miércoles, 6 de octubre de 2021

"Al palmero la esperanza no se la quita un volcán"

Santiago Gil

02 oct. 2021 - 18:54

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ANTONIO ARROYO SILVA - POESÍA - LA PALMA - VOLCÁN - LA LAGUNA - SARDINA DEL NORTE


Concretamos esta entrevista unos días antes de que se activara el volcán de Cumbre Vieja.

Íbamos a hablar de poesía, de vivencias laguneras y de las propuestas literarias en las que trabajaba el poeta palmero Antonio Arroyo Silva. Yo le iba a preguntar por La Palma, por su infancia y su juventud, y la respuesta, en esos días tranquilos de finales del verano, no hubiera llevado la estela de la desolación que está dejando la erupción del volcán. Pero creo que esta vez el titular no debe ser literario, o debe ser literario pero cargado de esperanza, con esa halo de resiliencia que deja Antonio al definir a los palmeros.

Les invito a que se adentren en el universo poético de Antonio Arroyo Silva. Esta entrevista es una puerta de entrada, un acto de generosidad del poeta que nos cuenta buena parte de su camino vital y literario. Las fotografías, una vez más, son de Carlos Díaz-Recio.

¿Dónde empieza el viaje de la poesía para Antonio Arroyo Silva?

El viaje poético, como en casi todos y todas, comienza en la adolescencia. Claro que en los primeros intentos, al subir a ese barco, uno mide la quilla por debajo ja ja ja. De ese comienzo uno va perdiendo esos recuerdos; pero resulta que la memoria, cosa muy distinta al recuerdo, en la actualidad me trae una serie de imágenes que, por supuesto plasmo en mi escritura con total naturalidad.

“El viaje poético, como en casi todos y todas, comienza en la adolescencia”

¿Es el poeta el que elige ser profesor de Literatura o es el profesor el que elige ser poeta?

En mi caso desde el principio yo quería ser aprendiz de poeta. Y en cuanto a profesión quería dedicarme a la Filosofía o al Periodismo. Pero un gran profesor de Filosofía me aconsejó que, queriendo escribir poesía, lo lógico era estudiar Filología Hispánica. Actualmente no lo veo de esa manera, pues está bien saber las técnicas literarias; pero lo que realmente me lleva a la aventura de la escritura poética es la lectura. Te pongo un ejemplo: aprendí durante mi carrera todas las técnicas del endecasílabo; pero no aprendí a escribir buenos endecasílabos hasta que no leí a Alonso Quesada. Esas cadencias que solo atraen a los aspirantes a poeta. Y esto es solo un ejemplo de todo un entramado.

Sin embargo, aparte de escribir poesía también soy filólogo. Siempre he sentido un gran interés por las palabras: su origen, su desarrollo, su desaparición. Y, por último, algo que me apasiona (o me apasionaba, pues ya estoy jubilado) es dar clase de literatura, ya que el hecho de escribir hace que mi forma de enseñanza fuera creativa y, por tanto, un intento de traspasar a mis alumnos el espíritu crítico necesario para enfrentarse a la realidad que los circunda.

 “Lo que realmente me lleva a la aventura de la escritura poética es la lectura”

Háblame de La Palma, de tu infancia

Dice Rilke que la infancia es la patria de la poesía. Y para mí ha sido grandioso que esta patria haya transcurrido en La Palma. La Palma es mi madre, mi padre, mis hermanos, mi tía Matilde la que llamó a su famoso postre Príncipe Alberto porque un día vio a Alberto de Mónaco y dijo que el postre que había inventado estaba más bueno que él. La Palma es Elsa López, Antonio Abdo y Pilar Rey, las noches interminables de Lo Divino con Anelio y Fran Medina. La Palma son mis largas caminatas con mi amigo Luis Feliciano por la Ruta de los Volcanes, el bosque de laurisilva o los canales de agua rumbo a La Caldera de Taburiente, en donde aprendí a escuchar el silencio y que este muchas veces dice más que las palabras. La Palma es un lugar donde el mar está en el cielo y a veces baja por las laderas de los montes formando cataratas. En fin, La Palma forma parte de la arquitectura que me formó como persona y como poeta.

