Santiago Gil
02
oct. 2021 - 18:54
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ANTONIO ARROYO SILVA - POESÍA - LA
PALMA - VOLCÁN - LA LAGUNA - SARDINA DEL NORTE
Concretamos esta entrevista unos días antes de que se activara el volcán de Cumbre Vieja.
Íbamos a hablar de
poesía, de vivencias laguneras y de las propuestas literarias en las que
trabajaba el poeta palmero Antonio Arroyo Silva. Yo le iba a preguntar por La
Palma, por su infancia y su juventud, y la respuesta, en esos días tranquilos
de finales del verano, no hubiera llevado la estela de la desolación que está
dejando la erupción del volcán. Pero creo que esta vez el titular no debe ser
literario, o debe ser literario pero cargado de esperanza, con esa halo de
resiliencia que deja Antonio al definir a los palmeros.
Les invito a que se
adentren en el universo poético de Antonio Arroyo Silva. Esta entrevista es una
puerta de entrada, un acto de generosidad del poeta que nos cuenta buena parte
de su camino vital y literario. Las fotografías, una vez más, son de Carlos
Díaz-Recio.
¿Dónde
empieza el viaje de la poesía para Antonio Arroyo Silva?
El viaje poético, como
en casi todos y todas, comienza en la adolescencia. Claro que en los primeros
intentos, al subir a ese barco, uno mide la quilla por debajo ja ja ja. De ese
comienzo uno va perdiendo esos recuerdos; pero resulta que la memoria, cosa muy
distinta al recuerdo, en la actualidad me trae una serie de imágenes que, por
supuesto plasmo en mi escritura con total naturalidad.
“El viaje poético, como en casi todos y
todas, comienza en la adolescencia”
¿Es
el poeta el que elige ser profesor de Literatura o es el profesor el que elige
ser poeta?
En mi caso desde el
principio yo quería ser aprendiz de poeta. Y en cuanto a profesión quería
dedicarme a la Filosofía o al Periodismo. Pero un gran profesor de Filosofía me
aconsejó que, queriendo escribir poesía, lo lógico era estudiar Filología
Hispánica. Actualmente no lo veo de esa manera, pues está bien saber las
técnicas literarias; pero lo que realmente me lleva a la aventura de la
escritura poética es la lectura. Te pongo un ejemplo: aprendí durante mi
carrera todas las técnicas del endecasílabo; pero no aprendí a escribir buenos
endecasílabos hasta que no leí a Alonso Quesada. Esas cadencias que solo atraen
a los aspirantes a poeta. Y esto es solo un ejemplo de todo un entramado.
Sin embargo, aparte de
escribir poesía también soy filólogo. Siempre he sentido un gran interés por
las palabras: su origen, su desarrollo, su desaparición. Y, por último, algo
que me apasiona (o me apasionaba, pues ya estoy jubilado) es dar clase de literatura,
ya que el hecho de escribir hace que mi forma de enseñanza fuera creativa y,
por tanto, un intento de traspasar a mis alumnos el espíritu crítico necesario
para enfrentarse a la realidad que los circunda.
“Lo que realmente me lleva a la
aventura de la escritura poética es la lectura”
Háblame
de La Palma, de tu infancia
Dice Rilke que la
infancia es la patria de la poesía. Y para mí ha sido grandioso que esta patria
haya transcurrido en La Palma. La Palma es mi madre, mi padre, mis hermanos, mi
tía Matilde la que llamó a su famoso postre Príncipe Alberto porque
un día vio a Alberto de Mónaco y dijo que el postre que había inventado estaba
más bueno que él. La Palma es Elsa López, Antonio Abdo y Pilar Rey, las noches
interminables de Lo Divino con Anelio y Fran Medina. La Palma son mis largas
caminatas con mi amigo Luis Feliciano por la Ruta de los Volcanes, el bosque de
laurisilva o los canales de agua rumbo a La Caldera de Taburiente, en donde
aprendí a escuchar el silencio y que este muchas veces dice más que las
palabras. La Palma es un lugar donde el mar está en el cielo y a veces baja por
las laderas de los montes formando cataratas. En fin, La Palma forma parte de
la arquitectura que me formó como persona y como poeta.
