Ni el amor vence a la naturaleza
A una
comadreja que una vez se enamoró de un hombre hermoso, la sagrada Cipris, madre
de los deseos, le concedió cambiar de forma y tomar una de mujer: la de una
bella mujer que ¿Quién no quería poseerla? Al verla él (que a su vez había sido
hecho prisionero de amor) iba a casarse con ella. Pero retirados ya los platos
del banquete de boda, pasó corriendo un ratón; y la novia, bajándose del bien
mullido lecho, se puso a perseguirlo. Se puso término al banquete de boda y
Eros, tras haber hecho bien su papel, se alejó, vencido por la naturaleza.
Del libro: Cuentos
eróticos griegos, de Francisco Rodríguez
Adrados.
Ediciones
del Orto.
Foto comadreja volando sobre un pájaro carpintero
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