Nació en Worcester,
Massachussetts el 8 de febrero de 1911 Muere el 6 de octubre 1979 en Boston. Es
una de las más conocidas poetas de los Estados Unidos. Sus obras, que son
relativamente pocas, siguen saliendo hoy en día en nuevas ediciones.
A pesar de
no ser muy prolífica (en total publicó alrededor de 100 poemas en su vida),
ganó un premio Pulitzer de poesía en
1956 por su libro
North & South — A Cold Spring, que agrupaba varios poemarios.
Posteriormente recibiría el Narional Book Award y el National Book
Critics Circle Award así como dos becas de la Fundación Solomon R.
Guggenheim y otra de la Ingram Merrill Foundation. En 1976, se convirtió en la primera mujer en recibir el
Neustadt International Prize for Literature.
En la sala de espera
En Worcester, Massachusetts,
acompañé a Tía Consuelo
a una cita con el dentista
y me senté a esperarla
en la sala de espera del dentista.
temprano. La sala de espera
estaba llena de personas mayores,
catiuscas y abrigos,
lámparas y revistas.
Mi tía estuvo dentro
lo que me pareció una eternidad
y mientras esperaba leí
el National Geographic
(ya sabía leer) y observé
las fotografías con atención:
el interior de un volcán,
negro y lleno de cenizas;
después aparecía vomitando
ríos de fuego.
Osa y Martin Johnson
vestidos con pantalones de montar,
botines y cascos de protección.
Un hombre muerto colgando de un poste
-“Gran Cerdo”, rezaba la inscripción-.
Bebés con las cabezas puntiagudas
enrolladas con vueltas y más vueltas de
cuerda;
mujeres negras, desnudas, con los cuellos
enrollados con vueltas y más vueltas de
alambre
como el cuello de las bombillas.
Sus senos eran horripilantes.
Leí todo esto sin pausa.
Demasiado turbada para parar.
Y después contemplé la portada:
los márgenes amarillos, la fecha.
De pronto, desde dentro,
surgió un ¡ay! de dolor
-la voz de Tía Consuelo-
ni excesivamente alto ni prolongado.
No me sorprendió en absoluto;
por entonces ya sabía que ella era
una mujer tímida, estúpida.
Tal vez debiera haberme sentido avergonzada,
pero no lo estaba. Lo que me tomó
completamente por sorpresa
fue que había sido yo:
mi voz, en mi boca.
Sin darme cuenta
yo era mi estúpida tía,
yo -nosotras- estábamos cayendo, cayendo,
con los ojos fijos en la portada
del National Geographic,
febrero, 1918.
Me dije: tres días
y tendrás siete años.
Estuve diciendo esto para detener
la sensación de estar cayéndome
del redondo, giratorio mundo
hacía un frío espacio azul marino.
Pero sentí: tú eres un yo,
eres una Elizabeth,
eres una de ellos.
¿Por qué tienes también tú que ser única?
Apenas me atrevía a mirar
para averiguar lo que yo era.
Eché un vistazo de reojo,
-era incapaz de mirar más arriba-
los pantalones y faldas y botas
y diferentes pares de manos
que yacían bajo las lámparas.
Sabía que nunca había sucedido
nada extraño, que nada
extraño podría suceder jamás.
¿Por qué debía yo ser mi tía,
o yo, o cualquier otra persona?
¿Qué afinidades
-botas, manos, la voz familiar
que había sentido en mi garganta, o incluso
el National Geographic
y esos terribles senos colgantes-
nos mantenían tan juntos
o nos hacían uno solo?
Cuan -no conocía ninguna
palabra para designarlo- cuan “improbable”…
¿Cómo había llegado yo hasta aquí,
igual que ellos, y había oído por casualidad
un grito de dolor que hubiera podido ser
peor y más estridente pero no lo fue?
La sala de espera era luminosa
y estaba demasiado caldeada. Se desvanecía
bajo una gigantesca ola negra,
otra, y otra más.
Entonces regresé.
La Guerra estaba en marcha. Fuera,
en Worcester, Massachussets,
había la noche y la nieve aguada y el frío,
y era aún cinco
de febrero, 1918.