Y ahora, estimado
Santiago, mientras mantenemos esta charla tan agradable, nos llega la noticia
del estallido del volcán de Cumbre Vieja. Lo que en el párrafo anterior fue
alegría y lírica evocación, ahora va a ser ese sentimiento trágico que los
palmeros tenemos en la sangre. Bueno, más que sentimiento trágico, resignación
ante las fuerzas de la naturaleza. Ese valle mío de mi infancia ha cambiado
drásticamente y yo, desde mi Puerto de Sardina, no puedo hacer otra cosa que
sentir ese tremendo vacío que ahora comparto con todos los palmeros y los
canarios. Creo que nos viene de los antiguos auaritas que creían que si Idafe
caía sería el fin del mundo. Por eso en sus rituales ponían a los pies del
Roque asaduras de cabra. Lo único que puedo darle a La Palma es poesía, no ya
para evitar la tragedia, que ya está en ciernes, sino para dar un poco de
esperanza y de paso dármela a mí mismo. Al palmero la esperanza no se la quita
un volcán.
“La Palma forma parte de la arquitectura
que me formó como persona y como poeta”
Cuéntame
La Laguna de tus años universitarios
En cuanto a La Laguna
también tengo mi mitología personal. No solo es el lugar donde estudié mi
carrera, sino de mi formación total. Primero, el haber estado en el Colegio
Mayor San Fernando despertó en mí una conciencia política, social y, sobre
todo, humanística. Ten en cuenta que llegué a La Laguna en el 77, dos años
después de muerto Franco. Una época de convulsiones políticas y sociales; pero
también de una apretura como nunca se había experimentado en toda España. Me
marcó muchísimo el haber presenciado el asesinato de Javier Fernández Quesada.
En La Laguna despertó
también mi conciencia poética; sobre todo en las tertulias que la poeta
recientemente fallecida Olga Rivero Jordán tenía en el Ateneo. Más tarde
prosiguió en su casa del Edificio Benito, cerca del Cuadrilátero. Siempre he
dicho que si alguna vez tuve una maestra en esto de escribir poesía esa fue
Olga. Después, a la facultad llegó un profesor joven llamado Andrés Sánchez
Robayna que vio en mi poesía todo un descubrimiento. Y así lo demostró, pues
todas las semanas salía en su página Jornada Literaria (el
embrión de lo que más tarde fue Syntaxis). Además, conocí a
muchísimos escritores con la mayoría de los cuales aún sigo en contacto.
“Me marcó muchísimo el haber presenciado
el asesinato de Javier Fernández Quesada”
¿Cómo
escribes un poema, de qué manera aparece?
Jorge Rodríguez Padrón
que, para mí, ha sido mi mentor durante muchísimos años (y eso es un gran
privilegio) me decía en sus largas cartas que el poema llega cuando menos lo
esperamos. Y es verdad, en mí el poema no surge por unas palabras más o menos
hermosas. Viene a partir de una serie de sensaciones en principio inexplicables
y de ahí surge un primer verso que considero vale la pena. A partir de ahí,
como si tirara de ese primer hilo, el poema va apareciendo hasta llegar al
remate. Después viene la corrección; es decir, tirarlo a la basura, quitarle
palabras que están de más y observar el ritmo. Considero que el ritmo, más que
a la métrica tradicional (que también) debe ajustarse a mi respiración. Es la
única manera de presencia del yo del poeta en el poema. Por último, el poema ha
de tener cuerpo, como si fuera un ente físico. Si a un poema le falta o le
sobra algo, muere.
¿Qué es para ti la literatura, cómo la
cuentas cuando te preguntan por ella?
La literatura es algo
más que la plasmación de la llamada función estética. Va más allá de las
consideraciones académicas de las que también participo, como ya dije en
preguntas anteriores. Es una manera de ver con distintos ojos algo que la gran
mayoría ve según le dicta el sistema, bien a través de los medios de
comunicación, bien a través del sentir de la masa. Pienso que el escritor, lo
mismo que el filósofo, ha de estar por encima de las limitaciones ideológicas,
sociales o religiosas. Deben mantener la antorcha de ese espíritu crítico tan
necesarios para el desarrollo de la humanidad.