Y ahora, estimado Santiago, mientras mantenemos esta charla tan agradable, nos llega la noticia del estallido del volcán de Cumbre Vieja. Lo que en el párrafo anterior fue alegría y lírica evocación, ahora va a ser ese sentimiento trágico que los palmeros tenemos en la sangre. Bueno, más que sentimiento trágico, resignación ante las fuerzas de la naturaleza. Ese valle mío de mi infancia ha cambiado drásticamente y yo, desde mi Puerto de Sardina, no puedo hacer otra cosa que sentir ese tremendo vacío que ahora comparto con todos los palmeros y los canarios. Creo que nos viene de los antiguos auaritas que creían que si Idafe caía sería el fin del mundo. Por eso en sus rituales ponían a los pies del Roque asaduras de cabra. Lo único que puedo darle a La Palma es poesía, no ya para evitar la tragedia, que ya está en ciernes, sino para dar un poco de esperanza y de paso dármela a mí mismo. Al palmero la esperanza no se la quita un volcán.

“La Palma forma parte de la arquitectura que me formó como persona y como poeta”

Cuéntame La Laguna de tus años universitarios

En cuanto a La Laguna también tengo mi mitología personal. No solo es el lugar donde estudié mi carrera, sino de mi formación total. Primero, el haber estado en el Colegio Mayor San Fernando despertó en mí una conciencia política, social y, sobre todo, humanística. Ten en cuenta que llegué a La Laguna en el 77, dos años después de muerto Franco. Una época de convulsiones políticas y sociales; pero también de una apretura como nunca se había experimentado en toda España. Me marcó muchísimo el haber presenciado el asesinato de Javier Fernández Quesada.

En La Laguna despertó también mi conciencia poética; sobre todo en las tertulias que la poeta recientemente fallecida Olga Rivero Jordán tenía en el Ateneo. Más tarde prosiguió en su casa del Edificio Benito, cerca del Cuadrilátero. Siempre he dicho que si alguna vez tuve una maestra en esto de escribir poesía esa fue Olga. Después, a la facultad llegó un profesor joven llamado Andrés Sánchez Robayna que vio en mi poesía todo un descubrimiento. Y así lo demostró, pues todas las semanas salía en su página Jornada Literaria (el embrión de lo que más tarde fue Syntaxis). Además, conocí a muchísimos escritores con la mayoría de los cuales aún sigo en contacto.

“Me marcó muchísimo el haber presenciado el asesinato de Javier Fernández Quesada”  

¿Cómo escribes un poema, de qué manera aparece?

Jorge Rodríguez Padrón que, para mí, ha sido mi mentor durante muchísimos años (y eso es un gran privilegio) me decía en sus largas cartas que el poema llega cuando menos lo esperamos. Y es verdad, en mí el poema no surge por unas palabras más o menos hermosas. Viene a partir de una serie de sensaciones en principio inexplicables y de ahí surge un primer verso que considero vale la pena. A partir de ahí, como si tirara de ese primer hilo, el poema va apareciendo hasta llegar al remate. Después viene la corrección; es decir, tirarlo a la basura, quitarle palabras que están de más y observar el ritmo. Considero que el ritmo, más que a la métrica tradicional (que también) debe ajustarse a mi respiración. Es la única manera de presencia del yo del poeta en el poema. Por último, el poema ha de tener cuerpo, como si fuera un ente físico. Si a un poema le falta o le sobra algo, muere.

¿Qué es para ti la literatura, cómo la cuentas cuando te preguntan por ella?

La literatura es algo más que la plasmación de la llamada función estética. Va más allá de las consideraciones académicas de las que también participo, como ya dije en preguntas anteriores. Es una manera de ver con distintos ojos algo que la gran mayoría ve según le dicta el sistema, bien a través de los medios de comunicación, bien a través del sentir de la masa. Pienso que el escritor, lo mismo que el filósofo, ha de estar por encima de las limitaciones ideológicas, sociales o religiosas. Deben mantener la antorcha de ese espíritu crítico tan necesarios para el desarrollo de la humanidad.

