martes, 31 de mayo de 2022

Radicalidad del amor



Eduardo Sanguinetti

Filósofo, poeta, artista, periodista y músico argentino. Pionero en el arte performativo. Se le considera también precursor del minimalismo en América Latina y del land art

 

.«Amarnos, aun cuando queden pocos días/ Amarnos porque estamos solos y nadie logrará rescatarnos/ No nos queda sino este recurso: amarnos/ No tendríamos que tomar en cuenta nada más/ Unos pocos metros cuadrados bastarían/ Y nos amaremos mientras se pueda…» Fragmento de mi poemario: «Balada de la vieja nueva ola para héroes solitarios» Ediciones de Arte Gaglianone, 1993.

Siempre he creído, que la renuncia al amor, se base o no en un pretexto de tipo ideológico, es uno de los grandes crímenes que, en el curso de su vida, pueda cometer un hombre dotado de todos sus elementos constitutivos, sensibilidad, instinto y sabiduría, cuidando de sí, en el espacio que nos ofrece la radicalidad del amor.

Si existe “algo” que parecía haber escapado hasta hace unos años a todo intento de reducción, haber resistido a los más grandes dictadores de tendencias y pesimistas, este “algo”, era el amor: único sentimiento que puede reconciliar a cualquier ser, temporalmente o no, con la idea de la vida y su sentido.

El discurso del amor pareciera, hoy, estar divorciado de la existencia de los pueblos, exiliado e instalado en un espacio de soledad extrema, en un Gulag metafórico. Un discurso despreciado a veces, ignorado por las nuevas generaciones abandonadas a relaciones sistemáticas de consumo extremo. El amor está asfixiado por la profusión de pornografía reinante.

En Argentina, ha llegado a ser una práctica cotidiana, aún no superada, que escritura y pensar sobre lo deseante en términos esquizoides, estén estrechamente ligados al ejercicio del poder corporativo de mafia asesina y desamorada, enquistada en el país desde hace décadas, en los más diversos espacios del acontecer de lo que fue una República.

La escritura publicitaria de los habilitados, serviles a las corporaciones, significaba y sigue significando la omnipotencia de la trama siniestra del aparato criminal del estado privatizado… El acto de escribir pierde su función comunicativa, de modo adrede, todo articulado por una logística degradante de pérdida de sentido y por supuesto de la verdad tan temida. Pero también y sobre todo la decepción relativa a la indisposición ante la verdad. La creencia en la bondad de los fundamentos -ética, sentido, historia, progreso, hombre- se reemplaza por una especie de creencia en la omnipotencia de unas fuerzas dispersivas, caóticas, contradictorias, demoníacas, que sin dudas la humanidad ha naturalizado, glorificando los mitos y las leyes de la destrucción: ruina, entropía, caos.

No es casual que la preocupación de la búsqueda de un “autor” para el mundo, se produjera en relación a un paisaje relativamente natural, anónimo, donde la intertextualidad asume entonces la convención del autor como individuo indiviso, idéntico a sí mismo, para después formalizar su sepelio y explotarlo -esparcir sus restos- en un individuo social, en un contexto incierto que asume exactamente las atribuciones del autor/dios: el panteísmo del «objetil», habiendo dejado al «subjetil» exiliado del amor. (tal como lo define Derrida, a partir de Artaud).

De este modo, a pesar del desgaste y rozamiento, se produjo un cortocircuito de lo simbólico, que actuaba cual placebo interno de la conciencia de una humanidad manierista/esclava y la discusión parece producía cierto vértigo, por lo que el esfuerzo en llegar a un diálogo se tornaba casi imposible, devenido en valioso, porque no decirlo o ser inútil, ignorante y mentiroso, no da resultados formidables en este sistema de sujetos-objetos, que preparan su cuerpo para los gusanos, soportando lo insoportable, en nombre de la democracia ficcional, al servicio de las mafias corporativas, incluidas las mediáticas, donde la verdad es eliminada y la mentira es instalada como fuente de todo acto delictivo.