Por otra parte,
considero que la poesía, más que un simple género literario, está o debe estar
a la vanguardia de la literatura y no se debe contaminar de los límites.
“Hay quien dice que Sardina fue para mí
un huracán, pues todos los libros publicados y por publicar fueron concebidos
ahí”
¿Qué
has encontrado en la costa de Sardina de Gáldar?
Muy buena pregunta. Me
parece fundamental para entender mi poesía, si es que algo hay que entender.
Desde 1980 hasta el 2008 mi aporte como poeta aparece en revistas
universitarias, en la revista Azul de Santa Cruz de La Palma y
en la revista Zurgai de Bilbao.
En Sardina encontré la
paz y el sosiego para poner en orden la obra que tenía escrita hasta entonces y
así pude publicar mis dos primeros poemarios Esquina Paradise y Caballo
de la luz. Después vinieron Symphonia, Sísifo Sol, Poética de
Esther Hughes y por lo menos diez poemarios más. Hasta llegar a mis
últimos Bahía Borinquen, Música para un arjé, Plegar orillas y el
que tengo listo para edición que se va a titular Borrarse del
mapa. Entre esos libros está mi participación en muchísimas antologías
y mi libro de ensayo La palabra devagar.
Hay quien dice que
Sardina fue para mí un huracán, pues todos los libros publicados y por publicar
fueron concebidos ahí. Pero esa afirmación no es del todo cierta, algunos
libros ya me rondaban por la cabeza desde mucho antes. Es mi manera, me pienso
y me repienso un libro antes de escribirlo; pero antes lo vivo. Poesía y vida
son lo mismo. Aunque no lo parezca todos mis poemarios parten de experiencias
vitales, con el lenguaje y con la vida misma.
Una cosa cierta es que
el erial de Sardina se llenó con la frondosidad de La Palma. Cosa que no
conseguía en mi Isla. Dicen que la distancia es el olvido/ pero yo no
concibo esa razón, cantaban Los Panchos.
¿Qué
supuso para ti el Premio de Poesía Juan Ramón Jiménez?
En primer lugar, en
vista que mi poemario Las horas muertas fue seleccionado desde
el principio de un total de más de 600 participantes, sería falsa modestia
decirte que fue inmerecido, que fueron cosas del azar y algunas boberías que se
suelen decir. Muy merecido. Sin embargo, este merecimiento ni me ha hecho más
chico ni más grande. Sigo siendo el mismo de siempre, que nunca se cuelga los
galones en la solapa. El premio, sobre todo, me ha servido para seguir
escribiendo más y mejor. Ese poemario es un rasero por superar y no me refiero
a otros posibles premios. Mi mayores premios son la poesía, la vida y la
amistad.
“Yo soy un lector tanto de novela como
de poesía. Estuve diez años que leía solo novela. Galdós siempre”
Eso sí, el dichoso
premio algún episodio de celos trajo por parte de alguna persona que no
esperaba. Pero bueno, así es la vida que, de esa manera, te libera de ciertos
pesos; pero que después te abre las puertas al resto de la Humanidad. Antes de
ir a recibir el premio me fui a Berlín a un encuentro con poetas alemanes y ahí
me hicieron una fiesta para homenajearme, en un piso frente a la Ópera, con
Schiller de testigo. Luego, mi viaje a Moguer, donde me retuvieron cinco días y
me trataron a cuerpo de rey. En el 2019, a consecuencia del premio, me
invitaron al FIP de Puerto Rico. Pero esa ya es otra historia, que hizo cambiar
mi concepción de la poesía.
¿Qué
poetas te llevaron a ser poeta?
Sin ser poeta, en
primer lugar, tengo que nombrar a mi madre. Después, como ya dije, Olga Rivero
Jordán, su hija Olga Luis Rivero y su yerno Roberto Cabrera, de quieres me
vienen mis lecturas de la poesía anglosajona, sobre todo T.S. Eliot y Ezra
Pound, entre otros.
