jueves, 6 de febrero de 2014

LA PALABRA "PUTA"

 SONETO A NICE

No te quejes, oh Nice, de tu estado
porque te llamen puta a boca llena,
pues puta ha sido mucha gente buena
y millones de putas han reinado.

Dido fue puta de un audaz soldado,
a ser puta Cleopatra se condena,
y el nombre lucrecial, que tanto suena,
no es tan honesto como se ha pensado.

Esa de Rusia emperatriz famosa
que fue de los carajos centinela,
entre más de dos mil murió orgullosa;

y pues ya lo dan todas sin cautela,
haz tú lo mismo, Nice vergonzosa,
que esto de honra y virgo es bagatela, Samaniego.
 

El vocablo de puta, en el sentido de prostituta tiene su origen en las fiestas en honor a la semidiosa romana Puta, diosa menor de la agricultura quien presidía la poda de los árboles= putare.

Comenzó siendo una ceremonia sagrada de solicitud de embarazo. Y el séquito de Dionisio compuesto por ménades y sátiros, cobrando sus honorarios, incitaba a los invitados a azotar a las mujeres, que podaban los árboles, con las mismas ramas, a participar del gozo, de orgías sexuales. Las sacerdotisas finalmente terminaban celebrando una bacanal, ejerciendo la prostitución sagrada en su honor, así el nombre de la Diosa Puta, comenzó a ser vinculada al dinero y al sexo. Y la costumbre se expandió por toda Grecia y fue adoptada por los romanos que hablaban latín.

Asimismo, dada la juventud de las participantes, la palabra italiana putta significó muchacha. Por lo que la semidiosa Puta comenzó a ser vinculada con las orgías sexuales y el dinero. Por lo que no es una casualidad que se les llame rameras o putas.

Hay un proverbio popular que dice:      Mujer que menea el anca
                                                                               O es puta o es manca.

Otro refrán campesino del siglo XVII: “En su cama es una bella mujer, en cama ajena es una puta.” “En la Virgen y en el pez la mitad lo mejor es.” “Toma al buey por los cuernos, al hombre por la palabra y a la mujer por la falda”.

Quevedo las llamaba “hermanitas de pecar” es decir mujeres de la vida alegre, bayaderas, cucas, bergantes, baratas o estrechas, palomas torcaces, brujas, izas, perras, pupilas, rabizas, carreristas, cartagas, colipoterras, copetineras, golfas, pájaras, patinadoras. En Bolivia pelanduzcas, fulanas, furcias, maturrangas, azafata, colmas, daifa, hetaira, labara, lechuza, meretriz, pendón, perdida, pingo, portuguesa, putanga, ramera, retozona. En Méjico, gacelas perdidas, topa, tica, zorra, alajuelas, carreristas, aves nocturnas, tías Marías, marcolfa, guarichas, mesalinas, ovejas, coima, mantenidas, pampairunas, trompeteras, trotonas, robonas, pupilas, traviatas, china. En Venezuela charolas, cortesanas, pisonas, prostitutas, troperas, juanas, trolas, turras, zaranas, ganado bravo…

Así que una vez visto este largo recorrido, Es mejor seguir el consejo del escritor Mauro Gago:
“nunca llames “puta” a una mujer… mejor decile “diosa”…

Foto Las señoritas de la calle de Aviñón, Picasso


facebook/rosariovalcarcel/escritora

4 comentarios:

  1. Gracias por esta nueva aproximación al mundo del erotismo y al lenguaje popular. ¡Mejor llámala diosa!

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  2. Gracias por recordar y hacerme evocar a las fantásticas "putas" de mi vida, que aún sin llegar a serlo algunas, en pleno cenit de follada repentina, lo manifestaban entre susurros y gemidos...diosas asiliences de la concepción...rocé la eternidad entre sus brazos y piernas.

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  3. Otra pregunta que hace la Lozana al valijero cuando se levanta

    Lozana. Decíme, señor, esas putas o cortesanas, o como las llamáis, ¿son todas d’esta tierra?