En el interior de las democracias, se insinúa con insistencia formas de simuladas confrontaciones, donde no se llega a visualizar quién es el receptor y quién el emisor de noticias solapadas en formato «espionaje super-escort» modelo tercer milenio, tendencia «crimen organizado VIP». “La sexualidad se desvanece en la sublimación, la represión se desvanece con mucha mayor seguridad en lo más sexual que el sexo: el porno. Las cosas se desvanecen en lo más visible que lo visible: la obscenidad”, decía el comunicador y filósofo francés Jean Baudrillard, con quien coincido. Sumo otros asesinos del amor: la publicidad a repetición hasta alcanzar el vértigo, donde los cuerpos, cuáles objetos de consumo, se nutren de obesidad y simulada obsesión de placer no consumado, liberado del afecto que transmiten los estados de deseo y la sensibilidad del instante, que requieren las prácticas del amor.

El excesivo consumo de las promociones mediáticas, en plan sistemático de degradación de seres, deviene en que hablar sobre el amor adquiera un carácter subversivo para quienes lo sentimos y cristalizamos como acto de vida. Una fisura posmoderna que insinúa lo obvio, permaneciendo extrañamente publicitada, desde un perfil de posibilidad cercana, o trascendido, de lo que parecía irreal y lejano, pero que nadie ignoraba, al menos se presentía cierto tufillo a «voyeurismo» en acto de aniquilar la esencia sagrada de la intimidad, ¿suena terrible no?

Como consecuencia de un proceso interno de aniquilamiento y desmoronamiento de la irracionalidad pre-pandémica, de la invocación a los principios de libertad de la razón “impura” que hoy podemos clasificar como ensayo de tramas mafiosas de mutantes, que en su sentir post-escatológico, apostaron al «juego de la oca», con una comunidad invitada al intento de avanzar o retroceder en el espiral de 63 casillas, sin dibujos y sin dados que propone este juego de mesa, con la justicia operando como juez y parte, lógico ¡ah! con castigos incluidos, son las reglas del juego. ¿De qué otra manera se podría jugar con la mafia?

Entonces, estimados lectores, uno transita su vida en un «doble exilio», poético y patético, cuando relatar la vida y el mundo como son en realidad, como se los debe conocer, sin ocultamientos ni oscurecimientos, nos cueste ser eliminados y a pesar de como dicen los soplones «la verdad siempre se abre camino y se logra ver la luz», aunque ya sea de noche y las décadas hayan transcurrido llevándose consigo a las voluntades más lúcidas.

Me refiero a la vida como la he apreciado desde mi infancia, según pasaron los años nada ha modificado su curso, todo es tal cual lo imaginé: traición y cobardía … Y siglos de pasado indefinido, los asimilo al presente, las falaces historiolas escritas por esclavos ilustrados de todos los tiempos y espacios, construidas por orden y decreto de reyes y monarcas elevados a símbolo, pintando paisajes de épicas que jamás han tenido lugar.

Se requiere cierto heroísmo, para mostrar a la humanidad lo que es la verdad, sin complejos, que se experimentan día a día por quienes tiene reservada la tarea irreprimible de escribir la historia, de los ganadores del gran derby de bestias que corren tras el espejismo de un oasis sin palmeras, la verdad, absolutamente prohibida de expresarla o mostrarla, en acto y vida, incluso en textos ligeros, literarios, de filosofía vocacional, o en notas de medios under, empantanados entre la melancolía y el desdén.

La situación del hombre, en medio de la confusión de leyes, hábitos impuestos, deseos indeseables, impulsos reprimidos, instintos sofocados, se ha hecho tan azarosa, artificial, arbitraria, trágica, grotesca, que jamás tuvo la literatura tanta facilidad para inventar como en el presente, como tampoco, encontró tan difícil asimilar, deglutir y seguir intentando vivir, con sonrisa dibujada. Nos rodean bestias epizoóticas, a quienes el menor roce hunde en interminables convulsiones criminales.

