EL TIEMPO DEL AYER
Ocurre a veces
que el tiempo del ayer
me traslada al
chapoteo de los granizos
que apresaba
en una palangana,
al chirrido de
la tiza cuando jugaba al teje
y ganaba
amigas inexistentes,
me transporta
a los besos a escondidas,
a los suspiros
y jadeos entre cirios
y campanas
replicando a muertos.
Ocurre a veces
que el olor a la tierra húmeda
me recuerda a
tu luz entre la sombra
al olor a
Dios, a los adioses, a tu cuerpo, cerca,
tan cerca, que
adivino tu sonrisa,
tus ojos
asomados en los míos
entregados al
tránsito que nos acoge.
Entonces mi
alma sale de mí y balbuceo
¿Mamá estás
muerta o estás viva?
¿Puedes entrar
y salir del cielo?
Alzo mis manos
y me dejo arrastrar por el recuerdo:
¡No olvides,
no se te ocurra, cuidado que ese chico no se propase!
¡Dios mío,
nunca llegué a decirle lo mucho que la quería!
Ocurre a
veces, que el olor a tierra mojada me convoca
a un repentino
y tierno abrazo con mi madre
a buscar la
luz de la inocencia.
Me sumergo entre los versos para acariciar las húmedas mejillas sobre las que llueve fino, tanto como el aliento de mi propia madre calmando mis miedos. Gracias Rosario, maravilloso poema.
ResponderEliminarMaravilloso y sentido homenaje a tu madre. Siempre nos arrepentimos de los abrazos que quedaron sin dar y los te quieros por decir. Pero las madres no mueren, están ahí, en nuestro corazón y ellas nos cuidan allá donde quiera que se encuentren. Un fuerte abrazo, amiga❤️❤️🥰🥰
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