EL TIEMPO DEL
AYER
Ocurre a veces
que el tiempo del ayer
me traslada al
chapoteo de los granizos
que apresaba
en una palangana,
al chirrido de
la tiza cuando jugaba al teje
y ganaba
amigas inexistentes,
me transporta
a los besos a escondidas,
a los suspiros
y jadeos entre cirios
y campanas
replicando a muertos.
Ocurre a veces
que el olor a la tierra húmeda
me recuerda a
tu luz entre la sombra
al olor a
Dios, a los adioses, a tu cuerpo,
cerca,
tan cerca, que
adivino tu sonrisa,
tus ojos
asomados en los míos
entregados al
tránsito que nos acoge.
Entonces mi
alma sale de mí y balbuceo
¿Mamá estás
muerta o estás viva?
¿Puedes entrar
y salir del cielo?
Alzo mis manos
y me dejo arrastrar por el recuerdo:
¡No olvides,
no se te ocurra, cuidado que ese chico no se propase!
¡Dios mío,
nunca llegué a decirle lo mucho que la quería!
Ocurre a
veces, el olor a tierra mojada me convoca
a un repentino
y tierno abrazo con mi madre
a buscar la
luz de la inocencia.
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