Para qué seguir sublimando y soñando lo que jamás tendrá espacio en este mundo de sistemas necróticos, si el hombre no puede subsistir bajo ningún sistema antropoide, por demás masoquistas todos ellos, sin la imposición de una mentira duradera, repetida hasta el delirio, una «mentira totalitaria», una mentira que no se esconde en un tal vez y libres de restricciones, estas fórmulas ¿sociales?, se disolverán irremediablemente en la anarquía.

Los vacuos discursos de gobernantes sociópatas de democracias ficcionales, repercuten en todas direcciones, acompañando a la sobrevida de los hambreados que alucinan mejores tiempos por venir, en sus monotonías de tareas diarias inexistentes, bebiendo en botellas vacías, en charcos al borde de algún cordón, inhibidos ante los grotescos maniquíes que pasan los miran y aceleran su paso, ¿proyectan posiblemente su porvenir ineluctable?, todo ellos cuajándose en un gigantesco y cruel narcisismo, siempre con las mejores intenciones.

El sadismo instalado en la maquinaria emocional del hombre, deriva, ante todo, de un amor ante el aniquilamiento, profundamente arraigado en la naturaleza humana y muy particularmente en la naturaleza de las comunidades de hombres, una especie de impaciencia amorosa, un deseo irresistible y unánime por la muerte; impaciencia pudorosa, tímida, pero no por eso menos poderosa del deseo de que Tánatos y su suavidad nos acaricien.

El resultado es claro: el repliegue a una posición anarquista cuya violencia afectiva puede volverse inquietante, cuando la comprobación de la impotencia oscila en el sueño de la omnipotencia.

Esta serie de exilios, devenida en la posición marginal del discurso de la verdad, sin ambigüedades, determinan una pérdida de la realidad inmensa…una serie de exclusiones que comprende lo histórico y político, asimilados a un cuento pornográfico de lo que demasiados piensan no puede ser… pero «es».

Pues entonces, despreciando todas las prohibiciones, sirvámonos de la vengadora arma del sentimiento, contra la bestialidad de todos los sujetos-objetos… y amen.

 

jueves, 19 de mayo de 2022

3 poemas de Emily Dickinson, (1830-1886), la poeta de la Naturaleza.


133

El agua se aprende por la sed.

La Tierra —por los Océanos atravesados.

El Éxtasis —por la agonía—

La Paz —la cuentan las batallas—

El Amor, por el Hueco de la Memoria.

Los Pájaros, por la Nieve.

156

Me quieres—estás segura—

No temo equivocarme


No me despertaré engañada

Una complaciente mañana

y descubriré que el Sol se ha ido

¡que los Campos—están desolados

y que mi Amor—se ha marchado!

 

No debo inquietarme—estás segura.

Nunca llegará la noche

En la que, asustada, corra a tu casa

Y encuentre las ventanas oscuras

Y mi Amor se haya ido—dime

¿Nunca llegará?

 

Claro que estás segura—sabes

Que lo soportaré mejor ahora

Si me lo dices así

Que si—cuando la Herida

haya sanado

¡Me hieres—otra vez!


84

Su pecho es propicio para perlas,

Pero yo no soy un Buceador—

Su frente es propicia para tronos

Pero yo no tengo penacho.

Su corazón es propicio para un hogar—

Yo—un Gorrión—construyo ahí—

Con la dulzura de las ramas

Mi perenne nido.

 

Hace un siglo y medio, Emily Dickinson definió el rumbo de la poesía y de cómo se lee y comprende ahora.

 

 

Emily Dickinson fue una de las primeras mujeres en la historia a quien se le reconoció su trabajo como poeta y se ha convirtió en uno de los pilares de la poesía a nivel mundial.

Nació en una familia de abolengo de Nueva Inglaterra: sus ancestros habían llegado en la primer ola de inmigrantes puritanos a Estados Unidos y fueron adquiriendo, generación tras generación, puestos importantes para la sociedad en crecimiento.

Su abuelo, Samuel Fowler Dickinson, fue secretario del Ayuntamiento, representante en la Corte General, senador en el congreso estatal y durante cuarenta años juez del condado de Hampton, Massachusetts.

