ARTÍCULO DE EDUARDO SANGUINETTI, FILÓSOFO RIOPLATENSE
Mientras desde el gobierno se propone un modelo de
sociedad suave, dulce y austera, tan sutil y complejo como una caricia, la
realidad dispone y se entrevé rotunda, agria y dura como una trompada.
Hay demasiados muertos sin vigencia en una comunidad como la
uruguaya, sentenciada por un sistema judicial y policial represivo, necrótico y
disfuncional, que promueve sus héroes desde las pantallas y redes de la web, al
servicio del simulacro.
Lo que llamamos vida guiña su ojo económico y las renuncias
necesarias de funcionarios incapaces nunca llegan.
Me refiero de manera puntual a los violentos acontecimientos
que vienen sucediendo hace un tiempo en mi querida tierra uruguaya, donde la
justicia está de la mano de la desmesura y el anacronismo en acto.
Así pasan los días y las horas se convierten en asuntos
negociables, todo tiene valor en moneda. El mercantilismo impuso su substancia,
ante el amparo de la ley, cual contragolpe constitutivo de discontinuidad al
denominado orden vigente.
Desde hace un tiempo, se convirtió en rutina ver cómo se
ejecuta a jóvenes y se mercadea, prostituyendo a niñas menores de edad en
Uruguay y se judicializan marchas de reclamos a los poderes. La incertidumbre
crece, la impostura se enriquece.
Una situación de bajas defensas, perfecta para el
advenimiento de todo tipo de nostalgias de disciplina o de obsesión de
diferencia: la puerta abierta a fundamentalismos, racismos, academicismos,
castrismos y mesianismos, camuflados de progreso, cual rutina de existencia
degradada de un ejército de sonámbulos.
Creo que vivimos en un estadio donde la democracia ha tomado
perfiles muy difusos. Si por democracia entendemos el ejercicio efectivo del
poder por parte de un pueblo, que no está dividido ni ordenado jerárquicamente
en clases, es claro que estamos lejos de una democracia.
Me parece muy evidente que estamos viviendo bajo un régimen
de dictadura de clase, de un poder de clase que se impone desde la violencia,
incluso cuando los instrumentos de esta violencia son institucionales y
constitucionales.
Entonces, hablar de democracia en esta situación carece de sentido.
facebook/rosariovalcarcel/escritora
El mercantilismo su substancia, esto no es sólo una frase, sino que desgraciadamente, impera no sólo en Uruguay sino en la mayor parte de este mundo. Un artículo sobre la dura realidad, contra la que poco se puede hacer, tal como dice el autor, por estarse viviendo bajo un régimen de dictadura de clase, donde hablar de democracia carece de sentido.
ResponderEliminarEstamos en un tiempo difícil en lo económico, lo social, lo político; desmovilizada la sociedad, cada cual va a lo suyo, estamos siguiendo el modelo norteamericano del individualismo extremo. El mercantilismo lo gobierna todo, el dinero es todo.
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