Siempre he dicho que la isla de La Palma me recuerda a ese
lugar que nos cuenta la mitología griega sobre los Campos Elíseos, ese lugar de
felicidad y ambiente bucólico donde maduran las brisas sobre el mar, donde
algunas veces seres virtuosos se encuentran, dialogan e incluso pueden llegar a
trabajar juntos, como es el caso de la pianista Margarita Galván y el poeta
roquero Carlos Catana, que han unido a una voz vibrante y apasionada un piano
arrollador. Dos artistas que ceden al deseo de sorprender, de gustar o de
disgustar, de crear momentos de catarsis.
La idea de tocar con Carlos surgió de una forma natural, él
viene del rock, yo del impresionismo musical, los dos buscábamos la fusión, el
equilibrio entre la tradición y la modernidad, entre el mundo clásico y el
mundo del rock, me confiesa Margarita
Pero la pianista tiene vocación de poeta, de hecho hace años
tuvo la tentación de rescatar algunas voces líricas para llevarlas al lenguaje
coral, incluso inició un trabajo con el poeta Juvenal Machín. Y no sé si fue
iniciativa de Margarita o del compositor Catana o viceversa, lo cierto es
que junto a Catana llevan a la práctica
el ardiente deseo de interpretar versos de poetas palmeros, de crear un
universo a través de la música y de la poesía, un homenaje a la esencia del
alma de la isla.
Recientemente tuve la suerte de escuchar poemas
musicalizados, dedicados a la memoria de
Félix Francisco Casanova en la Casa Salazar de Santa Cruz de La Palma y, puedo
afirmar, que la ejecución y la interpretación personal de Margarita y Carlos lograron
conmover al público, sin olvidar que aquel día escuchamos al adolescente poeta
en la maravillosa voz de Antonio Abdo, quien habitó el espacio con una descarga
de emociones. Y junto a los compositores llegó la energía desatada y la
belleza. Y entonces me acordé de una confidencia de la artista:
-Estoy convencida que hacer música me da libertad y también
perfección. Una entrega en la que puedo dar lo mejor de mí misma.
Margarita Galván nació en Breña Baja, es la más pequeña de
cinco hermanos y su infancia transcurrió feliz. Muy pronto se sintió tocada por
la música y la poesía que escribía su abuelo Gumersindo Galván de las Casas. Y
aquí quiero apuntar algo curioso: el apellido de mi abuela palmera también es
de las Casas, Marieta, por lo que me hace feliz saber que a Margarita y a mí nos
une ese destino de las simientes. El abuelo le leía versos, pasajes de
cualquier libro, Loas que compuso a lo largo de su vida. Ella los escuchaba
atenta. Y me revela que interpretó la Loa dedicada a Santa Ana cuando solo
tenía ocho años y, que a partir de ese momento, la música es como una droga y
cada vez necesita más y más. Es mi pasión, el aire que respiro.
Pero creo que lo más importante fue que don Gumersindo
descubre sus posibilidades artísticas y junto con las deidades diseñan su
destino. Un destino que lleva a una adolescente silenciosa y discreta a Madrid,
al Real Conservatorio Superior de Música y allí el maestro canario Guillermo
González, premio nacional de música en 1977, le abrió la puerta hacia ese mundo
de resonancias y sensaciones profundas, al impresionismo: una música libre y con
pasión. Un arte libre que brota. Me revela también Margarita que:
-El sonido del
piano es poesía que puede ascender a la nostalgia, la búsqueda, la evocación, a
sensaciones e imágenes poéticas. A la aventura y el éxtasis. Al Principio y el fin
que me ha conducido a Claude Debussy, Maurice Ravel, Isaac Albeniz, Manuel de
Falla, entre otros grandes autores.
Tengo la suerte de
conocer y tratar a Margarita y no solo admiro su creación musical, sino que me
siento atraída por su forma de pensar y comportarse en la vida. Es un
ser generoso y vitalista que ve la música como matriz, como conciencia de los
valores humanos, y lo manifiesta, casi sin darse cuenta, en esos gestos suyos
hedonistas y generosos ofreciendo recitales en diferentes tipos de ceremonias,
como en un café o en un teatro, sola o junto Carlos Catana, otro ser repleto de
ternura que también vive la música en todos sus actos cotidianos: en la forma
de caminar y la elasticidad de sus movimientos, en la mirada, en su forma
arrebatada de recitar. Aún recuerdo con gratitud la primera vez que recitó unos
poemas míos. ¡Cómo gravitó la sala, fue como un canto telúrico!
Margarita es titulada superior en piano por el Real
Conservatorio Superior de Música de Madrid y profesora de piano de la Escuela
Insular de Música de La Palma. Desde
muy joven comienza a interpretar a los clásicos y a los compositores de
vanguardia europeos, a ver esos dioses a escala humana y a comprender mejor su
obra.
A través de su carrera colabora también con artistas de diferentes
estilos, desde el jazz hasta el folklore y, tuvo el honor de inaugurar un piano
que Pedro Iturralde, (reconocido saxofonista de jazz y compositor, regaló a su
pueblo en Falces, Navarra. Graba el disco Catana Dos (piano y voz), y colabora
en la creación con artistas locales y cantadores de folklore de Canarias entre
ellos Dacio Ferrera, Candelaria González y otros.
Margarita Galván es una pianista con talento, una mujer que
se ha forjado con entrega y compromiso por defender a través de, su mundo real,
la música, la rutina insensible de lo cotidiano, y los derechos de las mujeres,
de todas las Mararías como ella dice, y lo hace con valentía y una sinceridad
que cala hondo.
En definitiva, un ser que desnuda su alma en la
interpretación musical que es para ella la más pura forma de arte y de vida.
Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com
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