Su padre, Edward Dickinson, fue abogado de la Universidad de Yale, juez en Amherst –ciudad natal de la poeta–, representante en la Cámara de Diputados de Massachusetts, senador en la capital del Estado y representante por el estado de Massachusetts en el Congreso de Washington. Además fundó la línea ferroviaria Massachusetts Central Railroad y el Amherst College, una escuela de pregrado que sigue siendo famosa por su alto nivel de exigencia.

Emily Dickinson nació el 10 de diciembre de 1830, treinta años antes de que comenzara la Guerra de Secesión, en la que se lucho, principalmente, por acabar con la esclavitud.

La enseñanza puritana, la lucha entre posturas políticas y la influencia social que tenía la familia Dickinson en el noreste del país fueron aspectos  que quedaron plasmados en la obra de la poeta.

Estos son algunos de sus poemas, que hoy tienen un peso histórico y que Emily Dickinson jamás se imaginó. Fue su hermana quien se dedicó a publicar sus obras, pues para ella no era relevante. Sin embargo, hoy resultan indispensables para comprender la poesía contemporánea.

Entresacado del Semanario Gatopardo

blog-rosariovalcarcel.blogspot.com



martes, 10 de mayo de 2022

Novela de Julieta Martín Fuentes, Tormenta García


Tormenta García, es una novela negra y también un thriller. Una novela que esconde una crítica social, una especie de ajuste de cuentas con la realidad. Narra a modo de suspense policiaco una historia que se va desvelando progresivamente a medida que nos vamos haciendo cómplices de su personaje principal Tormenta García.

Me confiesa la autora de la novela, Julieta Martín Fuentes, que sabe muy bien lo que dice, que la novela:

 -Es un reflejo del mundo descarnado en el que vivimos y en el que nos parecen normal circunstancias y comportamientos que, en mi opinión, echan por los suelos siglos de lucha para conseguir derechos tan básicos como la libertad y la libertad de expresión. Y añade:

 Un mundo en el que las personas son sepulcros blanqueados, solo fachada, escaparate de posición social, pero que por dentro están llenos de podredumbre y huesos.

    Julieta, se pone del lado de la libertad, de la reparación de las injusticias, de la denuncia social, y quizás de la utopía de construir una sociedad más justa y más libre. Con conocimiento de los medios en el que se mueve construye un complejo mapa de voces, de personajes y situaciones. Y lo hace con un lenguaje casi cinematográfico, ameno y directo. La autora es capaz de contar muchas cosas a la vez y mantener la viveza del relato sin medias tintas, utilizando el flashback; alterando la secuencia cronológica de la historia. Una historia que atrapa al lector con un lenguaje realista, algunas veces, lleno de acidez y otras de ternura.


Dentro de la novela se habla de la corrupción política, de la corrupción social, el tema de los medios de comunicación, el mundo judicial, crear noticias falsas, miedos. La lucha de las interpretaciones. Quizás porque después de quinientos años sigue estando vigente la obra de Shakespeare, el tan traído y llevado tema de Macbeth: Ambición, poder y traición. Los peligros que entraña la ambición desenfrenada, los asesinatos. El poder y la duda. 

    Tormenta García, es el retrato del supuesto mundo judicial, que la autora sitúa en Las Palmas de Gran Canaria. En el que presenciamos los procesos de investigación y sus entresijos, el espectáculo de la televisión, la exhibición de testigos y los periodistas que la autora los define como seres extraños. La aparición de nuevas preguntas y las contradicciones, como aparece en los medios de comunicación. La presunción de corrupciones, venganzas, sentencias caprichosas, sobornos, arreglos e informes que demuestran la inocencia. Teléfonos pinchados y el cómo las posibles mentiras modifica las relaciones de una familia hasta llegar a despedazarla, desintegrarla. 

 Blanca García, una jueza con una carrera jalonada de éxitos, muy profesional y con mucha ética es aparentemente víctima por parte de algunos compañeros. Sobre todo tras corroborarse que había existido un complot para destruirla con falsas pruebas, para arrancarle la dignidad:

 -Antonio, sabes que lo que le están haciendo a Blanca es una caza de brujas.

