Exposición colectiva Las Dos Fridas del 7 nov. al 28 nov. CENTRO COMERCIAL EL MUELLE.(segunda planta)
Todos los seres humanos y especialmente los artistas somos actores de un sinnúmero de historias: reales o ficticias, tiernas e inocentes, desesperantes o terroríficas. Todos estamos sometidos a nuestros estados de ánimo o vivencias.
En el caso de Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderón, 1907-1954, fue su proceso personal, su vida, su fantasía revolucionaria de “transformar al mundo” y su especial capacidad de amar locamente lo que determinó su imaginación artística y le dio una connotación feminista y provocadora.
Coincidiendo con el 75 aniversario de la creación de “Las Dos Fridas” y el 60 aniversario de su fallecimiento, Diego Casimiro, curador de esta exposición, ha querido hacer un homenaje a la obra de esta artista, junto con 42 pintores plásticos que con un lenguaje propio han conseguido introducirnos en el testimonio de Frida Kahlo.
En su historia azarosa, en los desnudos casi literarios,
dedicados a Frida como el de Clodobaldo González que
igual que en un escenario teatral juega con el ilusionismo y permite que se nos
presente natural y desinhibida. O sensual con el cabello suelto como es la
escena de Lilian Campo un desnudo de mujer que se retoca el cabello envuelta en
una sensación de intimidad. Y hablando de cabellos, René García Ramón nos muestra
una Frida muy fashion, con la melena cortada, símbolo de los votos de su
segundo matrimonio con Rivera.
El significado del cabello como medio expresivo del dolor
del alma.
Y la fortaleza en la obra de Hosnova. Una imagen
atormentada que huye de la autocompasión. Una Frida con corsé de acero y yeso
que simboliza su columna vertebral herida. Y herida brutalmente con unas
tijeras nos la exhibe Ángel del Barrio simbolizando el flujo del dolor. Heridas
y más heridas esta vez emocionales nos presenta Zoraida Rodríguez en una Frida
dividida, una coqueta y apasionada, otra atormentada, cuarteada por el desamor
de su marido.
A los que nos transporta Arima García en “El nacimiento
de Venus” un óleo de una Frida sensual que evoca la escultura de Boticelli. En
ambas obras la Venus oculta sus senos y la zona genital con sus brazos. Ilustra
el misterio del origen del mundo, de Maya Tonogami, representado por el globo
terrestre que pare Frida acompañada por la propia autora que le da fuerza.
Fantasean con un universo mejor, con un hueco para los sueños como el de Jesús
Ojeda, un paisaje de pinceladas oscuras pero brillantes con predominio de
rojos. Poder y vitalidad del mar, del Cosmos, realizada con óleo y mortero de
arena conglomerado sobre soporte de lienzo. Y otro sueño:
Volar. ¿Pie para que los quiero si tengo alas para volar?
Es la muestra de Juana Teresa Rodríguez en su Frida vuela
libre, con un enjambre de mariposas, culto en muchas culturas. Encarnan la posibilidad
de moverse a su antojo, la salud. El gozo de vivir, lo manifiesta Juan
Hernández, con una gran Frida convertida en una mariposa que quiere salir del
cuadro. Con ese deseo irrealizable de elevarse representado también por una
expresiva mariposa de Elena Robaina junto al simbolismo del reloj como paso del
tiempo, a la cercanía de la muerte que siempre nos espera.
Y el color de la vida,
en el verde luminoso y encendido que nos presenta Luis
Diego Blanchard, una Frida esplendida con un colibrí vivo, símbolo de la buena
suerte. Y hablando de colores Patricia Sullivan nos regala una dama de amarillo
y rojo. Una fusión de colores en los que experimenta con el misterio de la
vida, la energía. Con el sufrimiento de dos corazones al descubierto, palpitantes,
enviado por Leo Lobos. Dos corazones unidos por vasos sanguíneos en forma de
enredadera, inmersos en una paleta de amor color cobalto. Y más dolor y soledad
en la Frida de Eva Lilith quien nos afirma que la Kahlo le trae recuerdos de
ella misma, instantes de fuerza y de desarraigo que la llegan hacer
masculina…
Y al delirio onírico,
nos transporta Dunia Sánchez Padrón, en la silueta una
mujer de la que brota un pelícano y en cuya cabeza está el corazón y a sus pies
el simbolismo vegetal, las raíces de lágrimas.
Nos transporta al surrealismo como las manchas, que viven en la obra de
Carmina Hernández, que reflejan la tormenta y la tristeza, el sosiego y la paz.
O las nubes de Victoria Sánchez, disueltas en manchas tenebrosas, en manchas
que representan a una Frida con un abanico abierto unido con hilo de sangre a
un sombrero azul, Diego Rivera y su caos
interno su caos interno. Y el llanto azul de Ester Barber que cae sobre un
fondo rojo de sufrimiento y se desploma sobre una gran D mayúscula.
Javier Rodríguez López nos muestra un recuerdo prenatal
que realiza con tela, cristal, metal, un hueso, símbolo de la parte que no
muere, y la vida en las dos Fridas que se columpian en lo alto contemplando el
panorama. Los recuerdos y las vivencias. O la sensación de monumentalidad y
sosiego, dos conceptos en la pintura de Isabel Echevarría El encuentro entre el arte de Frida y una
anciana con una niña, tal vez ella misma. El ayer y el hoy en una escena
callejera. Y con trazos sueltos y de vivos colores, aborda Juan Cabrera una
Frida muy personal, con un mensaje provocador y directo de fuertes pinceladas
verdes de esperanza en su rostro.
