…nos vamos a lanzar
en el océano, a
lavar tanta herrumbre
en la arena dorada
y el agua
transparente,
sin exculparnos
nada…, Antonio
García Ysábal
Quiero hacer una confidencia: el recuerdo
que tengo de Antonio es un recuerdo íntimo, un recuerdo que en un primer
momento estuvo ligado a la amistad y al cariño que Luis sentía por él, por su
realidad y por su obra.
Más tarde tuve la oportunidad de mezclar
las cosas que él había escrito con lo que yo sospechaba de cómo sería él. Las
cosas que me relataba su hija Verónica, con su presencia, con sus palabras.
Y los pequeños encuentros se convirtieron
en acontecimientos.
Juntos en un lugar nuevo para él y para mí,
en Madrid, pasamos alguna tarde de domingo y los tres oíamos cómo el tiempo se
deslizaba lentamente. Cincelamos silencios sobre sus sueños, sus proyectos de
literatura, su poesía, su enfermedad. Hablamos sobre sus compromisos pasados.
Juntos,
en Madrid, revivimos paisajes y nostalgias, la memoria cargada de alientos. Nos
escuchamos el uno al otro, y desde allí paseamos por las Islas Canarias, por la playa de Las
Canteras, sentimos las tibias ondas de la orilla rodear las rocas, formar un
tapiz vegetal y rocoso entre los flujos del mar. Y fue en esos instantes cuando
descubrí la sonoridad y la luz del poeta.
Crujen
a sotavento
las
vidrieras y el sámago
en
la cueva de sílice.
Dentro,
nada: silencio.
(Sólo
la vela artificial derrama
su
extinción en la túnica).
De
pronto algo resuena: piélago, pleamar.
(Cautelosa, la péndola vacía
almagre sobre el lienzo).
Y se escucha el jadeo de la resma
como viento meciéndose en sus aguas.
De Laberinto Insular
En aquel momento en que yo conocí a Antonio, en aquel momento estaba abrumado, lucia rasgos de fátiga, pasaba por un proceso de recogimiento voluntario, más tarde vino la enfermedad. Pero no luchó, se sumió en un compás de ritmo triste y danzó con su acostumbrado nerviosismo, no quiso retrasar su último viaje.
Sin embargo, igual que en un encantamiento, él me sonreía debajo de sus gafas y yo le devolvía la sonrisa. Era un regalo de confianza, de amistad, de esa generosidad que lo caracterizaba y que volcó en sus cuarenta títulos y ensayos de las que destaco las dedicadas a África: “Leyendas africanas” “Poesía tradicional africana” y “Cancionero general africano"
Sin embargo, igual que en un encantamiento, él me sonreía debajo de sus gafas y yo le devolvía la sonrisa. Era un regalo de confianza, de amistad, de esa generosidad que lo caracterizaba y que volcó en sus cuarenta títulos y ensayos de las que destaco las dedicadas a África: “Leyendas africanas” “Poesía tradicional africana” y “Cancionero general africano"
Antonio García Ysábal fue un hombre lleno
de preguntas, con las manos colmadas de arena y de viento que indagó sobre las
raíces canarias con el pueblo africano, con los ecos. Era un poeta-africanista,
por eso se vincula con ese gran pueblo, con su problemática, con las similitudes,
los hechos. Puso de manifiesto su amor por el Continente.
Y se sumergió también en la narrativa con
“Diario de Artois” y el teatro “Estrenando la felicidad” donde alcanzó con una
voz cálida registros hondos, recuerdos de la adolescencia, argumentos que
quizás le sugieren sus vivencias: el amor y la comunicación, la razón y los
sentimientos. El acto solitario. Sus
poemas consiguen esa emoción que hace creíble la poesía.
Yo creo que Antonio fue un escritor-poeta
independiente que escaló cimas, alcanzó sueños en su paraíso perdido, en su
nostalgia. Y a través de su lenguaje sometió su destino.
facebook/rosariovalcarcel/escritora; www.rosariovalcarcel.com
Mi admirado poeta Antonio García Ysába al que no conocí, pero no para de leer y cada día me asombra más. Te agradezco este bello artículo, Rosario.
ResponderEliminarBesos.
Antonio García Ysábal, padre de Verónica, también poeta. Fue un hombre noble y bueno, fue un poeta más que estimable.
ResponderEliminarCon emoción inocultable, recibo estas palabras tuyas Rosario. Te deslizas sutilmente, por las laderas del lenguaje, operado cual aventador de rutinas de la palabra y de momentos que han quedado en el olvido: la poesía de Antonio García Ysába, ignorada por mi hasta hoy y en acto de ser abordada, desde mi otredad atlántica, hoy-aquí-ya!. Muchas gracias por este texto, entrañable, sensible y sentido. Un abrazo a ti y lo hago extensivo a Luis...Antonio, ya que nos sutura el espacio "comentarios", saludos!
ResponderEliminarPrecioso y sentido artículo, Rosario...Espero descubrir mas de Antonio García Ysabal y su poesía...
ResponderEliminarSaludos, amigo Eduardo, encantado de hablar contigo y con vos. El próximo mensaje, hablamos, ¿vale?. Ahora ya estoy más libre de Chronos.
ResponderEliminarRosario, este artículo tuyo ha provocado reacción en cadena y, en mi caso, me ha puesto a escribir tres sonetos por Antonio García Ysábal que acabo de publicar en mi blog, y también he puesto enlace con este artículo tuyo que reboza de amistad y humanidad.
Luis, Eduardo, Sombragris, Antonio: Gracias a todos.
ResponderEliminarY Antonio ya entré en tu blog y subí un comentario.
Un saludo cariñoso para todos.
Desde luego,las hay con suerte.
ResponderEliminarConocer a quien escribe de ese modo y vive de ese modo es para dar gracias.
Gracias Rosario por traerme a mi padre en esta tarde de laboral agosto: bruma de calor sobre el asfalto, espejismo en el que le veo reir feliz junto a la playa. Besos a todos. Verónica.
ResponderEliminar