Conocí a Benita López en el 2016 en una visita a la isla de Cuba, en un Encuentro de poetas, La isla en Verso que se celebró en distintos lugares de la isla caribeña. Allí más de cincuenta escritores hicieron sus aportaciones. Y entre ellas estaba Benita López Peñate, igual que nosotros, había llegado desde Gran Canaria y, fue una alegría pasar ratos con ella compartiendo literatura, viajes, comidas, excursiones. Sí, tuvimos la suerte de escuchar algunos poemas de su libro Celosía.
Deposito mi pecho en la luna: / Libro de
poemas escrito a la luz de una vela. / La tierra ya no espera agua este
invierno, en invierno seco/ masculla soledad
de un cielo sin nubes. / La luna guarda mi plegaria, vías del tren en
busca de nuevo rezo. / Duele la presencia del mar, / sal constante besando los
pies/ diciendo su fuente:/ el agua
florece lejos, / cielo dulce cayendo fuera de la isla./ Espalda mía, armadura
de sentimientos; / vaguada, en su centro, el río de los deseos: / sol confiado
en la cumbre, /mi pecho generosamente abierto/ ¿Cómo bajar del sentimiento? /
El mar sube al cielo y vuelve.
Invierno sin lluvia.
Un poema por el
que no solo siento un afecto literario, sino que al leerlo hoy he recordado los
gratos momentos que vivimos juntas, las experiencias vividas en la otra orilla
del Atlántico.
Y pasan los años y, en
los actos culturales nos encontramos con familia, amigos, compañeros de
estudios o de trabajo y entre ellos, un día me tropiezo con Benita y surgen los
libros, la poesía, los recuerdos como un halo de eternidad. Y siguen pasando
los años y asistimos a la presentación de su último libro De aquel Vecindario en la librería Agapea de Las Palmas de Gran
Canaria. Esa tarde presentó el libro Alicia López, una joven estudiante-
escritora, finalista en el II Edición de Narración Corta José Saramago. Posee
además, diversos premios de poesía, relato, teatro..
El libro de poemas De aquel Vecindario refleja una época,
que se asoma al pasado, a esos lugares que están en la memoria, a ese tiempo de
la adolescencia que vivió en Vecindario trabajando de aparcera. Entonces, el
recuerdo surge como vivencia, como los cimientos de una historia que pervive en
el consciente del colectivo del pueblo y cuyos recuerdos se centran en este
libro.
Recordar
de dónde vengo. / Si me desprendo del camino / no sabría a dónde ir. En el
barro seco crece un tomatero, / memoria de semilla. / La música del barro
encamina mis pies…
La poesía de Benita
refleja ese tiempo en que viajamos por la vida, la evocación, ese tiempo de
adolescencia que es lírica de ensueño. De un sueño que nunca abandonó. De un
pueblo en donde en sus calles persiste lo real, la experiencia y, sobre todo el
lugar en donde comenzó a pensar en el mundo.
Una
diminuta caja de tomate/ decora mi escritorio. / A la memoria de todas las
monedas / que nos robaron en cada surco, / deposito una moneda dentro.
Benita ha
tenido, desde el principio, en sus raíces su punto de equilibrio, por eso desde
el momento en que tuvo la idea de crear un nuevo libro de poemas, comenzó a visitar
Vecindario. Se adentra en los parterres y jardines, entre árboles, flores y
piedras, penetra en las calles, en la plaza, en la iglesia y en las casas
percibe el silencio y la calma, los olores y las lágrimas. Camina su propio
destino como apunta el poeta cubano Roberto Manzano en el prólogo del libro.
Las
raíces tienen cuevas de aposento, / por donde quiera que vamos nos cobijan/
refugios de abrigo en los bosques del alma. / Origen no es solo el lugar donde
se nace, / origen es todo lo que el corazón aprende, / nuestros pasos toman
raíces con los pies. / Un árbol no limita tu raíz/ a los granos de la tierra entre
los que nació su semilla.
Con gran entereza se encara con los recuerdos,
con los amigos, con la niñez, porque sabe que no hay otra patria que la
infancia. Y esa patria, en este caso, es el pueblo de su adolescencia, los
tiempos pretéritos. Tiempos que se pueden escenificar en la contemplación del
lugar donde vivió con sus padres, los abuelos, los vecinos. Y entonces se
pregunta ¿Cómo vivir con tantas
ausencias? ¿Qué sentido tiene la vida si
la muerte existe?
Y
ante esta extrañeza de la realidad, encuentra la respuesta en el valor del
espacio y en la verdad dolorosa. Encuentra la respuesta en la luz y en la
oscuridad, en el olor de las piedras y en la lucha de la arena con el agua, como
escribió Lorca en su poema Ruina.
Benita López Peñate, ha publicado una decena de poemarios, ha
participado en varias antologías. Y hace
casi un año Ediciones Múltiples edita De aquel Vecindario, ese territorio que
ha supuesto para la poeta el buscar más allá de las palabras, el encontrarse
con la parte espiritual de un pueblo. Ha supuesto una forma de estar en el
mundo.
Rosario Valcárcel, narradora y poeta
Blog-rosariovalcárcel.blogspot.com