Madre, figúrate que vamos de viaje, que atravesamos un país
extraño y peligroso.
Yo monto un caballo rubio al lado de tu palanquín.
El sol se pone; anochece. El desierto de Joradoghi, gris y
desolado, se extiende ante nosotros.
El miedo se apodera de ti y piensas: ‘¿Dónde estamos?’
Pero yo te digo: ‘No temas, madre’.
La tierra está erizada de cardos y la cruza un estrecho
sendero.
Todos los rebaños han vuelto ya a los establos de los
pueblos y en la vasta extensión no se ve ningún ser viviente.
La oscuridad crece, el campo y el cielo se borran y ya no
podemos distinguir nuestro camino.
De pronto, me llamas y me dices al oído: ‘¿Qué es aquella
luz, allí, junto a la orilla?’ Se oye entonces un terrible alarido y las
sombras se acercan corriendo hacia nosotros.
Tú te acurrucas en tu palanquín e invocas a los dioses.
Los portadores, temblando de espanto, se esconden en las
zarzas.
Pero yo te grito: ‘¡No tengas miedo, madre, que yo estoy
aquí!’ Armados con largos bastones, los cabellos al viento, los bandidos se
acercan.
Yo les advierto: ‘¡Deténganse, malvados! ¡Un paso más y son
muertos!’
Sus alaridos arrecian y se lanzan sobre nosotros.
Tú coges mis manos y me dices: ‘¡Hijo mío, te lo suplico,
escapa de ellos!’
Y yo contesto: ‘Madre, vas a ver lo que hago’.
Entonces espoleo a mi caballo y lo lanzo al galope. Mi
espada y mi escudo entrechocan ruidosamente.
La lucha es tan terrible, madre, que morirías de terror si
pudieras verla desde tu palanquín.
Muchos huyen, muchos más son despedazados.
Tú, inmóvil y sola, piensas sin duda: ‘Mi hijo habrá muerto
ya’.
Pero yo llego, bañado en sangre, y te digo: ‘Madre, la lucha
ha terminado’.
Tú desciendes del palanquín, me besas, y estrechándome
contra tu corazón me dices: ‘¿Qué habría sido de mí si mi hijo no me hubiera escoltado?’
Cada día suceden mil cosas inútiles. ¿Por qué no ha de ser
posible que ocurra una aventura semejante? Sería como un cuento de los libros.
Mi hermano diría: ‘¿Es posible? ¡Siempre lo tuve por tan
poca cosa!’
Y la gente del pueblo proclamaría: ‘¡Qué suerte la de la
madre al tener a su hijo a su lado!’
Rabindranath Tagore, en idioma bengalí, রবীন্দ্রনাথ ঠাকুর, (Calcuta, 7 de mayo de 1861 - ibíd., 7 de agosto de 1941) fue un poetabengalí, poeta filósofo del movimiento Brahmo Samaj (posteriormente convertido al hinduismo), artista, dramaturgo, músico, novelista y autor de canciones que fue premiado con el Premio Nobel de Literatura en 1913, convirtiéndose así en el primer laureado no europeo en obtener este reconocimiento.
Tagore revolucionó la literatura bengalí con obras tales como El hogar y el mundo y Gitanjali. Extendió el amplio arte bengalí con multitud de poemas, historias cortas, cartas, ensayos y pinturas. Fue también un sabio y reformador cultural que modernizó el arte bengalí desafiando las severas críticas que hasta entonces lo vinculaban a unas formas clasicistas.
Foto, bibliografía y cuento entresacado de las redes internet.
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