-Soy Antonio García, el viudo del Barranco del Pinar. ¿Cuál de ustedes
dos es la que se quiere casar conmigo?–preguntó el bueno de Antoñito.
De los relatos de Cho Antoñito el Santo
“Las huellas del camino” es un libro de cuentos
de Ediciones Idea, un título que va a suscitar cierta curiosidad y que yo les
puedo asegurar que no nos sentiremos traicionados con él, porque es casi un
estudio visual y humano en forma de recuerdos, de historias comunes y
cotidianas, de historias contadas con agilidad y llenas de detalles, de anécdotas
de la vida que acontecen en las islas Canarias, entre los paisajes y las
tradiciones.
Así, su autor José Manuel Balbuena,
desafiando el tiempo nos traslada como si fuese un juego, a la sociedad del
siglo diecinueve, al veinte, a aquellos años cincuenta y sesenta cuando empezábamos
a oír a Los Bravos y a los Beatles, cuando bailábamos la yenka o nos
retorcíamos con el Twist, aún en pleno franquismo.
Fotografía nuestro autor, con mucha chispa,
las costumbres y las tradiciones de nuestro Macondo particular, nuestro terruño
que aún era agrario y que comenzaba a hacerse turístico, y construye de una
forma ingeniosa un texto, que nos enlaza perfectamente, con un pasado real, con
el suyo y con el nuestro, con la de los vecinos y compañeros.
Recuerdos de su isla y de la isla de La Palma donde fue trasladado
como maestro de enseñanza primaria. Un lugar que aún añora. Y narra en primera
persona evocaciones de su vida con un estilo lleno de ternura y de risas, llenas
de imaginación. Acontecimientos de una época, la suya.
Balbuena sabe enlazarnos perfectamente con la realidad, con la memoria,
con los amigos y los conocidos, a los que retrata de mil maravilla, sabe sumergirnos
en las particularidades de la cultura, de un tiempo no tan lejano, y nos
convierte en testigos de sus conversaciones y sus creencias.
Las huellas del
camino es un libro escrito entre la realidad y la fantasía. Un libro rico en
referencias, con el que se disfruta desde la primera línea hasta la última. Un
texto que se compone de cuatro apartados independientes de relatos.
En la primera parte nos presenta unos
personajes, que se mueven alrededor de La Playa de Las Canteras, de nuestro mar que sube y
baja eternamente. Y destaco de él, las parrafadas apasionantes con las que
envuelve y atrapa al lector, transportándolo al mundo de la imaginación y de la
fantasía, que por momentos se vuelven tan reales como la propia realidad.
Destaco la capacidad que tiene para detallar
la intimidad de los protagonistas, consiguiendo agitar nuestras conciencias
como el relato donde describe, la figura de Ilse Dore, una alemana que con ese
genio loco de mujer moderna, nos narra ráfagas de dolor: su amor y su desamor, el desamparo que vivió con su marido
que terminó abandonándola. Los temores, los conflictos y las humillaciones que
sufrió allá en su Alemania durante la época de Hitler.
Son relatos donde late el mar de nuestra
isla, el vivir de aquella época que era casi medieval. Relatos donde cada
pequeño incidente se convierte en una novedad, como el relato de los gatos:
... -¡Estos sinvergüenzas se están
llevando los gatitos! – ¡Sabe Dios para que los querrán! –¡Uno de ellos tiene
un bar! Subrayó Marujita maliciosamente, dando a entender lo que todos
pensaban.
Aquello era todo un espectáculo
nocturno que revolucionó a todo el vecindario. Y empezaron las especulaciones y
los juicios paralelos.
Uno de los policías, miró hacia las
ventanas y balcones, y viendo el cariz que estaban tomando los acontecimientos,
con las atribuciones que su autoridad le infería, se dirigió al colectivo
expectante:
-¡Señoras y señores, no pasa nada! Váyanse a sus camas –ordenó con el
habitual talante de aquel cuerpo represor de masas…
En la segunda parte nos conduce al
Barranco del Pinar, a los municipios de Guía y Moya, a las precarias
condiciones de vida, al viaje de la religión, de las supersticiones y a las
enfermedades. A los tiempos que se traían muchos hijos al mundo, a un mundo
revestido de un carácter mágico. De misas y procesiones, y lo cuenta con tal
naturalidad que le da un gran realismo a los personajes. Foto: Pinos de la Cumbrecita; La Palma.
Ante el asombro de todos, Chó Antonio,
al que ya habían atado un paño blanco de la barbilla a la cabeza para que no se
abriera la boca, se movió y abrió los ojos. Más de uno de los presentes salió
corriendo de la habitación. Otros le ayudaron a incorporarse y a quitarse el
paño que le amarraba la mandíbula. Antoñito se sentó en la cama, mirando a uno
y otro lado y tocándose el pecho como si comprobase que realmente estaba vivo.
No se extrañó mucho de que hubiese tanta concurrencia a su alrededor.
Y por último la tercera parte del texto
se lo dedica a la isla de La
Palma , al paisaje que pasa a ser no un tema más, sino la
fuerza generadora que utiliza Balbuena para seducirnos y humanizar los
horizontes de mi infancia. Así convierte la naturaleza en la protagonista del
recorrido.
…La aventura de la excursión al interior de La Caldera fue una de las
mejores experiencias de mi vida. Es algo indescriptible. Se mastica, se saborea
la paz, los grandes precipicios que salen desde el borde de esta enorme
depresión, el sonido que producen los pinos al ser movidos por una suave brisa…
Narra acontecimientos, referencias del
pasado, relaciones sociales, e intenta resurgir esos matices de la vida y esa
profundidad que ya hemos ido olvidando. Todo ello lo envuelve con un halo
onírico que nos transporta a la sonrisa y al recuerdo.
José Manuel Balbuena es profesor,
periodista, escritor, articulista y comentarista de radio. Es autor de cientos
de reportajes de los más variados temas. Posee diversos galardones y ha escrito
libros como: Crónicas e historias macaronésicas, El Indiano Juan Castellano,
patriarca de las Medianías. Cultiva también la poesía y es autor de diversos
cuentos infantiles.
Foto La Caldera de Taburiente,
Foto La Caldera de Taburiente,
Huellas del camino, su último libro lo
recomiendo porque es ameno, fácil de leer y derrocha humor e ingenio. Además
cada lector puede mezclar su propia experiencia con lo que el libro ofrece. Es
un libro de relatos que habla de las vivencias del autor y de las nuestras, de
esos sentimientos que nunca cambian.
Las huellas del camino, es también un
canto a la amistad y a los valores que surgen de ella.
José Manuel Balbuena, con su excelente sentido de observación, ha captado muchas cosas bellas. No solo de la isla de La Palma sino de la vida en general. Como dice Rosario, un canto a la amistad y a los valores. Enhorabuena.
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