O Serena a pesar
de los amores robados, de los repudios… como la Frida que nos envía Beatriz
Hidalgo que titula Dos Diegos… una pasión. Una trasposición de imagen a nuestro
Diego Casimiro. Una influencia, un bello poema en su arte. Y con ojos grandes,
grandes y unas cejas muy oscuras como signo de revelación y africanidad nos la
ofrece Nadia Monteiro en su collage colorista. Y otro representante de Africa,
Abdoulaye nos traslada a la abstracción con rasgos picassiano llena de colores
fuertes. Muy expresivos.
Para Baudelaire el ser humano está inmerso en el misterio
que envuelve a la vida y al universo. Y ese misterio es el que nos acerca
Manuel Romero con una Frida envejecida que, sujeta un pincel en la mano y, se
representa asimismo junto a su marido, evocando su amor incondicional. Pero
cuando afloraba su desesperación, surgía su espíritu libre, buscaba la
satisfacción de su cuerpo en otra mujer como nos la representa Irma Ariola con
su A tres y Janet Leal con sus Dos mujeres, el tono lésbico de figuras
femeninas ligadas a la anatomía humana. La sensualidad compartida de Frida.
fuera de cadenas como la obra de Pilar Arranz. Cadenas
por las que se sentía apresada por Diego, por el hierro que la atravesó y la
marcó toda su vida. Envuelta en una gran mancha azul de agua como signo de la
fugacidad es la obra de Rolfes K. donde una bailarina danza en el mar, en un
remolino de emociones apasionadas de las que no puede escapar.
Y dejándose llevar por la alegría de vivir, pinta Emilio
Almoguera una alegoría de felicidad, una Frida-Geissa joven, natural, bella,
segura de sí misma, engalanada con estrelicias, típicas también de la flora
canaria. La acompaña su loro y su mono Caimito, símbolo de júbilo y lujuria que
lo festeja Arsenio Morales con una composición sobre la evocación y la memoria.
Las Dos Fridas acompañadas de amigos, escritores, pintores y su propio marido
que la convirtieron en el objeto del deseo.
Y aborda el tema de la maternidad Lesli Zapata y nos
envía un gran medallón donde habita una Frida que amamanta un bebé, mientras
vigila a otro niño que está a su lado. Una alusión simbólica a la maternidad
dos veces perdida. Y la fauna y la flora en el acrílico de Paz Barreiro un
mosaico repleto de emociones, el día y la noche, el sol y la luna, la diosa de
la tierra Cihuacoatl. Y la figura mitológica con forma de perro Xólotl, el guardián
del mundo de los muertos. Y la serpiente emplumada y la calavera, signo de
la muerte que nos sonríe, representada en una acuarela sobre papel de Carmen
Cruz. Y más acuarelas: La de Ángel Cabrera, titulada Desiderium Affectu
representa la añoranza, el dolor de un amor pasado, el recuerdo enrejado en
pimientos colores malvas.
El mundo interiorizado.
En la obra titulada Sombra de Frida como en la de Free-da
Paco Navarro y Diego Umerez, exhiben la alusión sexual de ella, la mirada
masculina que vive en el cuerpo femenino. O el susurro de la verdad
interior que exhibe José Sosa Serván en la Casa Azul, un lugar en el que los
celos, las pasiones, el arte y la muerte adquieren un aspecto cotidiano al que
Bulhosa Jorge le añade los objetos de Frida Kahlo con verdes y azules que
simbolizan la distancia de Diego, el dolor como en la obra de Victor José
Guindo Singh y Manuel Lantigua con una técnica de Collage más Pintura: Vida y
pasión, muerte y reencarnación de Frida. La inmortalidad.
Un homenaje a esas Dos Fridas que alude a la diversidad
étnica de sus orígenes mediterráneo e indígena. A Frida Kahlo, a su amor por
Diego Rivera, otro grande de la pintura, al arte, a la vida. Un homenaje a una
mujer adelantada a su tiempo y a su género. Un mito, un símbolo de la trasgresión.
Un homenaje a su imagen: tocados florales, melena, cejas, bigote, sensualidad
femenina, y masculina, la flora y la fauna mexicana, el folclor, la libertad, a
sus obsesivos autorretratos. A su pensamiento mágico. Todo eso que nuestros 42
pintores han sabido reflejar en sus óleos, acuarelas, collages. Un homenaje a
una pintura llena de simbología y
emociones que podemos comprender, una búsqueda del sentido del existir.
Una exposición que permite múltiples lecturas y que ha
sido posible gracias al Área Cultural
Diego Casimiro AC/DC, a los pintores que han participado, así como a
Enmarcaciones Vidal y al Centro Comercial El Muelle.
Que nos
han aproximado a la esencia de un ser humano llamada Frida Kahlo, una pintora
del amor y la muerte.
facebook/rosariovalcarcel/escritora
Excelente relato de la inauguración de la exposición de las Dos Fridas, presentada por Rosario Valcárcel, en el que detalla el significado de los distintos cuadros, inspirados en homenaje a Frida. También nos relata aspectos de la vida de Frida, con la maestría que ya nos tiene acostumbrados, de tal forma que con sólo leer tanto detalle, entran unas enormesw de ganas ver visitar la exposición, a los que todavía no han tenido oportunidad.
ResponderEliminarUn acto algo caótico, en el que falló claramente la organización. A ver si mejoramos para la próxima. El vino y el queso nunca se sirven antes de la presentación. Luego se echó en falta un equipo de megafonía que permitiera escuchar a la presentadora.
ResponderEliminarInteresante exposición, amiga. Frida me resulta una mujer inabarcable.
ResponderEliminarNos regalas una reseña estupenda.
Gracias + Abrazo