*Versión de Roser
Amills Bibiloni
In the Waiting Room
In Worcester, Massachusetts, / I went with Aunt Consuelo / to keep her dentist's /appointment / and sat and waited for her / in the dentist's waiting room. / It was winter. It got dark/ early. The waiting room / was full of grown-up people, / arctics and overcoats,/ lamps and magazines./ My aunt was inside/ what seemed like a long time/ and while I waited and read/ the National Geographic/ (I could read) and carefully/ studied the photographs:/ the inside of a volcano,/ black, and full of ashes; /then it was spilling over
in rivulets of fire…
In Worcester, Massachusetts, / I went with Aunt Consuelo / to keep her dentist's /appointment / and sat and waited for her / in the dentist's waiting room. / It was winter. It got dark/ early. The waiting room / was full of grown-up people, / arctics and overcoats,/ lamps and magazines./ My aunt was inside/ what seemed like a long time/ and while I waited and read/ the National Geographic/ (I could read) and carefully/ studied the photographs:/ the inside of a volcano,/ black, and full of ashes; /then it was spilling over
in rivulets of fire…
La escritura de
Bishop estuvo fuertemente influenciada por la poeta Marianne Moore. Bishop viajó ampliamente y vivió en muchas
ciudades y países, muchos de los cuales están descritos en sus poemas. Apunta
el realizador brasileño Bruno Barreto al estrenar la película "Luna
en Brasil". Su casa, Brasil "Era su santuario, su paraíso personal. Allí
Elizabeth dejó que su poesía se impregnase de luz, colores y vida, con aquel
derroche de sensibilidad visual, y Lota creaba y construía con la belleza y el ritmo
de los poemas de Bishop".
Elizabeth tuvo
varias relaciones con distintas mujeres y dos relaciones estables. La primera
fue con la arquitecta brasileña, Lota de Macedo Soares. La otra gran relación
de Elizabeth fue con Alice Methfessel, a quien Bishop conoció en 1971. Methfessel
se convirtió en la pareja de Bishop y, tras su muerte, heredó los derechos
literarios de la obra de su pareja.
Creo que vimos esa película, Luna en Brasil, (Multicines Monopol) que habla, efectivamente, de esta mujer, escritora que asumió a fondo su lesbianismo. En la cinta aparecía como una mujer débil, depresiva
ResponderEliminarLuis León Barreto
Muchas gracias por presentárnosla, amiga.
ResponderEliminarAbrazos
Mi querida Rosario:
ResponderEliminarAparte de lo que tú apuntas, para mí Elizabeth Bishop, a pesar de su escueta obra poética es una de las mejores poetas (hablo de hombres y mujeres) que conozco y admiro. Te pongo aquí otra muestra, "Visita a Saint Elizabeth", dedicado a Ezra Pound. Fíjate cómo capta el ritmo hacia el delirio del mismo Ezra Pound cuando estuvo encerrado en ese manicomio. El mejor traductor de la Bishop es Octavio Paz Y aquí va su traducción. Besos.
Antonio Arroyo.
ELIZABETH BISHOP
(Dedicado A Ezra Pound)
Ésta es la casa de los locos.
Éste es el hombre
que está en la casa de los locos.
Éste es el tiempo
del hombre trágico
que está en la casa de los locos.
Éste es el reloj-pulsera
que da la hora
del hombre locuaz
que está en la casa de los locos.
Éste es el marinero
que usa el reloj
que da la hora
del hombre tan celebrado
que está en la casa de los locos.
Éste es la rada hecha de tablas
adonde llega el marinero
que usa el reloj
que da la hora
del viejo valeroso
que está en la casa de los locos.
Éstos son los años y los muros del dormitorio,
el viento y las nubes del mar de tablas
navegado por el marinero
que usa el reloj
que da la hora
del maniaco
que está en la casa de los locos.
Éste es un judio con un gorro de papel periódico
que baila llorando por el dormitorio
sobre el mar de tablas rechinantes
más allá del marinero
que da cuerda al reloj
que da la hora
del hombre cruel
que está en la casa de los locos.
Éste es un universo de libros desinflados.
Éste un judío con un gorro de papel periódico
que baila llorando por el dormitorio
sobre el rechinante mar de tablas
del marinero ido
que da cuerda al reloj
que da la hora
del hombre atareado
que está en la casa de los locos.
Éstos son los años y los muros y la puerta
que se cierra sobre un muchaho que golpetea el piso
para saber si el mundo está allí y si es plano.
Éste es un judío con un gorro de papel periódico
que baila alegremente por el dormitorio
en los mares de tablas que se van
más allá del marinero de los ojos en blanco
que sacude el reloj
que da la hora
del poeta, el hombre
que está en la casa de los locos.
Éste es el soldado que vuelve de la guerra.
Éstos son los años y los muros y la puerta
que se cierra sobre un muchacho que golpetea el piso
para saber si el mundo es plano o redondo.
Éste es un judío con un gorro de papel periódico
que baila con cuidado por el dormitorio
caminando sobre la tabla de un ataúd
con el marinero chiflado
que muestra el reloj
que da la hora
del desdichado
que está en la casa de los locos.
versión: Octavio Paz.
Magnífico. Lo conocía pero lo tenía olvidado. Mil gracias, Antonio por recordarlo. Es realmente trepidante Seguro que en lengua inglesa el ritmo y la musicalidad será perfecta
ResponderEliminar.
Bellos y escalofriantes poemas de la Bishop, más narrativo el seleccionado por Rosario, más existencial y onírico el de Antonio. Tremendos! Vale la pena recordar a esta enorme poeta. Gracias a ambos. Abrazo
ResponderEliminar