 Su hija Tormenta García, tiene que afrontar hechos que producen otros hechos, episodios atravesados por la violencia, la muerte y los afectos.

 Escrita con un estilo realista, ameno, rápido es capaz de contar distanciamiento con su madre: Blanca. La catarata de la incertidumbre, momentos de vértigo, pero aprende a vivir con esos miedos y peripecias, que estuvieron a punto de hacerla enloquecer. 

A su lado el lector hace un viaje emocional alrededor de temas como la niñez y la adolescencia, el noviazgo con Samuel, un joven que pertenece a una familia desestructurada.   

 Minutos antes habían hecho el amor bajo las estrellas, sobre el capó del coche, a donde lo había conducido sacándolo del vehículo para sentir el deseo en la noche, cuando él aparcó y comenzó a besarla.

-        No fuera del coche –le pidió ella- Fuera hay más espacio para soñar.

 El sexo y la ensoñación. El buen gusto y la sensibilidad femenina de Julieta Martín en la escritura erótica, en el amor y el deseo. Eros y Thanatos, armas poderosas ante el desamparo y la vida, territorio, a veces, a la intemperie.


 Julieta Martín Fuentes, es periodista, licenciada en historia y, quizás será por eso, por lo que le gusta trabajar con relatos criminales, testamentos, delaciones, con ese apasionante mundo de la historia que es apasionante para un escritor, no solo por los elementos históricos sino por los relatos que circulan, las interpretaciones en las que un escritor puede encontrar multitud de formas y modos de narrar. No olvidemos que la vida se ha convertido en eso, en ir de un problema a otro problema que se llevan el tiempo de tu vida.  

 Julieta Martín ha publicado Lolita Pasión, Travesías, El corazón de Dévora, Cuentos de fuego y Cuentos de otros mundos. Desde el 2018, cuando desgraciadamente perdió a su madre, ha dedicado parte de su tiempo a los cuentos, porque ha necesitado reencontrase con las niñas y los niños, con la inocencia para recuperar la ilusión, así que se ha recetado a sí misma mucha belleza y afirma:

 Esa belleza me la ha enseñado Los Encuentros Escolares, el Taller Infantil de Lectura que impartí dos años en Breña Baja y el que imparto actualmente en Gáldar, en Gran Canaria, compartiendo momentos de gran recreación e intensidad…

 

Tormenta García es un libro escrito desde el desgarro y la emoción, escrito como decía Marguerite Yourcenar en Opus Nigrum: con la esperanza de que algún día, Dios borrará del corazón de los hombres todas las leyes que no sean de amor.

 

Rosario Valcárcel, poeta y narradora

Fotos: Tato Gonçalves

Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com

 


domingo, 1 de mayo de 2022

Un poema para mamá. El Patio de mi casa

  

El  PATIO DE MI CASA


 Ocurre a veces que el olor a tierra mojada

me traslada al patio de mi casa, a los granizos

que guardaba en una palangana.

Me transporta al chirrido de la tiza

cuando jugaba al teje

y ganaba amigas inexistentes.

 

Ocurre a veces que el olor a tierra mojada

me recuerda a tu luz hacinada en la sombra,

al olor a Dios, a tu cuerpo cerca,

tan cerca que te oigo respirar.

 

Entonces mi alma sale de mí, y balbuceo:

¿Mamá, estás muerta o estás viva?

Me desgarra el miedo. Pretendo huir.

No hay guarida. Me derrotas.

-¿Puedes entrar y salir del cielo?

Aguzo el oído. No oigo nada.

¡Dios mío, nunca llegué a decirle lo mucho que la quería!

 

Los silencios que golpean las ventanas,

me aproximan al amor que vive con la muerte,

a evocar las obligaciones cotidianas:

¡No olvides, no se te ocurra, cuidado con ese chico…!

 

Ocurre a veces que el olor a tierra mojada me convoca,

como decía la escritora Iris Murdoch,

a un repentino y negro orgasmo.

Al camino dentro del vientre

al agua que fluye y refluye

en los ecos cantarinos de mamá.

 

Me convoca a la Resurrección de la Nada