El cuerpo expresa siempre el
espíritu del que es envoltura.
Recuerdo que, cuando yo estudiaba Bachiller, mis amigos y
yo mirábamos los desnudos de mujeres, “La maja desnuda”, las Venus o las Ledas.
Observábamos las representaciones idealizadas de desnudos masculinos, que aparecían
en los libros de dibujo, a escondidas, porque temíamos que las llamas del
infierno nos alcanzara. La moral y el pudor unido a la herencia judia del
Cristianismo hizo estragos en estos temas, por lo que muchos de los artistas
plásticos tuvieron que manejar un repertorio de símbolos, mitos y alegorías
para plasmar el cuerpo, la desnudez y el sexo.
Pero los tiempos
han cambiado y hoy podemos contemplar en cualquier Museo o Galería de arte los dominios
de la atracción: criaturas deseosas, escenas orgiásticas, la exaltación del
desnudo con total libertad.
Como la pintura de Lilian Campo, una obra de tendencia hiperrrealista que habita en el reino del erotismo, que explora en cuerpos masculinos llenos de poder, de resistencia. En cuerpos femeninos provocadores: metáforas de la realidad que la artista modela con las tonalidades de la tierra y del mar. Y de la que podemos podemos disfrutar, desde el día 16 de enero y durante tres meses, en el Hotel AxelBeach de Avda Tirajana, Playa del Inglés, gracias a su directora Cristina Cañas y al curador-comisario Diego Casimiro.
Presentamos cuerpos que cohabitan en la cercanía, en la
proximidad de los amantes, quizás de un beso a punto de llegar o del abrazo. Una
composición que recuerda la técnica de Rodin, y que ella resuelve con la fuerza
del deseo, la intimidad afectiva de la carne.
La carne que renace, el movimiento que semeja el estado de
goce. El despertar del cuerpo con el “otro”, como los encuentros de dos figuras
desnudas en un primer plano ante un fondo neutro que permite resaltar tanto la
belleza como el éxtasis, la perfección vibrante y sensual. La presencia, la
cercanía, el gesto de la pasión.
La figura sobrenatural como en “Ángel en azul” y la carnal
que se retuerce en el momento del arrebato. La sensualidad de cabelleras
ondulantes, las formas de manos y pies que sobreviven sin pertenecer a ningún
cuerpo. De cuerpos que transmiten movimiento que se nos acercan y alejan, que
parecen navegar entre la luz y el viento, la emoción y la provocación.
Aunque en sus comienzos los trabajos de Lilian Campo son en carboncillo, sanguina y pastel, ahora se decanta por la técnica del óleo sobre lienzo, por unos trazados, que como ella dice, acompaña de “chorretones” para romper con la rutina. Una pintura que posee la magia misteriosa del cuerpo, de presencias expuestas a curvas, de hombres escultóricos y mujeres sensuales, atrapadas en una pasión irrefrenable. Los misterios del deseo. Desnudos que ejecutan posturas de regocijo, la percepción del amor, donde coexiste la ternura y la belleza, donde el acto de mirar equivale a un encuentro.
Nos encontramos con cuerpos que se alejan de aquella
tradición que concebía al ser puro y virginal. Nos encontramos ante una pintora
que como decía Paul Auster en Sunset Park:
Quiere que sus cuerpos humanos transmitan la extraña milagrosa sensación de
estar vivos.
Rosario Valcárcel.-
Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com
Una nueva artista, de origen colombiano, que trabaja ya con provecho en Gran Canaria
ResponderEliminarBuena reseña nos presentas, amiga. Muchas gracias.
ResponderEliminarAbrazos