El mundo existe para llegar a un libro, Mallarmé
Igual
que la literatura ha sido siempre una fuente inagotable para el cine, los
escritores también se han visto atraídos por ese sentimiento que provocan las
fiestas populares. Se han visto atraídos por todo lo que gira alrededor de
ellas. Por su seducción pasional y su emoción.
Eso es
lo que le ha ocurrido a Luis León Barreto. Él como muchos de nosotros soñaba
con acudir el lunes de carnaval a la Fiesta de Los Indianos, con verla de
cerca, con pasear por la calle Odaly, la Avenida Marítima de Santa Cruz de La
Palma, la Alameda. Y aunque tardamos años en verlo en carne y hueso. Lo
conseguimos.
Y se
sintió tan atraído por el hechizo, la historia y todo el arte que gira a su
alrededor, se sintió tan atraído por la explosión de alegría, las vivas, los
ritmos de los sones cubanos, los polvos talcos que no dejamos de agitar, que le
sirvió a nuestro autor de musa para crear una crónica alegre. Una novela que
gira alrededor de un personaje, una chica llamada Moneyba Castro que con su atuendo de encaje, su pamela y su
sombrilla se divierte en la Fiesta de los Indianos entre personajes dotados de
ritmo y color, entre la euforia del baile y la efervescencia contagiosa de La
Negra Tomasa.
El
personaje principal del Carnaval ideado por el palmero Víctor Lorenzo
Díaz Molina; Sosó que regularmente llega a la Plaza de España con ese
don innato que posee para hechizar la fiesta, que flota en medio de una
multitud que se agolpa entre sus calles, que vibra entre densas nubes de polvo
que semejan a una hoguera.
“Carnaval de Indianos” nos ofrece la relación de una
historia que contiene implícitamente otras historias con una galería de figuras
relevantes como el poder del clero y de las clases nobles que coexisten con el
pueblo llano. Personajes maternales como Mama Coralia, celosos como Albany,
inmorales, cínicos, paganos y descarados como D. Aristóteles Marante inclinado
al deseo. A ese deseo que explosivo, desaparece cuando se ve satisfecho:
Hasta de los caseríos de los montes vendrá el
gentío, incluso del norte de los cultivos perdidos acudirá Nisbelio, dicen que
bisnieto de don Aristóteles Marante, más conocido por El Arrogante, el que se
atrevió a disfrutar cuatro mujeres bajo el mismo techo. Era altanero y a sus
damas les tenía prohibido el relajo en aquellos días en que, exhibiendo una
provocativa mazorca entre los muslos, los hombres se tambaleaban por el vino de
tea e intentaban librarse de los municipales.
“Carnaval de Indianos” refleja la alegría multitudinaria,
las libaciones desenfrenadas para sofocar el instinto de supervivencia. Irradia
ese deseo profundo de renacer, que implica morir para volver a nacer. Muestra Los deseos de algunos
personajes que laten sin haberse cumplido, porque el infierno de los
creyentes existe.
Refleja la fiesta, la verbena, el carnaval de los “polvos
talcos” y nos ofrece una misma
interpretación, una comunicación en la que los personajes se blanquean la piel
y se metamorfosean por un día, recordando los rituales de los cubanos ñáñigos.
Pero también según lo que José Viera y Clavijo nos manifestó en su poema Los
meses:
"Todos
son juegos, chanzas, diversiones.
Ya arrojan al cabello limpios
talcos
ya al pulcro rostro harina y
almidones
ya la agragea a la pulida
espalda".
Algunos de los personajes del “Carnaval de Indianos” igual
que la vida misma, renuncian a sus preocupaciones y angustias, a sus prejuicios
y expectativas, a la moral, a las creencias, simpatías y fobias. Porque quizás
los Indianos han sido seres como los que cita Borges, del octavo libro de la
Odisea, que tejieron desdichas para que a las futuras generaciones no les
faltaran algo que cantar.
Unos personajes que intercambian bromas, aplauden cantan, lanzan polvos, se divierten porque al fin y al cabo no somos
más que ceniza en la ceniza.
Una fiesta sin categorías sociales y sin fronteras, una
fiesta que todo lo iguala y que establece la ilusión, el espejismo, las sombras
y las luces de miles de hombres que tras hacerse con cierta riqueza, llegan a
su tierra, y ante sus antiguos paisanos –que seguían siendo campesinos- hacen
ostentación de riqueza.
“Carnaval de Indianos” manifiesta las ansias desbordadas y
la plenitud sensual, la
añoranza de las pasiones que aún arden y el resplandor del ocaso que sigue
restallando.
Es
cierto que Luis León Barreto ha estado lejos de la isla, de las presencias y de
las ausencias, pero nunca ha perdido eso lazos de su tierra, esos lazos que son
capaces de perdurar a través del tiempo y del espacio, por eso en sus obras a
través de recorrido literario hay títulos
como “El misterio del Fausto” o “Memorias de La Palma Edén”.
Porque
Luis superada la madurez desanda sus pasos en la búsqueda de otros campos
elíseos, en las crónicas del sueño, y mezcla las magias de la ficción con el
canto jubiloso, con la alegría de vivir y el goce de la vida, con el Carpe Diem
y crea “Carnaval de Indianos”
facebook/rosariovalcarcel/escritora
Los Indianos son una fiesta auténtica y total. Imitada en muchos sitios, aunque no hay Indianos como los de Santa Cruz de La Palma. Partiendo del día de los Indianos he escrito una novela que en realidad es una novela de la isla, de su gente, de sus historias, de sus paisajes, de sus fiestas, de sus emigraciones. Gracias a Rosario la hemos presentado ya seis veces en distintas islas.
ResponderEliminarAyer aistí a la presentación de esa segunda edición de la novela. Como siempre, amabilidad total en el Círculo Cultural de Telde. Un Acto culturalmente relevante, con un final de aprendizaje sobre diversos temas, incluidos los impuestos. Da gusto acercarse a personas tan preparadas como León Barreto. Rosario, como siempre, impecable e implacable en su papel de presentadora y de distribuidora de juego. Ambos saben hacer. Adolfo.
ResponderEliminarGracias Luis, gracias Adolfo, siempre tan amable.
ResponderEliminarUn saludo cariñoso.