies muerden los peces rojos. /Estrellas se lavan en el reflejo de la luna, / juegan con las ranas del estanque / y los árboles se cubren con tupidas flores. /A mi lado, bajo las ramas, un conejo / busca su madriguera. / Escondidos, / aguardamos /que amaine el temporal. Del poema No sé dónde buscar.

Capta bien la atmósfera del tiempo, el tiempo por el que pasamos, el dolor, la soledad, la esperanza; sentimiento dominante en la vida de los humanos y de tantos otros motivos de las circunstancias de las personas, como en el poema Mesa apartada (A un cuadro de Hopper) que, al fin de cuentas son el eje de este poemario.


Bajo el sombrero, los sentimientos peinan tirabuzones, / en su abrigo de paño se apretuja el desamor. / En una apartada mesa se sienta a tomar café, / lágrimas mojan su falda, el corazón gotea. / Con la taza en las manos baja su mirada, añoranzas bebe. / No controla la canción del viento, en notas de sollozos se aleja. / Peldaños de hojalata visten su hogar, recuerdos traen los jilgueros. / En ramas de pájaros disecados los olvidos caminan. / Iluminan proyectos las estrellas, que balancean la cuerda de su escritorio. / En la calle la pared cuenta, / a la vuelta de la esquina. /Lentamente/ comienza / a caminar…

Junto a esa razón central de los recuerdos de la infancia, Olga J Cabrera, es una mujer enamorada de la vida, que  echa una mirada al mundo de los afectos, la cotidianidad, los apegos, el amor, y los convierte en versos libres. En los que las palabras evocan  símbolos, metáforas, paralelismos. Se refugia en ellos como si fuese una membrana protectora, una segunda piel que la puede alejar de la incomunicación, el sufrimiento, la soledad. La lucha contra el tiempo. El deseo de afirmación frente a los abismos.  


En el poema Huesos, la poeta nos presenta con un vocabulario entrañable la metáfora al ocaso, dedicado a su abuela. Nos imbuye en un pasado rural, en el deseo de apresar el tiempo que huye  Escuchemos la voz de la poeta:

Con alpargatas de negrura, sortea las piedras. / El viento balancea su traje de aire, besa la tierra. / Busca yerba y en el delantal guarda guiños / para dar de comer a la vaca,

con las gallinas se acuesta en sábanas soleadas. / Por la ventana entra la claridad,

enciende lumbre para que sus hijos sorban el café. / Le gusta extasiarse en el crepitar de las llamas, / secretos se dibujan en las imágenes de pabilo largo.

 

En la segunda parte, Párpados de mi voz.

 Olga J Cabrera, se convierte en mujer y el leitmotiv de sus poemas son las relaciones presididas por el amor y el deseo. La soledad y la incomunicación, el vacío. Nos ofrece un mundo de sombras y luces, de una memoria que vive el propio desorden de la desmemoria, en el aturdimiento de sus recuerdos. 

Y ella no recuerda no recuerda qué es el amanecer. / Sumergidos, / llenan sus miradas, / mariposas revolotean bajo la falda. / Trepan por las ramas, voluntades enredan, / con zapatillas de tela transitan caminos gastados. / Exhaustos de amasar historias de azúcar / emborronan la escena, cuando las horas cantan redobles /las sombras /despintan las paredes blancas. /En la claridad de la luna los silencios se abrazan, / lejos del país del hojaldre / las cerraduras se vuelven invisibles.

Hay un cultivo de las emociones, de cierta ingenuidad, a través de los deseos que cobran vida, que conviven con la entrega como reflejo de nuestro mundo y de nuestra capacidad de vivirlo, como en el Poema Hojas de acacias:

Ansiosas las bocas se encuentran/ de la forma que te gusta que nos besamos, / nos amamos,/

Para la poeta, la noche y los sueños son testigos de los latidos de la vida, de los apetitos, a sabiendas de que todo amor es, en definitiva, pérdida, dolor en el placer, deseo imposible de querer volver a su infancia, quizás porque sabe que no hay reino sin infancia.

Olga J Cabrera cargada de ese mundo de recuerdos, medita, sueña, escribe y deja constancia en La isla que dibujé, lo mucho que le concierne el ser humano.

 

Rosario Valcárcel, poeta, narradora

           Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com