Por otra parte, considero que la poesía, más que un simple género literario, está o debe estar a la vanguardia de la literatura y no se debe contaminar de los límites.



“Hay quien dice que Sardina fue para mí un huracán, pues todos los libros publicados y por publicar fueron concebidos ahí”

¿Qué has encontrado en la costa de Sardina de Gáldar?

Muy buena pregunta. Me parece fundamental para entender mi poesía, si es que algo hay que entender. Desde 1980 hasta el 2008 mi aporte como poeta aparece en revistas universitarias, en la revista Azul de Santa Cruz de La Palma y en la revista Zurgai de Bilbao.

En Sardina encontré la paz y el sosiego para poner en orden la obra que tenía escrita hasta entonces y así pude publicar mis dos primeros poemarios Esquina Paradise Caballo de la luz. Después vinieron Symphonia, Sísifo Sol, Poética de Esther Hughes y por lo menos diez poemarios más. Hasta llegar a mis últimos Bahía Borinquen, Música para un arjé, Plegar orillas y el que tengo listo para edición que se va a titular Borrarse del mapa. Entre esos libros está mi participación en muchísimas antologías y mi libro de ensayo La palabra devagar.

Hay quien dice que Sardina fue para mí un huracán, pues todos los libros publicados y por publicar fueron concebidos ahí. Pero esa afirmación no es del todo cierta, algunos libros ya me rondaban por la cabeza desde mucho antes. Es mi manera, me pienso y me repienso un libro antes de escribirlo; pero antes lo vivo. Poesía y vida son lo mismo. Aunque no lo parezca todos mis poemarios parten de experiencias vitales, con el lenguaje y con la vida misma.

Una cosa cierta es que el erial de Sardina se llenó con la frondosidad de La Palma. Cosa que no conseguía en mi Isla. Dicen que la distancia es el olvido/ pero yo no concibo esa razón, cantaban Los Panchos.

¿Qué supuso para ti el Premio de Poesía Juan Ramón Jiménez?

En primer lugar, en vista que mi poemario Las horas muertas fue seleccionado desde el principio de un total de más de 600 participantes, sería falsa modestia decirte que fue inmerecido, que fueron cosas del azar y algunas boberías que se suelen decir. Muy merecido. Sin embargo, este merecimiento ni me ha hecho más chico ni más grande. Sigo siendo el mismo de siempre, que nunca se cuelga los galones en la solapa. El premio, sobre todo, me ha servido para seguir escribiendo más y mejor. Ese poemario es un rasero por superar y no me refiero a otros posibles premios. Mi mayores premios son la poesía, la vida y la amistad.

“Yo soy un lector tanto de novela como de poesía. Estuve diez años que leía solo novela. Galdós siempre”

Eso sí, el dichoso premio algún episodio de celos trajo por parte de alguna persona que no esperaba. Pero bueno, así es la vida que, de esa manera, te libera de ciertos pesos; pero que después te abre las puertas al resto de la Humanidad. Antes de ir a recibir el premio me fui a Berlín a un encuentro con poetas alemanes y ahí me hicieron una fiesta para homenajearme, en un piso frente a la Ópera, con Schiller de testigo. Luego, mi viaje a Moguer, donde me retuvieron cinco días y me trataron a cuerpo de rey. En el 2019, a consecuencia del premio, me invitaron al FIP de Puerto Rico. Pero esa ya es otra historia, que hizo cambiar mi concepción de la poesía.

¿Qué poetas te llevaron a ser poeta?

Sin ser poeta, en primer lugar, tengo que nombrar a mi madre. Después, como ya dije, Olga Rivero Jordán, su hija Olga Luis Rivero y su yerno Roberto Cabrera, de quieres me vienen mis lecturas de la poesía anglosajona, sobre todo T.S. Eliot y Ezra Pound, entre otros.

