Es la sombra del agua
y el eco de un suspiro,
rastro de una mirada,
memoria de una ausencia,
desnudo de mujer detrás de un vidrio.
Está encerrada, muerta -dedo
del corazón, ella es tu anillo-,
distante del misterio,
fácil como un niño.
Gotas de luz llenaron
ojos vacíos,
y un cuerpo de hojas y alas
se fue al rocío.
Tómala con los ojos,
llénala ahora, amor mío.
Es tuya como de nadie,
tuya como el suicidio.
Piedras que hundí en el aire,
maderas que ahogué en el río,
ved mi corazón flotando
sobre su cuerpo sencillo.
y el eco de un suspiro,
rastro de una mirada,
memoria de una ausencia,
desnudo de mujer detrás de un vidrio.
Está encerrada, muerta -dedo
del corazón, ella es tu anillo-,
distante del misterio,
fácil como un niño.
Gotas de luz llenaron
ojos vacíos,
y un cuerpo de hojas y alas
se fue al rocío.
Tómala con los ojos,
llénala ahora, amor mío.
Es tuya como de nadie,
tuya como el suicidio.
Piedras que hundí en el aire,
maderas que ahogué en el río,
ved mi corazón flotando
sobre su cuerpo sencillo.
Me tienes en tus manos
y me lees lo mismo que un libro.
Sabes lo que yo ignoro
y me dices las cosas que no me digo.
Me aprendo en ti más que en mí mismo.
Eres como un milagro de todas horas,
como un dolor sin sitio.
Si no fueras mujer fueras mi amigo.
A veces quiero hablarte de mujeres
que a un lado tuyo persigo.
Eres como el perdón
y yo soy como tu hijo.
¿Qué buenos ojos tienes cuando estás conmigo?
¡Qué distante te haces y qué ausente
cuando a la soledad te sacrifico!
Dulce como tu nombre, como un higo,
me esperas en tu amor hasta que arribo.
Sabes lo que yo ignoro
y me dices las cosas que no me digo.
Me aprendo en ti más que en mí mismo.
Eres como un milagro de todas horas,
como un dolor sin sitio.
Si no fueras mujer fueras mi amigo.
A veces quiero hablarte de mujeres
que a un lado tuyo persigo.
Eres como el perdón
y yo soy como tu hijo.
¿Qué buenos ojos tienes cuando estás conmigo?
¡Qué distante te haces y qué ausente
cuando a la soledad te sacrifico!
Dulce como tu nombre, como un higo,
me esperas en tu amor hasta que arribo.
Tú eres como mi casa,
eres como mi muerte, amor mío.
eres como mi muerte, amor mío.
Jaime Sabines Gutiérrez fue un querido y respetado poeta y político mexicano, nacido en
Tuxtla Gutiérrez el 25 de marzo de 1926 y fallecido en Ciudad de México el 19
de marzo de 1999. Su padre, Julio Sabines, fue uno de los responsables de su
amor por la poesía, y probablemente de su personalidad sencilla y accesible,
una de las razones de su éxito en vida. A los 19 años comenzó a estudiar
medicina, para darse cuenta poco tiempo después de que su lugar estaba en la
Literatura. Resulta curioso que tanto su esposa como sus cuatro hijos tuvieran
nombres que comenzaban con "j", inicial del nombre de su padre, así
como del suyo propio y el de sus tres hermanos.
Como escritor fue muy productivo; si bien difundió su poesía desde los 18 años, con "Horal", su primer poemario, comenzó en 1950 una serie de publicaciones que culminaría pocos años antes de su muerte. Hay en su poesía un poso de amargura que se plasma en obras de un violento prosaísmo, expresado en un lenguaje cotidiano, vulgar casi, marcado por la concepción trágica del amor y por las angustias de la soledad. Poeta del diario vivir, contempla con perplejidad y desde la más rigurosa terrenalidad el fenómeno del amor y el absurdo de la muerte.
Sabines reconoció la importancia del estudio técnico para su evolución como escritor,
para encontrar su propia personalidad, sin dejar de inspirarse en Neruda o
Lorca, entre sus otras fuertes influencias. Su amor por su padre quedó plasmado
en un poema que el mismo autor
consideró su mejor obra, “Algo sobre la muerte del mayor Sabines”
Imagen, poemas y bibliografía entresacada de Internet.
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