Un
poeta entre el exotismo y el compromiso.
Días celestes
Hay versos que guardaron la nostalgia
de hermosos cuerpos que abracé otro tiempo
y que aún avivan la memoria, inerme,
de muchos besos y de algunos nombres.
En otros aún resuenan las semillas,
las cuentas del azar que fue mi vida
y dejan sus sonidos en la mente,
las huellas de aquel paso de la gloria.
Palabras son, pero que así me llevan
de nuevo hasta tus manos o tus labios,
de nuevo a tu cintura en donde siguen
mis sueños aferrándose, ya en vano...
Sonajas venturosas de los versos:
vibrad ahora y espantad la cuitas;
traedme hasta esta esquina de mi casa
el sol, el son de aquellos días celestes.
Hay versos que guardaron la nostalgia
de hermosos cuerpos que abracé otro tiempo
y que aún avivan la memoria, inerme,
de muchos besos y de algunos nombres.
En otros aún resuenan las semillas,
las cuentas del azar que fue mi vida
y dejan sus sonidos en la mente,
las huellas de aquel paso de la gloria.
Palabras son, pero que así me llevan
de nuevo hasta tus manos o tus labios,
de nuevo a tu cintura en donde siguen
mis sueños aferrándose, ya en vano...
Sonajas venturosas de los versos:
vibrad ahora y espantad la cuitas;
traedme hasta esta esquina de mi casa
el sol, el son de aquellos días celestes.
Fábula
Del mar, en los adentros,
donde las aguas refulgentes, aún cálidas,
espejean por el astro más bello que conozco,
vive aquella barcaza donde los dos se amaban,
y cómo discurría lentamente.
Ella volcaba todo su candor y con júbilo
era un ovillo hermoso prendido a su cintura.
Su larga cabellera se derramó en el agua
y sus brazos oscuros se alzaban oferentes.
Un tiempo los estuve observando,
hasta que mis ojos se abrasaron.
Del mar, en los adentros,
donde las aguas refulgentes, aún cálidas,
espejean por el astro más bello que conozco,
vive aquella barcaza donde los dos se amaban,
y cómo discurría lentamente.
Ella volcaba todo su candor y con júbilo
era un ovillo hermoso prendido a su cintura.
Su larga cabellera se derramó en el agua
y sus brazos oscuros se alzaban oferentes.
Un tiempo los estuve observando,
hasta que mis ojos se abrasaron.
José Lupiáñez nace en La Línea
(Cádiz) en agosto de 1955. Su infancia transcurre en El Puerto de Santa María.
Posteriormente se traslada a Barcelona en cuya Universidad comienza estudios de
Filosofía y Letras, que acabará en la de Granada, licenciándose en Filología
Hispánica.
Desde muy joven comienza a colaborar como poeta y crítico en numerosas publicaciones españolas y extranjeras. En 1975 funda junto al poeta José Ortega la colección "Silene", que se inicia con su primer libro Ladrón de fuego (Universidad de Granada, 1975)
Desde muy joven comienza a colaborar como poeta y crítico en numerosas publicaciones españolas y extranjeras. En 1975 funda junto al poeta José Ortega la colección "Silene", que se inicia con su primer libro Ladrón de fuego (Universidad de Granada, 1975)
Ha participado en los consejos de redacción de diferentes revistas. Su obra ha sido incluida en importantes recuentos y antologías, y traducida a varios idiomas. Ha participado además en numerosos libros colectivos y ha sido reconocido con diversos premios, tales como: el "Antonio Machado", el "Juan Ramón Jiménez", el "Luis de Góngora" y el I Premio Nacional de Poesía "Emilio Prados", entre otros.
Posee José Lupiáñez un gusto por
la reflexión sobre los grandes problemas de la vida que se revelan en pequeños
detalles. Canta temas eróticos, sensuales cuerpos entregados a la muerte, a la
belleza y juventud, al carpe diem.
Su poesía refleja el gusto por los escenarios
exóticos, orientales o legendarios, como vemos en Tapiz de Occidente, Cuerno de
Oro, Ladrón de Bagdad, Oriental Tule o en composiciones que se sitúan en otros
lugares de Turquía, Grecia o Marruecos. En
esa preferencia por los mundos exóticos mereció el primer Premio Nacional de
Poesía Emilio Prados con su obra La verde senda (Cuadernos de la India, 1999)
Facebook/rosariovalcarcel/escritora
La poesía de la experiencia se reivindica, una vez más Dos poemas interesantes, bien trabajados
ResponderEliminarLuis León Barreto
Que bellos.
ResponderEliminarMe emociona el segundo. Será porque habla del mar?
Muchas gracias por presentárnoslo, amiga.
ResponderEliminarAbrazos