sábado, 15 de febrero de 2020

Premios Oscar 2020


     
Por Eduardo Sanguinetti, filósofo y poeta.

Noche un tanto más aburrida que de costumbre que consagró a Bong Joon Ho como el primer director que consigue el Oscar a mejor película por una producción no hablada en inglés "Parásitos".

Irónico, que una película que ha sido filmada para denunciar, ridiculizar y hacer daño, a cuenta de la soberbia de los privilegiados en un mundo superlativamente desigual e injusto como éste, se haya convertido en el privilegiado éxito de la temporada. Siendo consecuente, si hiciera nuestra (o la Academia de Hollywood hiciera suyas) las enseñanzas del film coreano, la gala de los Oscar no tendría que existir, o al menos no presentarse a competir.

Demuele de inmediato lo que pretende denunciar Bong Joon Ho, pierde toda la potencia de la autenticidad, al pregonar lo que no cristaliza en acto de vida, o sólo es una fábula metafísica el film, el mensaje elocuente es para distraer a millones de espectadores que dejan su dinero en las salas de cine, la eterna historia capitalista que el coreano intenta derrumbar. La hago más fácil, no se puede estar en contra del cambio climático y volar en jet privado.

La Academia decidió quedarse con la anomalía dentro de un discurso general más o menos homogéneo. Mirando con cierta distancia, hay que decir que la mayor parte de las películas nominadas tratan del cine en el cine; del cine como experiencia compartida; del cine como historia común; del cine, de la memoria, del tiempo mismo del cine. “Érase una vez... en Hollywood”, que habla de exactamente lo que dice el título, pasando por “El irlandés”, que no es más que una lectura hacia dentro, entre dientes, de la filmografía entera de Scorsese en la voz de Scorsese, pasando igualmente por “Dolor y gloria”, que no es más que cine que devora cine, Almodóvar al cubo, ninguna de ellas ganó. Venció la opuesta, “Parásitos”. Entonces, adiós al ensimismamiento global, bienvenido cine denuncia y combativo, al menos en la pantalla.

Joaquin Phoenix ganó sobremerecidamente el Oscar al mejor actor, recibido entre lágrimas y emoción inocultable. Laura Dern consiguió lo suyo no tanto por su trabajo en la ninguneada “Historia de un matrimonio” como por el mejor y más comentado monólogo de los últimos años visto en una pantalla (el de la Virgen María). Brad Pitt mejor actor secundario, también hizo referencia al impeachment. El film maestro “El irlandés” quedo sin nada, luego de presenciar como la irrelevante Ford vs. Ferrari se llevaba dos Oscar. Eso duele. Su único premio fue el reconocimiento público y emocionado a Scorsese de, otra vez, Bong Joon Ho, el único con capacidad para salirse del guion.

Luego la resucitada Renee Zellweger se llevó también lo que le tocaba por “Judy”, remasterizada en un film para olvidar. Todo predecible, inexplicable, ¿deducible? En fin, es Hollywood, no la vida, que transita por otros senderos, los esencialistas, impuestos en tendencia vintage, por usinas del mundo espectacular de la academia hollywoodense que nos cocina el porvenir cada año… y el show continúa.



1 comentario:

  1. Haciendo taquilla, que es gerundio, y que es para lo que sirven estas cucañas llamadas "awards".

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