Sería injusto no
mencionar a Andrés Sánchez Robayna, quien me aportó mucho y me animó. También
Elsa López por su cariño y sus buenos consejos. Jorge Rodríguez Padrón, por
supuesto. Y después una lista interminable. Leocadio Ortega y Félix Francisco
Casanova fueron los poetas más cercanos en edad que leí. Leocadio, amigo de la
infancia. A Félix lo conocí siendo ambos muy pequeños (él un año más que yo).
Después, antes de ir a la Universidad y a pocos días de su muerte. Antonio Abdo
me regaló El invernadero
Antonio ganó el premio de poesía Juan
Ramón Jiménez con el poemario
las horas muertas.
Yo soy un lector tanto
de novela como de poesía. Estuve diez años que leía solo novela. Galdós
siempre. Ahora, estoy leyendo casi exclusivamente poesía. Te quiero decir con
ello que la novela me influye bastante en mi poesía. Fetasa, por ejemplo; pero
también la novela de ciencia ficción tanto de Ray Bradbury como de Herbert.
Sobre todo Dune.
“Cuando una ley educativa depende del
éxito electoral de un partido, mal va la cosa”
Tengo una lista de
autores canarios que me han influido, aparte de los dichos. Pedro García
Cabrera, Domingo Rivero, Emeterio Gutiérrez Albelo, Luis Feria. Este último no
me ha influido mucho, pero cambiaría todos mis libros por unos versos suyos.
Y por supuesto, los de
afuera, hispanoamericanos, norteamericanos, europeos…
¿Cómo
ves la situación de la educación en estos momentos, cuál ha sido la evolución
en todos los años que llevas impartiendo clases?
Yo la veo muy mal,
demasiadas leyes educativas y muy pocos recursos. Cuando una ley educativa
depende del éxito electoral de un partido, mal va la cosa.
Llegué al Instituto de
FP de Santa María de Guía, donde se suponía que me iba a encontrar con los
desheredados del reino de la Educación. Pero no, golfos sí; pero al final al
menos para mí eran unos alumnos muy receptivos al aprendizaje. Claro, yo lo
hacía partiendo de sus centros de interés; pues nunca me creí el cuento de que
la letra con sangre entra. Al final, yo era un golfo más. Los alumnos lo
pasaban bien y hasta aprendían.
“El arte es lo que nos hace huir de
tanta banalidad que nos rodea y educar en el arte me parece fundamental”
Recuerdo aquella broma
tan extendida de los compañeros de clase que decían que la ESO iba a terminar
en que los alumnos iban a subrayar la palabra patata y discutirla con
sus compañeros. No andaban muy descaminados. Se ha quedado por el
camino la humanidad del alumno y del profesor y de paso las enseñanzas de la
literatura, la filosofía, el latín, etc. Eso sí, yo siempre pude impartir toda
la lengua y la literatura con todas las adaptaciones curriculares
personalizadas que hicieron falta. Otra cosa positiva fue que, como había que
enseñar la competencia de expresión escrita, podía convertir el aula en un
taller de escritura tanto literaria como no literaria.
¿Qué
es el arte?
Precisamente, la
literatura y la poesía son un arte. Y como tales las trato en mi escritura. Los
materiales son las palabras, el silencio, las sensaciones, las imágenes, las
metáforas.
El arte es lo que nos
hace huir de tanta banalidad que nos rodea y educar en el arte me parece
fundamental. La vista ha de ser educada, pues este sistema de cosas del que
vengo hablando no nos deja ver y apreciar lo que tenemos delante. Lo mismo
ocurre con los demás sentidos, incluso con el llamado sentido común que es el
sentido de las cosas y de la vida.
Lo mío es la poesía,
la literatura; pero yo creo que un diálogo entre las artes viene siendo muy
necesario. De hecho ya se está haciendo.
https://tiempodecanarias.com/entrevista/planeta/al-palmero-la-esperanza-no-se-la-quita-un-volcan
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