Sería injusto no mencionar a Andrés Sánchez Robayna, quien me aportó mucho y me animó. También Elsa López por su cariño y sus buenos consejos. Jorge Rodríguez Padrón, por supuesto. Y después una lista interminable. Leocadio Ortega y Félix Francisco Casanova fueron los poetas más cercanos en edad que leí. Leocadio, amigo de la infancia. A Félix lo conocí siendo ambos muy pequeños (él un año más que yo). Después, antes de ir a la Universidad y a pocos días de su muerte. Antonio Abdo me regaló El invernadero

 

Antonio ganó el premio de poesía Juan Ramón Jiménez con el poemario

las horas muertas.                                                                                       


C:Nuestro José María Millares, al que no conocí, me enseñó que el poeta debe dominar todos los registros poéticos posibles para ganar en amplitud y profundidad. En ese estado tengo también a Cecilia Domínguez.

Yo soy un lector tanto de novela como de poesía. Estuve diez años que leía solo novela. Galdós siempre. Ahora, estoy leyendo casi exclusivamente poesía. Te quiero decir con ello que la novela me influye bastante en mi poesía. Fetasa, por ejemplo; pero también la novela de ciencia ficción tanto de Ray Bradbury como de Herbert. Sobre todo Dune.

“Cuando una ley educativa depende del éxito electoral de un partido, mal va la cosa”  

Tengo una lista de autores canarios que me han influido, aparte de los dichos. Pedro García Cabrera, Domingo Rivero, Emeterio Gutiérrez Albelo, Luis Feria. Este último no me ha influido mucho, pero cambiaría todos mis libros por unos versos suyos.

Y por supuesto, los de afuera, hispanoamericanos, norteamericanos, europeos…

¿Cómo ves la situación de la educación en estos momentos, cuál ha sido la evolución en todos los años que llevas impartiendo clases?

Yo la veo muy mal, demasiadas leyes educativas y muy pocos recursos. Cuando una ley educativa depende del éxito electoral de un partido, mal va la cosa.

Llegué al Instituto de FP de Santa María de Guía, donde se suponía que me iba a encontrar con los desheredados del reino de la Educación. Pero no, golfos sí; pero al final al menos para mí eran unos alumnos muy receptivos al aprendizaje. Claro, yo lo hacía partiendo de sus centros de interés; pues nunca me creí el cuento de que la letra con sangre entra. Al final, yo era un golfo más. Los alumnos lo pasaban bien y hasta aprendían.

“El arte es lo que nos hace huir de tanta banalidad que nos rodea y educar en el arte me parece fundamental”

Recuerdo aquella broma tan extendida de los compañeros de clase que decían que la ESO iba a terminar en que los alumnos iban a subrayar la palabra patata y discutirla con sus compañeros. No andaban muy descaminados. Se ha quedado por el camino la humanidad del alumno y del profesor y de paso las enseñanzas de la literatura, la filosofía, el latín, etc. Eso sí, yo siempre pude impartir toda la lengua y la literatura con todas las adaptaciones curriculares personalizadas que hicieron falta. Otra cosa positiva fue que, como había que enseñar la competencia de expresión escrita, podía convertir el aula en un taller de escritura tanto literaria como no literaria.

¿Qué es el arte?

Precisamente, la literatura y la poesía son un arte. Y como tales las trato en mi escritura. Los materiales son las palabras, el silencio, las sensaciones, las imágenes, las metáforas.

El arte es lo que nos hace huir de tanta banalidad que nos rodea y educar en el arte me parece fundamental. La vista ha de ser educada, pues este sistema de cosas del que vengo hablando no nos deja ver y apreciar lo que tenemos delante. Lo mismo ocurre con los demás sentidos, incluso con el llamado sentido común que es el sentido de las cosas y de la vida.

Lo mío es la poesía, la literatura; pero yo creo que un diálogo entre las artes viene siendo muy necesario. De hecho ya se está haciendo.

https://tiempodecanarias.com/entrevista/planeta/al-palmero-la-esperanza-no-se-la-quita-un-volcan

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