Eres
redonda y carnosa,
Tierna,
grande y hermosa.
¿Por
qué la humanidad te esconde,
por qué
de ti se avergüenzan?
Nalgas
tiene el patán, nalgas el conde,
nalgas
los reyes y en los conventos
de ti
abusan los novicios
juntando
nalgas e instrumentos.
¿Es qué
azotarte es un vicio?
Solo
pido maravillas:
Una
palmeta en la mano
y una
nalga en las rodillas.
El que
en privado te adora,
Cínico
luego te ignora;
el que
te busca en la sombra
en
público no te nombra.
Yo te
rindo homenaje,
Pleitesía,
vasallaje
y
postrado a tus pies
te
suplico e imploro
que con
un viento sonoro
mi
cabeza bendigas
y me
dejes azotarte
pues
eres perfecta obra de arte. (Anónimo)
Existe una gran atracción erótica en las nalgas tanto que casi podríamos decir
que son una de las zonas más sensuales del cuerpo del hombre como de la mujer.
Sobre todo esas nalgas femeninas que sobresalen y resaltan, que envían señales
sexuales al andar.
También habría que
decir que acariciar o masajear las nalgas de la pareja de una forma fugaz y
coqueta puede convertirse en una increíble experiencia de brindar y recibir
placer.
Sus ojos reflejaron su
pasión animal. A mí me entró un calor sofocante. Él miraba mis pechos,
acariciaba mis nalgas… “Una ruptura” de Rosario Valcárcel
Es
curioso pero el arte ha dado muestras exuberantes, incluso desproporcionadas de
las nalgas como con las Venus Calípigas de Willendorf o de Lausell, para seguir
con multitudes de copas y ánforas griegas, por el arte rescatado de Pompeya,
por los traseros provocativos de la fachada del templo Khajuraho, nombre que
proviene de la palabra Kajur, capital religiosa de los Chandella, una dinastía
que gobernó esta parte de la India entre los siglos X y XII.
Nalgas desnudas como las de Leda de Miguel Ángel o las distintas variantes de las Tres Gracias llevadas a cabo por distintos autores: Rafael, Corregio, pasando por Boucher (mujer desnuda) hasta las rellenas mujeres de Rubens, Thomas Rowlandson y Peter Fendi. O las Ninfas de Bouguereau, y El baño turco de Ingres. Tampoco podemos olvidar el Desayuno en la Hierba de Manet o el Sueño de Courbet. O El abrazo de Picasso o Los cachetes de Botero donde le da protagonismo al volumen o el anca más maravillosa de la Historia del Arte como define Antonio López a las nalgas de La Venus del Espejo de Velázquez.
Y nalgas vestidas como las de Jennifer López que resguarda
su trasero con pólizas millonarias. Y es que, aunque han sido objeto de
admiración en varias ocasiones y quizás parezca una medida excesiva, ella
conoce el valor de su parte anterior y los beneficios.
fotos: El sueño de Courbert y las 3 Gracias Rubens.
fotos: El sueño de Courbert y las 3 Gracias Rubens.
Como dice doña Rosario Valcárcel, hay mucha literatura erótica anónima, reflejo de tiempos represivos, de prohibiciones sin cuento. Por suerte las cosas han ido cambiando, y se agradece. Una estupenda glosa sobre parte tan sugerente del cuerpo femenino.
ResponderEliminarMuy buen texto, Rosario. No es moco de pavo, ni la cosa va de nalgas, endulzando la expresión popular. Poetas como Benjamin Peret lo usaban el término en sentido peyorativo; pero no así el gran Bukowski:
ResponderEliminareste Viernes por la noche
las muchachas mejicanas en el carnaval católico
parecen muy buenas
sus maridos andan en los bares
y las muchachas mejicanas lucen jóvenes
nariz aguileña con tremendos ojazos,
cálidas nalgas en apretados bluyines
han sido agarradas de algún modo,
sus maridos andan cansados de esos culos calientes
y las muchachas mejicanas caminan con sus hijos,
existe una tristeza real en sus ojazos
como si recordaran noches cuando sus bien parecidos hombres-
les dijeron tantas cosas bellas
cosas bellas que ellas nunca escucharán de nuevo,
y bajo la luna y en los relampagueos de las
luces del carnaval
lo veo todo y me paro silencioso y lo lamento por ellas.
ellas me ven observando-
el viejo chivo nos está mirando
está mirando a nuestros ojos;
ellas sonríen una a otra, hablan, salen juntas,
ríen, me miran por encima de sus hombros.
camino hacia una caseta
ponga una moneda de diez en el número once y gane un pastel
de chocolate con 13 coloreadas colombinas en la
cima
suficiente por demás para un ex-católico
y un admirador de los calientes y jóvenes y
no usados ya más
afligidos culos de las mejicanas.
Gracias Luis, gracias Antonio por compartir por tu comentario, por compartir este fantástico poema A mi me encanta Bukowski.
ResponderEliminarUn beso grande, grande para los dos.
Para seguir con las nalgas, ellas también están, de manera menos directa, en este poema de mi libro de poesía erótica y de amor "Una mujer es...", con prólogo de Doña Rosario:
ResponderEliminarPulsa el calor.
Flamea el promontorio.
Las colinas ascienden.
Arroba
la embriaguez del paisaje.
Tibio,
mañanero,
penetra en los fulgores.
Para volver,
retrocedo.
Los tonos enhebran,
resplandecen.
Entre las mesetas pulsa el calor,
regula los espasmos.
Los brazos no atrapan el espacio,
tu espacio.
Las manos se pierden,
ascienden las mariposas,
azulean.
El zalamero está en su cetro,
goloso de fuego
desata las arrugas.
Nos traga.
Juan Francisco González-Díaz
Fantástico Juan Francisco. Este poema tuyo es bello y está repleto de simbolismo.
ResponderEliminarUn beso grande, grande.
Con el encendido erotismo de este artículo, entre el laborioso disfrute de Juan Francisco en esos montículos perdidos de la geografía y la procacidad de Bukoswki, ansío comerme dos medias bolas de helado de vainilla medio derretidas.
ResponderEliminarMuy bueno, Juan Francisco. Más besos
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