    Valijero. Señora, no, hay de todas naciones: hay españolas castellanas, vizcaínas, montañesas, galicianas, asturianas, toledanas, andaluzas, granadinas, portuguesas, navarras, catalanas y valencianas, aragonesas, mayorquinas, sardas, corsas, secilianas, napolitanas, bruzesas, pullesas, calabresas, romanescas, aquilanas, senesas, florentinas, pisanas, luquesas, boloñesas, venecianas, milanesas, lombardas, ferraresas, modonesas, brecianas, mantuanas, raveñanas, pesauranas, urbinesas, paduanas, veronesas, vicentinas, perusinas, novaresas, cremonesas, alejandrinas, vercelesas, bergamascas, trevisanas, piedemontesas, savoyanas, provenzanas, bretonas, gasconas, francesas, borgoñonas, inglesas, flamencas, tudescas, esclavonas y albanesas, candiotas, bohemias, húngaras, polacas, tramontanas y griegas.

    Lozana. Ginovesas os olvidáis.

    Valijero. Ésas, señora, sonlo en su tierra, que aquí son esclavas, o vestidas a la ginovesa por cualque respeto.

    Lozana. ¿Y malaguesas?

    Valijero. Todas son maliñas y de mala digestión.

    Lozana. Dígame, señor, y todas éstas, ¿cómo viven, y de qué?

    Valijero. Yo’s diré, señora: tienen sus modos y maneras que sacan a cada uno lo dulce y lo amargo. Las que son ricas, no les falta qué espender y qué guardar. Y las medianas tienen uno aposta que mantiene la tela, y otras que tienen dos, el uno paga y el otro no escota; y quien tiene tres, el uno paga la casa, y el otro la viste, y el otro hace la despensa, y ella labra. Y hay otras que no tienen sino día e vito, y otras que lo ganan a heñir, y otras que comen y escotan, y otras que les parece que el tiempo pasado fue mejor. Hay entr’ellas quien tiene seso y quien no lo tiene; y saben guardar lo que tienen, y éstas son las que van entre las que son ricas, y otras que guardan tanto que hacen ricos a munchos; y quien poco tiene hace largo testamento, y por abreviar cuando vaya al campo final, dando su postremería al arte militario, por pelear y tirar a terrero; y otras que a la vejez viven a Ripa. Y esto causan tres estremos que toman cuando son novicias, y es que no quieren casa si no es grande y pintada de fuera, y como vienen, luego se mudan los nombres con cognombres altivos y de grand sonido, como son: la Esquivela, la Cesarina, la Imperia, la Delfina, la Flaminia, la Borbona, la Lutreca, la Franquilana, la Pantasilea, la Mayorana, la Tabordana, la Pandolfa, la Dorotea, la Orificia, la Oropesa, la Semidama y doña Tal, y doña Andriana, y ansí discurren mostrando por sus apellidos el precio de su labor; la tercera, que por no ser sin reputa, no abren público a los que tienen por oficio andar a pie.

    Lozana. Señor, “aunque el decidor sea necio, el escuchador sea cuerdo”. ¿Todas tienen sus amigos de su nación?

    Valijero. Señora, al principio y al medio, cada una le toma como le viene; al último, francés, porque no las deja hasta la muerte.

    Lozana. ¿Qué quiere decir que vienen tantas a ser putas a Roma?

    Valijero. Vienen al sabor y al olor. De Alemaña son traídas, y de Francia son venidas. Las dueñas d’España vienen en romeaje, y de Italia vienen con carruaje.

    Lozana. ¿Cuáles son las más buenas de bondad?

    Valijero. ¡Oh, las españolas son las mejores y las más perfectas!

    Lozana. Ansí lo creo yo, que no hay en el mundo tal mujeriego.

    Valijero. Cuanto son allá de buenas, son acá de mejores.

    Lozana. ¿Habrá diez españolas en toda Roma que sean malas de su cuerpo?

    Valijero. Señora, catorce mil buenas, que han pagado pontaje en el golfo de León.

    Lozana. ¿A qué vinieron?

    Valijero. Por hombres para conserva.

    Lozana. ¿Con quién vinieron?

    Valijero. Con sus madres y parientas.

    Lozana. ¿Dónde están?

    Valijero. En Campo Santo.

    Francisco Delicado, La Lozana andaluza
    Edición, introducción y notas de Bruno Damiani
    Madrid: Clásicos Castalia, 1972

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  4. Fantástico, Antonio, Eduardo, Luis. Gracias por seguirme.

    Un beso grande, grande.

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