viernes, 8 de enero de 2016

POEMA DE JEAN-MARIE FLORES

A mis entrañables amigos Luis León y Rosario

ACIAGO DĺA

¡El silencio esta noche!… Nunca el miedo
Llegó más silencioso…
Alonso Quesada, El lino de los sueños.


Las espeluznantes imágenes de la pantalla mañanera
como mariposas negras revolotean por mi mente
agigantando mi descomunal zozobra.

Hombres, hermanos, hijos de un mismo Padre,
¿cómo os atrevéis a perpetrar el crímen caínico
después de tantos siglos de pesaroso andar?                    

¿Qué logro será el vuestro tras tantos atropellos?

Dios no puede concederos por ello el cielo prometido.

Escuchad una voz afecta, una voz serena.
Contemplad la pauta de la historia.
Abandonad la guerra,
la guerra sucia, amarga, desastrosa y cobarde
que no vislumbra el pesar amargo
de hermanas, hijas, esposas, compañeras, madres dolorosas.
A su dolor me agrego mientras me dejo arrullar
por el cantar de las olas acompasadas
al tiempo que la brisa seca mis primeras lágrimas.

¿Qué triste es la muerte cuando tan aciagamente golpea?
La muerte ha de ser una fiesta liberadora
de los pesares de este valle de lágrimas,
una puerta abierta para la otra
que todos hemos de franquear serenamente.
Nadie ha de conferirse ese desafuero.
Ninguna religión, ningún ideal lo justifica, hermanos…

Oigo en lontananza un bullicio de sirenas.
¿Qué será? Dios mío… ¿qué pasará?…

Mecido por los versos de las rosas herculianas
y con el libro del Lino de los sueños en la mano,
huyo el mundanal paseo de buena gana
y mi alma por la orilla de la grava se adentra sana.

La noche cerrada ha velado la tierra.
En el cielo la luna plateada inicia su carrera nocturna,
la veo reflejada en las ondas cristalinas
y me consuelo,
por unos momentos es mi mansa compañera.

Se va acercando el final de la marea baja
y escucho con ansia fuerte el susurro de las olas
que leve y rendidamente golpean la orilla parda.
El dulce y placentero rumor a mis oídos llega
y me recuerda las nanas que de niño mi mamá me cantaba
para apaciguar mi imaginación descarriada.
Hoy, eres tú mi madre amada.
Las congojas surgen atosigadas.
Mi espíritu y mi mente, conjuntamente unidas,
intentan hundirlas en el fondo de mi morada.

¡Reacciona, hombre! ¡Hay que vivir!
¡La vida es más fuerte que nada!

Voy recapacitando sobre mi vivencia pasada
 ̶  sentimiento desconsolado y visión esmerada
de algunas cosas buenas y muchas malas.

El cantar de las olas se apaga. Ya es marea baja
y las olas acarician apasionadas y estoicas la playa.

El océano sonoro se ha serenado.
Mas  yo sigo permaneciendo apesadumbrado.
Cierro los ojos… Me siento en la arena y en el silencio me amparo.

Las Palmas de Gran Canaria, sábado 14 de noviembre de 2015

Mariano Flores Martínez,  Professeur de Traduction et d'Interprétation en Universidad de Pau y Pays de l'Adour    Estudió en Universidad de Pau y Pays de l'Adour


Foto Jean Marie Flores

3 comentarios:

  1. Jean-Marie Florès nos entrega esta mirada sobre acontecimientos de nuestro atribulado mundo. Una mirada social, los conflictos actuales de un mundo angustiado. Gracias por estos versos.

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  2. Si me gusta este autor francés si no equivoco una angustiosa forma de ver el mundo pero como un grito que clama amor y verdadero sentido a la existencia cruel de este mundo, que a pesar de ser un valle de lágrimas, también muele los incandececias de los ojos en la noria del mundo con alegría y plenitud

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    1. cuando sienta que el mundo, se derrumbe ante mi y que se diluya la alegría de vivir, encenderé la luz de la esperanza y haré verdad que la vida es incansablemente amor.

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